INICIO TEMPESTUOSO
Koeman, seis meses bajo el volcán
Lleva medio año en un club sin liderazgo, sin proyecto ni un euro, pendiente del incierto futuro de Messi
El técnico ha estado más días sin presidente (115) que con Bartomeu (70), el dirigente que lo fichó
Se proclama realista, pide tiempo y paciencia, algo que no existe en un deshabitado Camp Nou
Castigado por las lesiones en las zonas esenciales de su equipo viró, ya de forma definitiva, hacia el 4-3-3
No gana a los equipos grandes y se asoma al abismo en la Champions tras el 1-4 del Paris SG
Ni siquiera tras el 1-4 del París SG modificó sus planes. Mantuvo Ronald Koeman los dos días de fiesta a la plantilla, "abatida y hundida" por esa goleada, como le confesó Piqué a Laporta, consciente como es de lo que tiene entre manos. Sabe donde vino. Y, sobre todo, cuándo vino.
Llegó hace justamente seis meses a un Barça derruido por el 2-8 del Bayern en Lisboa y horas después de ser presentado su primer trabajo fue acudir a la casa de Leo Messi, que estaba más fuera que dentro, como certificó después enviando el burofax para abandonar. Medio año más tarde, el club está todavía mucho peor que antes de la llegada del héroe de Wembley.
No tiene presidente porque las elecciones, que debían ser el pasado 24 de enero, se fijaron para el 7 de marzo y no hay ni un solo euro en la caja, convertida Europa en una tortura que ahoga a los jugadores. Y devora a una institución tremendamente debilitada en la que sus dos últimos presidentes (Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu) han dimitido antes de agotar sus mandatos.
"¡Sé dónde estoy!", gritó Koeman, tras encajar la goleada en la Champions que devolvía al equipo a París, Turín, Roma, Liverpool y Lisboa, incapaz de despojarse de esos traumas del pasado, enredado como lleva desde hace más de un lustro en el fatalismo de otras épocas.
"¡Yo sé lo que tenemos que cambiar! Estamos intentándolo", sostiene Koeman
"Estamos en la mitad del camino", pregonó luego el técnico, aunque sin saber si tendrá opción de acabar ese camino que emprendió el 19 de agosto pasado. "¡Yo sé dónde estoy! ¡Yo sé lo qué tenemos que cambiar! Estamos intentándolo", añadió. No se sabe, sin embargo, si ese camino llevará finalmente a algún lugar. Anda el Barça desorientado, ahogado por una gravísima crisis económica porque recibió 222 millones de euros por Neymar y gastó luego 400 en Dembélé, Coutinho y Griezmann.
Dinero que está en el campo, pero no decide como se espera, eclipsados, por ejemplo, ambos delanteros franceses por un majestuoso y descomunal Mbappé. Pendientes todos, y Koeman el primero, de que la magia de Messi sea tan infinita que sobreviva al paso del tiempo en un equipo que ha ido envejeciendo de mala manera, atormentado, además, por el recuerdo de la enorme obra que construyó en el pasado.
Delicada reconstrucción
Fichado en un desesperado intento de regenerar a la plantilla tras el caótico despido de Valverde y el fracasado relevo por Setién lleva más tiempo Koeman en el banquillo sin presidente (115) que con Bartomeu (70), retrato de la inestabilidad que sacude al Barça. Sin saber aún si Messi se marchará, como pretendía el verano pasado, o el futuro nuevo dirigente tendrá capacidad (y dinero) para persuadirle de que acabe su carrera en el solitario Camp Nou, arropando a unos jóvenes (Ansu Fati, Pedri y Araujo) que ilusionan, aunque necesitan lo que nunca tuvo el Barça:paciencia. Y sin un liderazgo directivo en el club, aún peor porque la sensación de orfandad se extiende por todos los rincones del viejo y ahora deshabitado estadio.
"Yo soy realista, parece que más que los demás", proclama el técnico, que arrancó mal, aferrado a la idea inicial del 4-2-3-1, su modelo táctico de referencia, aunque luego lo modificó hasta anclarse en la Biblia culé del 4-3-3 emitiendo señales de cierta energía en un equipo castigado por las lesiones en su zona más esencial (Ansu, Piqué, Sergi Roberto, Coutinho, Araujo, incluso empezó la Liga sin Ter Stegen).
El equipo se estrella ante los rivales grandes (Madrid, Atlético, Juventus, Paris SG...) sin aprender aún de sus errores
Un Barça obstinado en estrellarse siempre ante los grandes obstáculos, incapaz de aprender de sus errores: Madrid (1-3), Atlético (1-0), Juventus (0-3), el título perdido de la Supercopa de España con el Athletic (2-3), Sevilla (2-0) y Paris Sg (1-4). Caídas que avalan esa sensación de inferioridad, sin olvidar tampoco los tropiezos en Getafe (1-0)y Cádiz (2-1), que llevaron al equipo al borde del abismo.
Ahí está ahora mismo el Barça en la Champions, un año más, mientras Koeman defiende el realismo, dispuesto a pelear todavía por la Copa (tendría que remontar los dos goles del Sánchez Pizjuán) sin renunciar a la Liga (tiene al Atlético a nueve puntos). Realismo en un club que se auto destruyó.
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