ASISTENCIA Y GOL DE OUSMANE

Dembélé y el derrumbe final

Dio una asistencia y marcó un golazo con la derecha. Ejerció Ousmane de carrilero, pero de nada sirvió porque el Barça se desintegró encajando tres goles en 26 desastrosos minutos 

Dembélé intenta zafarse de dos jugadores del Levante en el Ciutat de Valencia.

Dembélé intenta zafarse de dos jugadores del Levante en el Ciutat de Valencia. / Reuters / Pablo Morano

Marcos López

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En una sola jugada se vieron a dos Dembélés en Valencia. Se disfrazó de disciplinado defensa para robar un balón al Levante. Interceptó, con el traje prestado de lateral derecho, un pase enemigo y activó entonces su mutación.

De pronto se transformó en un puro velocista -ni rastro de esas molestias en el pubis que eran uno de los argumentos para que viviera más tiempo en el banquillo que en el césped- para cabalgar de punta a punta. Ousmane modificó el paisaje con esa regeneración de fútbolista. Primero, lateral; luego, interior y, finalmente, extremo.

Extremo de los de toda la vida, con la pelota cosida a la bota, activado, sobre todo, por la precisión en el pase de Messi, que fue el antepenúltimo acto de la jugada del 0-2. El penúltimo llevó la firma dembeliana con una asistencia a Pedri para que marcara, tal vez, el gol más fácil de su vida.

Llevaba el joven jugador canario errando en el disparo final, curiosamente, siempre en Valencia. Ocurrió antes en Mestalla donde Pedri falló un tiro desde prácticamente el punto de penalti. Error que clonó hasta en dos ocasiones, también en Valencia, pero en el campo del Levante. Y en apenas cinco minutos.

En la caótica segunda mitad quedó retratado el desorden de un Barça sin alma

En la tercera, sin embargo, Dembélé se lo dejó tan sencillo que solo tenía una salida. Que la pelota, tras ser impulsada por la delicada pierna izquierda de Pedri, besara tranquilamente la red de Aitor Fernández, el meta del Levante, para romper ese mal fario que le acompañaba desde hacía semanas. No es un goleador. Ni lo será.

Pero en ese largo proceso de aprendizaje que ha emprendido en el Camp Nou, con la puerta abierta de la titularidad, el talento canario lleva tres goles en la Liga. ¿Cuántos suma Hazard? También tres. Creía el Barça tener todo bajo control con ese 0-2 que descubrió la versión defensiva de Dembélé, con fallo garrafal incluido porque quiso controlar un balón con el pecho y dejó solo a Toño, el lateral del Levante, que escogió mal el centro. Y la versión más ofensiva también de Dembélé.   

Sin fiabilidad alguna

No hay, tal vez, mejor jugador para retratar lo que es el Barça de Koeman. Un equipo imprevisible, incapaz de tener fiabilidad ni sacar rentabilidad a una correcta primera mitad. Pero todo cambió en el inicio de la segunda parte para demostrar que es un grupo tierno e impreciso que vive siempre en el alambre. Así lleva toda la temporada. Como el propio Ousmane, que encara su cuarto y penúltimo curso en el Camp Nou (queda libre en junio del 2022), con las mismas dudas de siempre. Por mucho que anoche realizara una doble función, la que le encomendó Koeman, tal si fuera Valverde hace dos años. Es curioso.

Siempre en Valencia

 Su primer partido como carrilero fue en el Ciutat de Valencia. Su segundo partido también ocurrió en el Ciutat de Valencia. Un estadio donde, además, sacudió todos los complejos que le han sacudido durante meses y meses. Estaban aturdido todos como quedó acreditado en el resbalón de Sergiño Dest, prueba de que el desgobierno se había apoderado de todos. Ni siquiera con el mejor perfil de Ousmane le vale. Asistencia dio primero a Pedri y golazo con la derecha en un furioso disparo que ejercía de efecto analgésico.

Pero todo fue una falsa impresión porque firmó 26 minutos catastróficos donde encajó tres goles y se despidió de la Liga. Acabó Koeman con la cara desencajada, sin atisbo de esperanza alguna ensuciando todo lo que había insinuado a lo largo de un complejo año que acabó caóticamente.