ANÁLISIS TÁCTICO

Las claves tácticas del Sevilla-Barça: la herida profunda que dejó Koundé

El Sevilla dictó una lección de eficacia: tres remates a puerta, dos goles

Messi se estrelló ante la gigantesca figura de Bono

La defensa azulgrana volvió a conceder demasiadas facilidades

Koundé marca el 1-0 del Sevilla en el Sánchez Pizjuán.

Koundé marca el 1-0 del Sevilla en el Sánchez Pizjuán. / Afp

Marcos López

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1.- Koundé, central, interior y goleador

controlando el Barça el partido cuando Koundé, un central joven (22 años) y valioso, pretendido ya por los grandes clubs de Europa, cabalgó en solitario. Iba de punta a punta del Sánchez Pizjuán sin que nadie lo detuviera hasta que llegó al borde del área de Ter Stegen. Ahí aprovechó la falta de contundencia azulgrana para colarse hasta el final rentabilizando que Umtiti se convirtió en un defensa transparente. No, no es ninguna exageración.

El francés, otra joya encontrada por Monchi en Francia, viajó relajadamente entre el cuerpo de Busquets primero y de Umtiti después, quebrando la resistencia de un ya batido Ter Stegen. Ya había avisado Koundé en otra oportunidad anterior. Pero el Barça no se dio por enterado porque no detectó que un central puede ser también lateral derecho, interior diestro y hasta delantero. Todo en uno para firmar un valioso gol. Valioso y decisivo gol para el Sevilla.

Bono atrapa el balón ante Junior Firpo en el Sánchez Pizjuán.

Bono atrapa el balón ante Junior Firpo en el Sánchez Pizjuán. / Afp

2.- Bono ganó la batalla, incluso a Messi

Dominó y gobernó su área. Ya desde el inicio, justo cuando el Barça estaba dominando el partido, emergió la figura del portero del Sevilla. Providencial resultó, sobre todo, su monumental parada a Messi. Se hizo enorme. Gigante estuvo Bono cuando el capitán azulgrana se plantó en el área andaluza aprovechando un soberbio pase interior de Griezmann. El disparo del argentino quedó repelido por el pie izquierdo del ex guardameta del Girona.

Era el prólogo de una noche inspirada donde llegó incluso a evitar un gol olímpico que intentaba Dembélé a través de un saque de esquina desde la banda izquierda. Luego, intervino con acierto en otro tiro de Messi, este desde fuera del área. Ya le había ganado la batalla al argentino en cada una de sus acciones, como demostró con el lanzamiento de falta en el último suspiro. Ganó por aire y tierra todos los duelos. Fue la noche soñada por Bono.

Dembélé intenta controlar un balón ante Escudero.

Dembélé intenta controlar un balón ante Escudero. / Afp

3.- La insistencia de Dembélé no encontró premio

Insistió. E insistió el delantero francés. Una y otra vez. No se arrugó Dembélé ante la sólida estructura defensiva del Sevilla. Le sacó incluso una amarilla a Escudero, a quien Lopetegui tuvo que sustituir en la segunda mitad porque veía que no podía frenarle. Estuvo veloz y profundo porque atraía a un par de jugadores del conjunto andaluz. Aguardó paciente en todo momento a que le llegara el balón. Una vez lo tenía, Dembélé aceleraba. Y casi siempre con peligro.

Sobre todo en la segunda mitad cuando el Sevilla se aculó en la casa de Bono amparado en la solvencia que le proporcionaban Koundé y Diego Carlos, consciente de que estaba preparando el ataque definitivo para tumbar al Barça. Era el gol de Rakitic. Otro gol donde salía en la foto el débil Umtiti, quien intentó dejar en fuera de juego al exazulgrana. Pero quien volvió a salir fue el propio Umtiti. 

Umtiti no puede controlar a En-Nesyri en el Sánchez Pizjuán.

Umtiti no puede controlar a En-Nesyri en el Sánchez Pizjuán. / Afp

4.-- Desgobierno en las áreas y sin eficacia

Remató mucho más el Barça (13 tiros y 4 a puerta) que el Sevilla (11 y 3), pero no supo dominar las áreas. Se estrelló ante Bono y no protegió como debía a Ter Stegen, a quien no arroparon en el inteligente partido diseñado por Lopetegui. Se aprovechó el sólido conjunto andaluz de la internada de un central (Koundé) y después de la aparición de un centrocampista (Rakitic)para castigar a un Barça dubitativo y extremadamente ineficaz.

El Sevilla, entretanto, ofreció un tratado de contundencia ofensiva digno de elogio. Al equipo de Koeman le faltaba siempre una última decisión acertada. Al de Lopetegui, sin embargo, le salió todo lo que había pensado. Mandó el Sevilla en su área y, luego, además mandó también en la de Ter Stegen. Con ese desgobierno no pudo mandar en el partido, sometido como siempre a la ley que le dictó el conjunto sevillista. Agazapado atrás antes del 2-0.