LA CARRERA AL CAMP NOU

Los votos huérfanos del nuñismo

Por primera vez desde que Núñez ganó en 1978 su espacio sociológico no tendrá un candidato claro

Núñez y Cruyff charlan en un avión.

Núñez y Cruyff charlan en un avión.

Roger Pascual

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Cruyffismo y nuñismo han sido los dos polos magnéticos que han marcado el Barça desde que en 1988 el constructor de Barakaldo puso el equipo en manos del holandés volador, que alteró el ADN derrotista del Barça. 'Rauxa' contra 'seny', el dinero en el campo contra el dinero en el banco, ambición deportiva contra ambición patrimonial, el fútbol entendido como deporte como negocio... En estas elecciones, en la que todos los candidatos se declaran cruyffistas, por primera vez desde que en 1978 Núñez llegó al palco su espacio sociológico no tiene un candidato claro. 

"De las pocas cosas que nos une a todos es tanto el cruyffismo deportivo como el filosófico. Creo que será la primera vez que el voto nuñista no votará unido", sentencia Jordi Farré, partidario de acabar con todos los ismos, menos el del mesías holandés. "Trasladado a la política el nuñismo es el conservadurismo total, no entender que esto es un divertimento, que sumergió al Barça en una época oscura. Lo mejor que hizo fue aguantar a Cruyff con una asamblea en contra. Hay que acabar con el nuñismo, el laportismo, el rosellismo, con todos los ismos menos el cruyffismo, que es algo positivo".

El heredero

El bartorosellismo fue el heredero natural del nuñismo. En la moción contra Joan Laporta del 2008, Bartomeu pedía el apoyo a la censura afirmando que "votar sí a la moción es votar no a Johan Cruyff". Sandro Rosell y él fracasaron en aquel primer intento, pero un par de años más tarde lograron seducir a aquel socio que se fijaba más en las formas de Laporta que en los títulos. Tanto Rosell primero como Bartomeu después quisieron alejarse de todo lo que oliera a cruyfismo y mover el péndulo azulgrana hacia el polo nuñista. Tras la muerte de Cruyff, Bartomeu intentó modular su lenguaje 'anticruyffista', con gestos como el estadio Johan Cruyff de la ciudad deportiva y señalando a Toni Freixa como el culpable de que el padre del 'dream team' devolviera la insignia al decir que los estatutos no contemplaban la figura del presidente honorífico. El exportavoz del club y hoy de nuevo candidato a la presidencia, que ha insistido en que es el más cruyffista de todos, considera que ser cruyffista en lo futbolístico no es ser antinuñista. Él es el que más abiertamente intenta capitalizar los votos nuñistas huérfanos, los que buscaba la candidatura frustrada de Juan Rosell. "Que me llamen nuñista es un honor. No sé si lo soy, pero Núñez fue un gran presidente los 22 años de mandato y marcó una línea de responsabilidad que precisamente esta junta anterior no ha tenido. Me hace gracia cuando dicen que Bartomeu era nuñista. Núñez no habría hecho las barbaridades que se han hecho últimamente con la gestión deportiva". Ciertamente, tras la fuga de Neymar, Bartomeu intentó adaptar el lema cruyffista de el dinero en el campo y no en el banco, gastando 420 millones en tres inversiones (Griezmann, Dembelé y Coutinho) que salieron a cada cual peor.

«Que me llamen nuñista es un honor. Para mí Núñez fue un gran presidente»

— Toni Freixa

Orgullo nuñista

Freixa no es el único que se declara cruyffista e intenta apadrinar los votos huérfanos nuñistas. Emili Rousaud, también anhela esta bolsa de votos. "El nuñismo es un estilo de dirección en que el club se gestiona teniendo muy presente que los propietarios son los socios, que no se ha de estirar más el brazo que la manga y que la economía está al servicio de los objetivos deportivos y sociales de la institución. Somos la candidatura que más y mejor puede acoger el voto nuñista debido a que defendemos este estilo de dirección el Barça como la mejor vía para remontar la paupérrima situación económica actual".

«Quien busque la combinación entre nuñismo y cruyffismo nos dará el voto»

— Lluís Fernández Alà

Lluís Fernández Alà cree que, como el yin y el yang, la clave está en encontrar un equilibrio entre cruyffismo y nuñismo. "Quien busque la combinación de las dos cosas, nos dará el voto", defendiendo "el rigor y cordura en la gestión económica" del expresidente con "la mentalidad ganadora" de Cruyff.

"El nuñismo priorizó la gestión económica por encima de cualquier concepto y gobernó el club bajo la tensión de 'si no estás conmigo, estás contra mí'. Aquellos que se pueden beneficiar son los que sigan estos principios", asevera Víctor Font, que afirma que su candidatura está impregnada del espíritu revolucionario de JC. "El cruyffismo es un Barça ganador, al ataque, que reniega del victimismo y nos hace sentir ganadores después de décadas de frustraciones. Fue una revolución ganadora llevada al terreno de juego como la que 'Sí al futur' plantea en la gestión del club". Xavi Vilajoana, que ensalza el cruyffismo como "una manera de entender el fútbol en mayúsculas con el balón como protagonista absoluto y en el centro de todo", asegura que no concibe "ningún ismo que nos lleve al pasado".

«Somos la candidatura que más y mejor puede acoger el voto nuñista» 

— Emili Rousaud

"La división nuñismo-cruyffismo ya es antigua, se ha transformado", apunta Agustí Benedito, para el que la dicotomía es entre laportistas y nolaportistas. "Hay cruyffistas que no son laportistas, entre los que me incluyo. No todo el continuismo es nuñismo ni todo el cruyffismo es laportismo". Laporta, que puso el Barça en manos de Cruyff para levantarlo tras la larga etapa del nuñismo (y su epílogo gaspartista), seguirá teniéndole como faro en caso de volver al palco del Camp Nou. "Ser cruyffista es tener una actitud ganadora ante la vida, desacomplejada, valiente, y tener gusto por el buen fútbol, que es el estilo genuino de cómo juega el Barça (...). Espero haber aprendido lo suficiente de él, aunque es insustituible, pero siempre estaremos pensando en qué habría hecho él cada vez que tomemos una decisión".