DUEÑO DE SU DESTINO
Messi decide sobre Messi
Desde este pasado 1 de enero puede negociar libremente su futuro con quien quiera
El capitán dice que aguardará a final de temporada para resolver la incógnita sobre su futuro
Manchester City y Paris SG son los principales candidatos para acoger al astro argentino
Entra en una inédita cuenta atrás, sin estar hipotecado por ningún contrato o cláusula
Las elecciones a la presidencia del Barça, fijadas para el 24 de enero, influirán en su elección
Camino de los 34 años va Messi. Y es ahora cuando ya nadie manda sobre él. No existe contrato alguno que lo pueda retener en contra de su voluntad a partir del próximo 30 de junio en el Camp Nou, como sí hizo el verano pasado Josep Maria Bartomeu. Tiene por delante seis complejos meses para decidir sobre sí mismo, sin hipotecas legales, con capacidad para irse al Manchester City con Guardiola o reunirse con Neymar en el Paris SG. Ya no hay cláusulas que le encadenen a un documento. Al final, Messi manda sobre Messi.
Casi siempre fue así. Pero cuando más necesitaba salir, ocurrió en agosto pasado cuando envió el burofax, el documento legal que certificaba sus meses de desencuentro y desengaño con Bartomeu, descubrió que estaba atado por un contrato. Y que la palabra, aunque fuera de un presidente del Barça, no tenían valor alguno.
Leo vio salir a Luis Suárez, su amigo del alma, regalado al Atlético, pagándole el club, además, una parte de su ficha. Vio partir a Arturo Vidal, otro de sus íntimos en el vestuario, hacia Milán para enrolarse, también prácticamente a coste cero, en el Inter de Conte.
Soledad en el vestuario
Todos se iban, incluso lo que no querían irse. Todos, menos él. Entonces, descubrió una sensación terriblemente extraña en el vestuario. Miraba a su alrededor y ya nada era igual, a pesar de que su relación con Koeman es directa y sincera.
Pero Leo estaba solo, prácticamente solo en un club que se había autodestruido con política erróneas de fichajes en los tres últimos años, coincidiendo, precisamente, con la fuga de Neymar al Paris SG, sin que nadie del Barça supiera detectar la voluntad del brasileño. A partir de ahí, el caos en Europa (Roma, Liverpool, Lisboa), al tiempo que el dominio doméstico (las dos Ligas con Valverde) camuflaba tan tremendo extravío.
A Messi se le iba, entretanto, apagando todo el paisaje (primero se fue Xavi; luego Iniesta, antes había abandonado el club Guardiola; luego claudicó Luis Enrique) que le había hecho feliz en la casa que le acogió desde que era «chiquito», con apenas 13 años. Ahora, tiene más motivos para irse que para quedarse. De hecho, él ya se fue en enero pasado cuando observó la caótica destitución de Valverde.
Hace un año que tomó la decisión de irse. Luego, el burofax certificó legalmente esa voluntad. Ahora empieza la cuenta atrás para Leo
Así se lo dijo a Bartomeu, pero este le desoyó. Así se lo escribió a Bartomeu en el burofax, pero éste ni lo leyó. ¿Para qué? No pasaría a la historia como el presidente que firmaba el adiós del jugador más importante de la historia del club.
Por mucho que Messi había decidido ya marcharse. Sentía, y quizá aún siente, que era el final de un ciclo, pero descubrió, muy a su pesar, de que no era el verdadero dueño de su destino. Ni mucho menos.
A la espera del presidente
Desde ayer, ya no hay nadie por encima suyo. Hará, como le confesó la pasada semana a Jordi Évole, lo que le dicte su "corazón y cabeza", tras reconocer que "no tiene claro su futuro", abierto a "esperar a final de temporada".
El Barça, tras la ruina de Lisboa, necesita tiempo. Justo lo que no tiene ahora Messi
Abierto, por lo tanto, a que el nuevo presidente del Barça que salga elegido el 24 de enero tenga la posibilidad de seducirlo para que pilote la transición de un equipo joven que necesita lo único que no tiene Messi: tiempo. O, tal vez, pactar consensuadamente una salida con todos los honores que requiere su leyenda.
Qatar, en el horizonte
Ahora, es el momento de Leo, enfrentado a una encrucijada vital porque supone arrancar a su familia de Castelldefels para un par de años. Al menos hasta el Mundial de Qatar, que se celebrará entre noviembre y diciembre del 2022. Su última gran esperanza con la zamarra de Argentina. Pudo irse varias veces del Barça. Ofertas nunca le faltaron, aunque nunca como desde ayer en que solo Messi decidirá sobre Messi.
Entra el capitán en una cuenta atrás que nunca había vivido desde que se asomó por el Camp Nou hace ya 16 años. Meses para fortalecer los argumentos que le empujaron a irse, a no ser que halle algún estímulo que altere su plan. El reloj ya avanza porque antes de acabar su carrera en Estados Unidos debe elegir el penúltimo destino de su carrera.
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