CHAMPIONS LEAGUE

El Barça ante el PSG: una eliminatoria para sentirse de nuevo un grande

El equipo de Koeman encara la ida de los octavos de Champions con la ambición de completar un proceso al alza (21 horas)

El Paris SG acude al partido de ida sin Neymar ni Di Maria y con el sueño de tener un día a Messi como telón de fondo del duelo

El equipo de comunicación del PSG no permitió a los periodistas de Barcelona preguntar a Pochettino sobre el '10' del Barça

Al-Khelaifi, presidente de la entidad francesa, fue increpado a su llegada a su hotel de la capital catalana

"No temo a nadie porque creo en la calidad de mis jugadores y en mi equipo»", reiteró Koeman en la sala de prensa

Messi, en el entrenamiento de este lunes en la Ciutat Esportiva.

Messi, en el entrenamiento de este lunes en la Ciutat Esportiva. / FC BARCELONA

Albert Guasch

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Si algún día se llega a activar la polarizante Superliga europea, el enfrentamiento con potencial de convertirse en una enconada rivalidad con tradición, nunca al nivel de un Barça-Madrid pero una aproximación en términos de furiosa emoción, podría ser el Barça-Paris SG. No habrá público esta noche (21 horas), así que no se podrá poner el termómetro en el sobaco del Camp Nou, pero se intuye que de haberlo se registraría una alta temperatura ambiental. 

Son ya los octavos de final de una Champions, fase de pocos amigos, y el equipo parisino es lo más cercano a un enemigo a escala europea. Los mordiscos entre las dos instituciones han sido frecuentes en los últimos años, casi siempre por culpa de buscar remedios en filas del otro. Thiago Silva, Marquinhos, Verrati, Rabiot y hasta llegar a Neymar han sido los nombres propios que han elevado la aspereza mutua. 

El último en incorporarse a la lista es el de la Sagrada Familia, la Moreneta o el símbolo hiperbólico que se quiera emplear para referirse a Leo Messi, pretendido sin disimulo por el club financiado por un Estado y que, sin embargo, no vive ajeno a los problemas económicos que padecen la mayoría de los clubs de fútbol. Se estima que concluirá el actual ejercicio con unas pérdidas que superarán los 200 millones de euros. 

Tensión en el hotel

El baile de seducción hacia Messi ha irritado en el club azulgrana sobremanera, como se sabe, y ha expandido el clima de fogueo permanente que caracteriza la relación entre las dos entidades. Lo constató el presidente del PSG Al Khelaifi, increpado ayer a su llegada al hotel de Barcelona por unos cuantos aficionados. A los periodistas de aquí no se les permitió tampoco formular preguntas sobre Messi a Mauricio Pochettino o Leandro Paredes en sus comparecencias previas. 

Quizá a partir de esta noche está en juego algo más que una eliminatoria de Champions; quizá algo tan grande como cuál de los dos equipos está a la altura de merecer a Messi y su magia infinita a partir del curso próximo. Puede que un Paris SG eliminado y deprimido pierda atractivo para el rosarino en su duda hamletiana.

Pero como el fútbol es hoy y ahora, y más en la Champions, los protagonistas se ciñen a los 180 minutos que les aguardan para ilusionarse con el trofeo que marca jerarquía como ninguno. El París SG se siente aristócrata y se ha enjoyado desde hace años para la conquista mayor. No obstante, empieza la fase de eliminatorias sin DiMaria y sin Neymar, el diamante del cofre.  

Es de esperar que su aductor esté curado para la vuelta, en el Parque de los Príncipes, pero de momento el plan de Pochettino, beneficiario de la impaciencia parisino-catarí que relevó a Thomas Tuchel, pierde brillo en la ida. «Es un objetivo obvio del Paris SG ganar la Champions y lo entendemos», dijo ayer el técnico argentino, sabedor de lo que se espera de él. No hay comprensión para la debilidad en su nuevo club, finalista de la última edición.

El Barça de Ronald Koeman entró en el sorteo, a mediados de diciembre, como un equipo frágil y vulnerable, con el aura desinflada, pero ha llegado a la eliminatoria de otra forma, mejorado, más confiado pese a las bajas, sin llenar aún los zapatos del gigante que era pero sin la voz de pajarito que le salía hace dos meses. 

Koeman salió a la sala de prensa dispuesto a llenar el depósito de la autoestima general. «No temo a nadie porque creo en la calidad de mis jugadores y en mi equipo», afirmó en un par de ocasiones. Quizá no es un Barça para aplastar a nadie, incapaz de emular un irrepetible 6-1, pero desde luego, y ese pareció su mensaje, no hay razones para tener complejos ante nadie. «No he visto equipos mejores que el Barcelona hasta ahora», subrayó el entrenador holandés.

Competir al alza

La excelente trayectoria que ha dibujado el equipo de Koeman en este 2021 debe completarse aún con una actuación meritoria ante un conjunto de entidad de Superliga. Eso falta, una vez ha conseguido armar un equipo competitivo en la Liga, que no es poco a la vista de donde se viene. 

Derrotados los Granada, Eibar, Alavés y demás, una victoria sobre el París SG reubicaría al Barça unos escalones más arriba en la concepción de todos sobre sus posibilidades. El modo en que compita contra el equipo parisino permitirá responder mejor a la pregunta que sobrevuela la actualidad barcelonista. ¿Cuál es la frontera real de este nuevo Barça?

No debe olvidarse que es un Barça mermado, sin Sergi Roberto, sin Coutinho, sin Ansu Fati y, sobre todo, sin Araujo, que ya alertó Koeman ayer que no se recuperará a tiempo de su tobillo.

Otra cosa es Gerard Piqué, a quien el técnico, sorprendentemente, no descartó pese a que solo ha realizado un par de entrenamientos con el grupo desde que se lesionara la rodilla el 21 de noviembre. Ha recortado plazos de forma asombrosa y finalmente ha entrado en la lista de convocados. 

En cualquier caso, Koeman se propuso que su equipo domine el partido desde el principio, salga quien salga. De momento, Messi lo hará en el bando de toda la vida. Con él es más fácil competir como un grande, el anhelo de Koeman.