Y EN LA CUARTA TEMPORADA...

Dembélé empieza a sonreír

Tras tres años y medio tormentosos por las lesiones y su inadaptación, el francés se siente importante y necesario

"Es buenísimo, tiene uno contra uno, es rápido. Me encanta este jugador. Está muy metido y muy alegre", admite Koeman

Ha encadenado 11 partidos consecutivos, su mejor racha desde que llegó en el verano del 2017 tras la traumática marcha de Neymar

El delantero es una valiosa pieza en el asimétrico 4-3-3 que ha diseñado el técnico para agitar con éxito al Barça

Dembélé celebra el gol que le marcó a la Juventus en Turín en octubre pasado.

Dembélé celebra el gol que le marcó a la Juventus en Turín en octubre pasado. / Ap / Antonio Calanni

Marcos López

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Vino para suplir a Neymar, fichado a finales de agosto del verano del 2017, invirtiendo entonces Josep Maria Bartomeu una verdadera fortuna -la mitad de lo que recibió por el brasileño- en un joven delantero francés. Tenía 20 años. Eléctrico e imaginativo, al que nunca se terminó de ver en sus tres primeras y tristes temporadas con la zamarra azulgrana.

Ahora, cuando completa la cuarta y penúltima -le queda año y medio de contrato, hasta el 2022-, Ousmane Dembélé empieza a sonreír. Se siente importante con Koeman, quien antes de enfrentase este domingo al Betis (21.00 h, Movistar Partidazo), lo llenó de frases elogiosas.

"No sé lo qué había pasado en los otros años con Ousmane. Pero ahora ha mejorado mucho físicamente y juega muchos partidos seguidos", revela Koeman

No solo a Dembélé sino también a Griezmann, en quien el Barça invirtió más de lo que tenía de Neymar porque ya lo había dilapidado con Coutinho. "No sé lo que había pasado en los otros años con Ousmane", comenzó el técnico azulgrana, sin querer valorar el drama vivido por el exdelantero del Dortmund, más inquilino de la enfermería que del campo.

Lo que sucedió, y Koeman lo sabe, es que Dembélé llegó y se rompió en Getafe (septiembre del 2017) dando un taconazo, que le hizo desaparecer del escenario azulgrana. Luego, todo un misterio se apoderó de su figura, desconectado del juego, con evidentes problemas de adaptación en el vestuario, que ponían en serio riesgo tan elevada inversión económica.

La llamada veraniega a Griezmann

Solo ahora parece que es buena, pero el balance continúa siendo terriblemente desigual, siendo Dembélé lo más cercano que puede ser al Dembélé que se pagó coincidiendo, precisamente su resurgimiento con el de Griezmann (siete goles en los últimos ocho partidos), lo que obligó a Koeman a rescatar una llamada telefónica que  hizo el pasado verano al exjugador del Atlético. 

"Recuerdo que llamé a Antoine y le dije: ‘Tengo mucha confianza en ti’. Nunca he tenido dudas sobre él y, además, es un jugador que tiene autocrítica. Ha trabajado mucho para dar lo mejor de sí mismo. No se le puede pedir más", admitió el entrenador, quien ha reclamado a la FIFA y la UEFA que se proteja más a los jugadores porque el Barça jugará hoy con el Betis su duodécimo partido en el último mes, 11 de ellos disputados fuera del Camp Nou.

La «energía» de Messi

 "Estamos matando a los jugadores, hay que parar", imploró Koeman, feliz por la remontada en Granada, pero exigiendo máxima atención hoy en Sevilla. "Soy de ir día a día, partido a partido. El fútbol es un deporte raro. Hoy hace sol y mañana puede llover".

Y para evitar la tormenta queda el paraguas de Messi, que ha recuperado también la sonrisa tras meses de penumbra. "Leo está con mucha energía y mucha moral para ayudar al equipo", dijo el técnico azulgrana. "Solo hay una persona que puede decidir sobre su futuro. Es Leo mismo. El futuro está en sus manos, me gustaría que se quedara muchos años aquí".  

Dembélé inicia una jugada de ataque en el Nuevo Los Cármenes ante el Granada.

Dembélé inicia una jugada de ataque en el Nuevo Los Cármenes ante el Granada. / Afp

1.- Su mejor racha de azulgrana.

Su inicio fue desastroso. De aquel taconazo en septiembre del 2017 pasó al quirófano del doctor finlandés Sakari Orava, el mismo que recuperó en su día de una compleja y larga lesión muscular a Guardiola. Apenas disputó el francés el 38%de partidos posibles y su mayor registro se situó cuando encadenó cuatro encuentros. Mejoró algo en el segundo curso (18-19) cuando hiló hasta nueve choques de manera consecutiva.

