Elecciones en el Barça

¿Por qué el Barça atrae a tantos candidatos?

Nadie duda del amor y la pasión de los precandidatos por el Barça, pero todos aspiran a obtener una cierta relevancia mediática

"Muchos de los aspirantes creen que ser presidente el Barça da prestigio y, lo único que proporciona, es popularidad", señala un exvicepresidente

A todo el mundo le resulta sintomático que ningún miembros de las 300 familias importantes de Catalunya haya sentido tentación por este reto

Palco del barça

Palco del barça / Jordi Cotrina

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Lo primero que hizo el jefe de comunicación cuando se sentó, una vez firmado el contrato de colaboración, fue decirle al precandidato que, al día siguiente, irían a Santa Eulalia, en el Paseo de Gracia, 93, a hacerse dos trajes “porque, por más ‘cool’ que parezcas, no puedes aparecer así ante los medios”. Y, sí, fueron y se hizo dos trajes a medida. Ya es otro. O parece otro.

Al final de la comida, alguien le preguntó a otro precandidato, que le había dicho su esposa cuando le dijo que se iba a presentar a la presidencia del Barça. “Todo está consensuado y, sí, conversamos mucho sobre ello; ella es mi pareja, me apoya en todo. Si no salgo escogido presidente, sé que alguien estará contento y, sí, mi mujer será una de esas personas, seguro”.

Otro precandidato me ha asegurado que está convencido de que no saldrá elegido, “es materialmente imposible”, pero es una manera de empezar la carrera hacia las elecciones de dentro de cuatro años y conseguir un puesto, a lo largo de estos años, en las tertulias radiofónicas.

Las razones del reto

Hay, por supuesto, quien aprovecha estas elecciones y anteriores para disuadir de los amigos pudientes de que tendrán un asiento en el palco, influencia, popularidad, aunque para ello lo primero que tienen que hacer es una aportación de un buen puñado de miles de euros para la campaña, que será todo lo cara que quiera él y, tal vez, hasta le quede algún dinero, una vez no conseguida la presidencia, para seguir tirando hasta la siguiente cita electoral. “Me lo he gastado todo en la campaña”, le dirá a los ingenuos que querían ser directivos.

La casuística es inmensa, tremenda, hasta algo esperpéntica. Todas las fuentes consultadas por El Periódico para responder a la pregunta ¿por qué alguien aspira a la presidencia del Barça? ¿qué mueve a determinado tipo de personas, de perfil, a querer ser presidente o directivo del Barça?, dan por sentado que lo primero es su amor al club, evidentemente, su sensación, cierta o no, estén o no preparados para ese reto, de que ellos sí pueden solucionar los problemas del Barça y, como dicen todos colocar a la institución “en el lugar que se merecen”. Pero también esas mismas fuentes, o casi todas, afirman que lo que más les mueve es el ego, la notoriedad, aprovechar el eco que tiene ser precandidato y/o candidato para hacerse un nombre, proyectar su éxito (si es que lo tienen) y aprovecharse de la fuerza que tiene el club.

“Es evidente y sería lo más sensato, lo más lógico”, señala uno de los sociólogos más importantes de este país, “que, tras un periodo de crisis profunda, en una situación de casi desesperación de la institución y, como llaman ahora, de la industria del fútbol, lo más adecuado sería crear, consensuar, una candidatura única, que afrontase los durísimos dos años que nos esperan en todos los ámbitos y, luego, tal vez, convocar unas elecciones a la presidencia. Y, no solo no ocurre eso, y no solo nadie lo está intentando, sino que, de momento, según leo, vamos por el noveno precandidato”.

Miles de firmas, millones de euros

La lluvia de precandidatos, bastante común a lo largo de las últimas décadas, podría hacer que el Barça, como institución, buscase, en los próximos años, alguna manera de reducir la posibilidad, no ya de ser candidato, para lo que se requieren 2.257 firmas de apoyos de socios y la obligación, una vez elegido presidente, de avalar 118 millones de euros (el 15% del presupuesto del club) con tu propio patrimonio o el de tu junta, sino, incluso, poner alguna condición para poder mostrarte como precandidato. Lo que manejan algunas mentes del club es exigir, al menos, un centenar de firmas de socios para poder anunciar que eres precandidato.

Una cosa resulta evidente, para salir en los periódicos, solo hace falta decir que te presentas, alquilar un local por unas horas, lanzar un eslogan y ya eres precandidato, te buscan, hablas, apareces en todos lados y empiezas a hacerte un nombre, si es que no lo teníasl. “No nos engañemos”, señala un experto que ha participado, activamente, en más de cinco campañas electorales en las últimas décadas, “esto del Barça es una locura y su eco es de unas dimensiones ilógicas. Tanto que te puedes encontrar a personas, como Sandro Rosell, por ejemplo, que, desde que tenía 18 años, quería ser presidente, no quería ser Cruyff, ni Kubala, ni Messi, ¡quería ser presidente!, o personas como Bartomeu, que no quería ser presidente, que se arrepiente de haber sido presidente, pero que creyó que le tocaba ser presidente por no defraudar a su amigo o dejar el club en manos de otros”.

