VUELTA A LA MASIA
Barça: cantera por obligación
La crisis económica del club obligará a que el primer equipo tenga que recurrir a gente de la casa en coherencia con el modelo cruyffista
Frederic Porta
Periodista
La grave crisis económica que atraviesa el FC Barcelona provocará, por vez primera en la centenaria trayectoria del club, que el primer equipo tenga la casi obligación de abastecerse de jugadores procedentes de la cantera. Además, por aquello de que sarna con gusto no pica, Joan Laporta ejecutará tal medida en plena coherencia con el modelo de éxito cruyffista . No queda otra alternativa ante la incapacidad de gastar dinero en fichajes durante una larga temporada a causa del déficit acumulado por la entidad, que algunas fuentes cifran en 1.173 millones de euros.
Lo que nunca antes consiguió consenso absoluto, logrará ahora unanimidad entre los diversos ismos y sensibilidades del barcelonismo. No será la cantera, de todos modos, el único caladero donde buscar refuerzos, que también pueden llegar entre aquellos que terminan contratos y salgan gratis de sus actuales equipos, con Alaba, Eric García, Depay, Wijnaldum o 'Kun' Agüero como referentes del sector que ya suenan en los mentideros.
La 'Edad de oro'
Pero echemos una mirada hacia el seno del propio club y dejemos otros aspectos externos. La historia relata que la confianza en el propio plantel ha sufrido múltiples vaivenes a través del recorrido vital del Barça. Ya en 1902, Joan Gamper encargó al trotamundos Udo Steinberg que desarrollara una escuela de futbolistas en la entidad. En los primeros años, todavía como deporte aficionado, los extranjeros fueron cediendo progresivamente el protagonismo a las primeras figuras locales, si bien se estableció ya que los 'cracks' predilectos por la afición eran, preferentemente, estrellas foráneas.
Haciendo un salto en el tiempo, los primeros profesionales, encubiertos o no, ya surgían de territorio próximo a los campos de Indústria o Les Corts. El equipo de 'la Edad de Oro' que provocó un crecimiento exponencial de la afición durante los ya lejanos años 20 del siglo pasado estaba plenamente basado en futbolistas catalanes, desde Samitier a Piera, pasando por Vinyals, Climent Gràcia, Sagi Barba y otros cuantos. Fichar entonces a un extranjero resultaba casi una excentricidad y poco a poco, gracias a los ingresos en taquilla y la progresiva profesionalización, se afrontaban algunos refuerzos españoles a cambio de un buen sueldo.
La crisis deportiva de la II República también fue solventada con una nueva generación de nativos cuya trayectoria se vio truncada por la guerra civil: Vantolrà, Escolà, Raich o Balmanya eran sus estandartes. Ya en la posguerra, bajo liderazgo del leonés César Rodríguez, la base del once continuaba siendo, de manera natural, cercana en origen a Les Corts. Poco a poco, mientras crece el fútbol como fenómeno de masas, se establece un patrón que Helenio Herrera definiría exactamente a finales de los 50. El portero (Ramallets, por ejemplo) es de casa, la defensa (Biosca, Seguer y tantos otros) también, en la media se busca gente indesmayable como los hermanos Gonzalvo y la delantera, poco a poco, va integrando gente venida de toda España o especialistas llegados del extranjero.
El molde H.H.
Con las Cinco Copas de 1952 quedó claro que el compromiso de los futbolistas catalanes que sabían pechar con la responsabilidad del escudo era inmejorable. Amaban a su club, conocían su idiosincrasia a la perfección y gozaban con la confianza de la afición, que prefería la complicidad emocional con esos chicos 'de los nuestros' . Ya en el bienio 1958-60, Herrera fijó el molde y un pilar básico en el posterior, aunque lejano todavía, modelo de éxito: La composición del equipo debía estar basada en la cantera y solo se debía acudir al mercado para buscar el gol que Catalunya no producía. A lo largo de aquellas décadas, el cazatalentos Josep Boter se hartó de encontrar savia nueva para el conjunto, coleccionando decenas de hallazgos: Desde Segarra a Gensana pasando por Manchón, Gràcia, Tejada, Bosch, Brugué, Olivella, Rodri, y tantos, tantos otros. Esta misma semana fallecía a los 86 años Martí Vergés, un volante e interior que simbolizaba a la perfección el arquetipo de aquellos jugadores: Hombre de equipo, discreto, no exento de talento, despliegue físico y con absoluta voluntad de servicio al colectivo.
Curiosamente, en la travesía del desierto de los 60 y primeros 70, la consideración de los culés hacia los futbolistas de casa queda alterada por hastío en la acumulación de derrotas. Tanto revés convierte en chivos expiatorios de los fracasos a estandartes como Fusté o Rexach y no cuaja las trayectorias de otros jóvenes siempre situados en la diana de las críticas como Martí Filosía, Alfonseda, Pujol y tantos otros. A partir de entonces, deja de importar durante un largo tiempo la D.O. del jugador y se ve con mejores ojos a los fichados que a los promocionados desde abajo. Llegan los 80 y Menotti pregunta dónde está Rojo, como ejemplo emblemático, aún en el filial a sus ya avanzados 23 años. Calderé (que debutó oficialmente con el primer equipo cumplidos los 25), Moratalla, Sánchez y algunos otros cumplen el cometido de complemento hasta que llega Cruyff, llega La Masia y el criterio gira de nuevo como una tortilla. El Barça y el culé vuelven a confiar en su propia gente.
Marcados por la economía
En vuelo rasante casi supersónico por la historia, la formidable generación cuajada por Pep Guardiola logra un hito estratosférico, el de colocar a tres frutos del plantel en el podio del Balón de Oro. Por desgracia, Messi, Iniesta y Xavi no han hallado continuidad en los últimos diez años, cuando el ascensor al primer equipo quedó prácticamente averiado por diversas razones. Hoy, por primera vez en la historia y después de tanto ajetreo y cambio de criterio, el Barça volverá de inmediato a basarse en la cantera. Por obligación. Básicamente, porque no queda más remedio y la economía lo dicta. Al margen de Ansu Fati, esperan los Ilaix, Collado, Konrad, Balde y algunos otros que agradecerán la dramática situación de caja. De otra manera y en otros tiempos no habrían hallado plaza en la primera plantilla. No es ya cuestión de talento, sino de números rojos.
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