UN 10 INOLVIDABLE

El sol Maradona brilló poco en Barcelona

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Joan Domènech

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Duró más el interés del Barça por Diego Armando de Maradona que la estancia del mito argentino en el Camp Nou. Estuvo solo dos campañas vistiendo de azulgrana (1982-1984), pero ya se había firmado un contrato más de dos años antes, en 1980. Y de la existencia de ese proyecto de crack mundial, en las viejas oficinas del club tenían constancia desde 1977. [Sigue la última hora en directo y las reacciones a la muerte de Maradona]

Fue entonces cuando Josep Maria Minguella, que estaba en Argentina para fichar al delantero Jorge López del Argentinos Juniors para el Burgos, descubrió a Maradona. Tenía 17 años y empezaba a aparecer en el once rojo. Empezaba a maravillar. Y, todavía asombrado,  a su regreso, Minguella se acercó al Barça para informar del tesoro. Seguro que el exagente empleó la palabra "fenómeno". Maradona costaba 100.000 dólares. Jaume Rosell era el gerente. No había un duro en las arcas barcelonistas.

Dos años de espera

Tres años después, con Josep Lluís Nuñez en la presidencia y dos temporadas sin ganar la Liga, ya había dinero. Y necesidad. Maradona había sido designado el mejor jugador del mundo juvenil. Y los 100.000 dólares se habían transformado en 10 millones de dólares. Firmado y rubricado, solo había que esperar a que acabara la temporada argentina para que Maradona volara a Barcelona.

Pero ese vuelo se demoró dos años más. La junta militar que gobernaba el país ordenó a Julio Grondona, el presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) que el astro más llamativo, como el sol de la bandera, debía seguir iluminando Buenos Aires hasta después del Mundial-82. El anterior, el de 1978 que conquistó la albiceleste, Dieguito había sido descartado en el último momento. 

Y aterrizó en Barcelona, efectivamente, tras el Mundial como jugador del Barça y tras jugar un año cedido en Boca Juniors. Aunque no fue la primera visita a la ciudad, sino la tercera. Antes, había acudido con la selección al amistoso de despedida de Carles Rexach (1 de septiembre de 1981) y, durante el torneo, jugó dos partidos en Sarrià, frente a Brasil e Italia. Lució poco en todas esas ocasiones, pero los destellos que emitió deslumbraron a los culés.

El 8 de Schuster, el 10 de Maradona

"Aquest any, sí!", dijeron miles. El Barça estaba repleto de internacionales españoles con el añadido del alemán Bernd Schuster, propietario de la camiseta con el 8. El 10 quedaba reservado para Maradona.

La ansiada llegada fue apoteósica: cinco goles en los primeros tres partidos, 11 en los 16 que llegó a disputar hasta el 5 de diciembre frente a la Real Sociedad. Una hepatitis, según el parte médico oficial, le apartó de los terrenos de juego hasta el 12 de marzo. Tardó tres partidos en marcar, pero hasta final de temporada aportó 12 goles más. No sirvieron para conquistar la puñetera Liga, levantada por Athletic; sirvieron para conquistar la Copa del Rey y la Copa de la Liga. Las dos sobre el Madrid.

César Luis Menotti había sustituido a Udo Lattek y la ascendencia, el verbo y los conocimientos del exseleccionador argentino iban a ser el complemento definitivo para la siguiente campaña. "Aquest any, sí!", repitieron los culés.

La entrada de Goikoetxea

Pero esa campaña acabó muy pronto. Exactamente el 24 de septiembre. El Barça vapuleó por 4-0 al Athletic en el Camp Nou, pero antes Andoni Goikoetxea vapuleó a Maradona con una violenta entrada por detrás, en el centro del campo y de espaldas a la portería rojiblanca. Los ánimos venían caldeados de la campaña anterior, se calentaron en ese encuentro y se incendiaron finalmente en la final de Copa meses más tarde, que acabó con una pelea multitudinaria sobre el césped del Bernabéu.   

Maradona no reapareció hasta el mes de enero. Ese segundo parón fue fatal. "Cambió la vida de Maradona y la del Barça", recordaba Minguella. "El Barça tenía un jugador para 10 años, para ganar 8 Ligas", sostiene todavía hoy. Pero en la lujosa mansión del futbolista había mucha gente. Juventud. Poder. Dinero. Tiempo. Demasiado de todo.

Volvió Pelusa el 8 de enero con dos goles al Sevilla, más dos a Osasuna (con derrota 4-2) y otros dos al Athletic, en el cuarto encuentro, como dulce venganza del tobillo partido. Once goles en total hasta el final de temporada. Pero sin Liga, sin Copa y sin Recopa, tras una contundente derrota en Old Trafford, donde el Manchester United remontó (3-0) el 2-0 de la ida. La conquista de la Supercopa de España fue insignificante.

Entrenamientos por la tarde

A Núñez se le estaba acabando la paciencia. Seis años después de prometer Un Barça triomfant, seguía sin conquistar una Liga. Pese a todos los fichajes realizados. "Cambiamos los horarios de los entrenamientos para que así pudiera dormir más por la mañana”, murmuraba al conocer los hábitos del primer equipo. 

Las derrotas, los rumores y el malhumor general formaron una mezcla explosiva a la que solo le faltaba una cerilla. El detonante para que se produjera una cadena de acontecimientos que desembocara en la ruptura. "Maradona no se quería ir", aseguran muchos de sus allegados barceloneses.

El Nápoles logra el aval

Los clubs italianos, en aquella época -como los ingleses ahora- tenían un poderío económico incontenible y fueron llamando al Barça: Juventus, Roma, Fiorentina, hasta el Nápoles, que no era, ni mucho menos, de los grandes. Ni se le suponía capacidad para presentar una oferta considerable. Núñez pedía un aval bancario de 10 millones de dólares, con lo que el Barça recuperaba la inversión efectuada. El Nápoles lo consiguió.

El club hizo una declaración formal negando que considerara el traspaso de Maradona y Maradona supo que el club lo sopesaba. El astro se enfadó y se produjo el eclipse. Rompió con Núñez y quiso escuchar él también cómo sonaba la música italiana. El representante del Nápoles que se había marchado el viernes, regresó a Barcelona el sábado. El traspaso se firmó en las oficinas del aeropuerto de El Prat.

Maradona había llegado más tarde de lo previsto a Barcelona y se marchó más pronto de lo esperado. Dejó 38 goles en 58 partidos oficiales, 47 en 75 en total durante las dos campañas.  Poco.