Ter Stegen, el arcángel que protegió al Barça en Córdoba

En ausencia de Messi, al Barça le socorrió el otro 10 de la plantilla. Ter Stegen hizo cuatro paradas en el partido, dos antológicas, una en el último minuto, y dos cruciales en los penaltis para meter al equipo en la final de la Supercopa.

Excepcional parada de Ter Stegen a tiro de Zaldua.

Excepcional parada de Ter Stegen a tiro de Zaldua. / Jon Nazca / Reuters

Joan Domènech

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A pesar de todas las penurias futbolísticas, el Barça tiene dos dieces. Uno, el más importante, no jugó. Leo Messi se revolvió inquieto en la grada, impotente por no poder participar en el partido ante la Real Sociedad, dependiente del acierto de sus compañeros. El otro diez sí jugó. Estuvo bajo los palos.

El otro diez lleva el uno y también es capaz de ser decisivo y crucial muchas veces. Marc fue el arcángel de Córdoba, socorriendo al Barça con sus paradas, que sirvieron para elaborar un vídeo representativo de todas las virtudes de un portero de máxima categoría: la valentía para salir a los pies de un delantero exponiendo todo el cuerpo; el temple de esperar en un uno contra uno sin vencerse antes de tiempo; la potencia de piernas para volar hasta tocar un balón a la altura del larguero y la velocidad de reacción para llegar al palo opuesto y desviar una falta con la punta de los dedos (la de Januzaj en el último minuto). Más la intuición para adivinar la idea de Bautista en el primer penalti y el aguante suficiente para atender el segundo penalti de Oyarzabal y, esta vez, parárselo, forzando al capitán de la Real a cometer el primer error de su carrera en los 11 metros.

Ter Stegen para el primer penalti de la tanda de la Supercopa.

Ter Stegen para el primer penalti de la tanda de la Supercopa. / Afp

Penaltis sin estudio

Mallorca en la final de la Copa del Rey.

Riqui Puig, autor del 2-3 final en Córdoba, ni siquiera había nacido. Tampoco Araújo, Mingueza, Pedri ni Trincâo, aunque ninguno de ellos asumió un lanzamiento. Sí lo hizo Riqui, a la derecha de Koeman, cuando recitaba la lista de lanzadores, pidiendo el quinto. Lo transformó y se ganó una jornada de gloria en una temporada de fría grada: era la séptima vez que pisaba el césped en 25 partidos. 

«Estoy ilusionado con mi primera final», decía emocionado Araújo. Tan emocionado como debía estar Ter Stegen, más contenido casi siete años después de ingresar en el Barça. El meta alemán disputó dos finales en su primera campaña con el Barça: la de Copa ante el Athletic y la de la Champions ante la Juventus. Las ganó, sin haber pasado antes por el trance de los penaltis.

Ter Stegen sale a los pies de Isak, en el partido ante la Real Sociedad.

Ter Stegen sale a los pies de Isak, en el partido ante la Real Sociedad. / Rafa Alcaide / Efe

Elogios a la Real

Dos horas llevaba ya volando Ter Stegen por Córdoba, manteniendo al equipo vivo y firme. Como no estaba Messi, y el Barça perdía poder resolutivo, sus intervenciones pasaban a ser más trascendentales para proteger la portería azulgrana. El 1 fue el 1 y el 10. «Estoy supercontento por todo», afirmó orgulloso, consciente de que el equipo había superado un trance muy delicado.

«Hemos hecho un gran esfuerzo ante un rival con una filosofía muy buena», dijo, elogiando a la Real Sociedad por su espíritu agresivo y ambicioso con una presión por todo el campo. Igual que había hecho en el enfrentamiento de Liga y en el mismísimo Camp Nou. «A ellos al final les faltó energía y encontramos más espacios para los pases», analizó.

«Lo más importante es que pasamos», resumió. Una frase que habría firmado Messi, el otro 10 que quiere jugar una final.

Los compañeros felicitan a Ter Stegen tras para dos de los cinco penaltis ante la Real Sociedad.

Los compañeros felicitan a Ter Stegen tras para dos de los cinco penaltis ante la Real Sociedad. / Jon Nazca / Reuters