Una cosa tienen todos clara y está demostrada a lo largo de la historia del club: jamás miembro alguno de las 300 familias que, dicen, controlan Catalunya, se ha sentido tentado de aspirar a la presidencia del Barça. Y, menos ahora, que a la dificultad económica, a la pandemia, a la bajada de interés del fútbol y al acoso mediático que sufre el presidente del Barça, se añade una enorme politización del cargo, dado que el club es el único reducto que le falta por conquistar al ‘procés’.

¿Dónde está la gente importante?

“El Barça es el lugar ideal para aquellos que quieren obtener un reconocimiento público del que carecen o bien en su ámbito profesional, empresarial y, a veces, hasta personal, y también para aquellos que quieren ejercer el poder a nivel público, deseosos de que se les vea mandar”, señala uno de los ejecutivos del Barça, que llevan años, años, en la casa. “Y, en ese sentido, es evidente que aquellos representantes de la denominada sociedad civil catalana, que tienen éxito y poder, ya están lo suficientemente reconocidos por la sociedad y no tienen necesidad alguna de arriesgarse, en un ambiente que no conocen, en un escenario excesivamente público, con unos medios que no controlan y frente a un ambiente que lo tolera todo, incluso la amenaza a los hijos del presidente, como le ocurrió recientemente a ‘Barto’. Hay que ser muy bobo para poner en riesgo todo lo conseguido a nivel personal, familiar y empresarial para ser, simplemente, presidente del Barça”.

“Es evidente, ¡claro que sí!, que detrás de todos los precandidatos que ha habido, en la larga historia del Barça, buenas intenciones y un enorme cariño al club. Incluso, por supuesto, la sensación de que eran los salvadores”, señala uno de los vicepresidentes más importantes de las últimas décadas. “Pero es evidente que el 90% de ellos han buscado relevancia social al presentarse, conseguir el reconocimiento que no tenían, confundiendo, de forma alarmante y muy preocupante, popularidad con prestigio. Puede que ser presidente o directivo del Barça te otorgue popularidad, pero es evidente que no te da prestigio”.

“Se pueden contar con los dedos de una mano y sobran un montón los presidentes que, cuando han dejado el Barça, ha gozado de mejor imagen que cuando entraron. Esto es una trituradora, una silla eléctrica, por lo que es el club, el fútbol y la capacidad que tienen los medios de, no solo cuestionártelo todo, cosa que no se atreven en otros ámbitos de la vida, sino destrozarte sin más”, insiste el ejecutivo culé. “Ya no hablemos lo que supone, a nivel familiar, un reto de este calibre. Es evidente que meterte aquí dentro puede acabar con tu matrimonio, cuando no con tu empresa, pues el mayor problema de los directivos e, incluso, de los propios presidentes, es que se creen que saben de esto y quieren opinar de todo, sin dejar trabajar a los profesionales, a los ejecutivos, ‘porque aquí mando yo, que soy quien arriesga su patrimonio al avalar’, te dicen”.

En ayuda del amigo

“Yo, después de muchas campañas, he llegado a la conclusión de que los precandidatos, no solo no tienen a su lado un familiar, un socio, un amigo, hasta una esposa y/o hijos, que le abran los ojos y le digan ¡pero dónde vas!, sino que, encima, tiene mucha gente a su alrededor que le dicen ‘venga, tú serás el mejor presidente de la historia’. Y se lanza al abismo. O a la notoriedad, popularidad, pero no prestigio, en efecto”, insiste el organizador de más de una campaña electoral azulgrana.

“Yo he de confesarlo: me metí en esto porque me lo pidió mi amigo del alma, pero es la peor decisión que he tomado en mi vida. Y, sí, el día que abandoné el club, fue uno de los cinco días más felices de mi vida y de la vida de mi esposa y mis dos hijos, todos locos por el Barça; yo, no”, comenta un vicepresidente de hace ya muchos años. “Nadie puede imaginarse el caos que es eso, de verdad, y, sobre todo, la vorágine que significa el día a día y, por descontado, vivir rodeado de directivos que creen saber y no tienen ni idea. Y, encima, no confían, ni contratan, a buenos ejecutivos que lleven la gestión del club. Tú, sabes de lo tuyo, sabes de lo que sabes, y tu misión en el Barça es rodearte de los mejores profesionales de cada sector. Y punto. Actuar como un consejo de administración. Pero, no, aquí se trata de querer demostrar que eres el que más sabe de todos. Y que mandas, que tienes poder”.

El secreto del rico Branson

“Y otro dato, por favor”, añade este exvicepresidente, “no olvidemos, a la hora de luchar por ser presidente y/o directivo, lo que podríamos llamar la erótica de viajar con el equipo, de conocer a Messi, de relacionarte con los que, a menudo, son tus ídolos, pues eso mola cantidad entre ese grupo de amigotes que te han empujado a presentarte”.

Y, al final, siempre te puedes acoger al consejo que te da alguien tan popular, famosillo y rico como Richard Branson: “Si alguien te ofrece una oportunidad increíble, pero tú te ves incapaz de afrontarla, de hacer ese trabajo, di que sí, después ya aprenderás a hacerlo”.