Después, Dembélé, castigado, otra vez, por las lesiones, retornó a esa mísera racha de cuatro. Ahora, en cambio, suma 11, todo un acontecimiento del que está disfrutando Koeman, aunque tampoco arrancó con esa continuidad. De hecho, al inicio de la temporada, el técnico quiso dejar bien claro que "Ansu Fati está por delante de Dembéle".

Era, especialmente, por una cuestión de rendimiento ya que el joven de la cantera, hasta su grave lesión, era intocable. "Ha mejorado mucho físicamente. Jugó muchos partidos seguidos y tiene ritmo". El ritmo que nunca tuvo antes en el Barça. 

Koeman charla con Dembélé en el Camp Nou en el duelo contra el Elche.

Koeman charla con Dembélé en el Camp Nou en el duelo contra el Elche. / Reuters / Albert Gea

2.- El poder de un extremo profundo

Recluido Ansu, Koeman probó primero con el francés en la banda izquierda. Ahí jugó por ejemplo, en Huesca, inicio de un frenético 2021, con Griezmann de suplente. Luego, el técnico confinó a Dembélé en la banda derecha para ser un polo de atracción valioso en ataque en ese asimétrico 4-3-3.

El extremo puro y profundo que encara a la defensa y obliga a recular, generando así espacios para las llegadas de Messi, el propio Griezmann, el nuevo De Jong, Pedri y hasta Jordi Alba.

En la banda derecha atrae rivales Ousmane para dejar espacios por el centro y la izquierda queda monopolizada en ataque por Jordi Alba

En la banda izquierda, la responsabilidad ofensiva pertenece al lateral, sincronizando siempre su mente con la de Leo en esa jugada que el fútbol mundial se sabe de memoria desde hace casi una década. Pero nadie halla el antídoto. En la derecha, es Ousmane el tipo que enciende el interruptor de la luz del Barça.

No únicamente por su veneno, regatea con ambas piernas, es indescifrable, a veces incluso hasta a sus propios compañeros, sino cuando mira la cara al lateral de turno. Lo ataca sin miedo, atrayendo así el francés a más defensas rivales liberando territorio libre para los delanteros de Koeman. Él regatea, los demás flotan a su alrededor. Tiene, a veces, hasta la paciencia de aguardar junto a la cal que le llegue el balón.

Dembélé y Griezmann, en un entrenamiento en la ciudad deportiva de Sant Joan Despí.

Dembélé y Griezmann, en un entrenamiento en la ciudad deportiva de Sant Joan Despí. / FCBARCELONA

3.- Más integrado en el vestuario

Le costó jugar. 132 días de baja estuvo Dembélé en su primera temporada;86 en la segunda y 294 en la tercera. Le costó jugar y le costó, por lo tanto, adaptarse, con aquellos comportamientos que tanto irritaban a sus compañeros. "Dembélé tiene que dar un paso adelante", llegó a decir incluso Messi (noviembre del 2019. "Tiene unas condiciones impresionantes para hacer lo que él quiera, debe hacer ese cambio a ser profesional", reclamó el capitán. 

Recibió reprimendas privadas y luego públicas de sus compañeros. Hasta Messi le exigió dar un paso al frente. Paso que ahora está dando

Pero el francés, atormentado por tanta lesión (sufrió 10, y nueve son musculares, en tres años y medio) no hallaba salida alguna a ese laberinto, resumida en aquella expulsión de Mateu Lahoz en el Barça-Sevilla, con Messi diciéndole al colegiado, según recogieron las cámaras, aquello de «no sabe habla, no sabe hablar. Ha dicho muy mal, muy mal», imploraba Leo. Argumentos que no convencieron a Mateu.

Ahora, como expuso Koeman, también es otro Dembélé dentro del vestuario. "Está metido y muy alegre", dijo el técnico, "encantado" con ese delantero que solo ha sufrido una lesión muscular. Apenas cinco partidos de baja ha estado en la enfermería.

Dembélé, en el duelo copero en Cornellà.

Dembélé, en el duelo copero en Cornellà. / Efe / Enric Fontcuberta

4.- Otra decisión estratégica para el nuevo presidente

Primero Messi. Después, Messi. Y luego la angustiosa situación ecónomica que estrangula al Barça. Ese es el orden de prioridades urgentes para el sucesor de Bartomeu, aunque en su mesa también figurará el caso Dembélé.

¿Renovarlo? ¿O venderlo cuando aún le queda alguna posibilidad de recuperar una parte, aunque sea pequeña, de la tremenda inversión realizada en su día?

Pequeña porque en el 2022 queda libre y pequeña porque la crisis pandémica ha frenado el negocio. Costó 105 millones de euros más 40 en variables. Tiene 23 años y mercado si mantiene este rendimiento. El Barça ya lo empujó este pasado verano a que se fuera al United. Pero él no quiso.