El Barça mete un pie en octavos

Con una victoria en alguno de los tres próximos partidos el Barça se habrá asegurado la clasificación para los octavos de la Champions. Le iría muy bien al equipo lograrlo a la primera, en la devolución de la visita al Dinamo el 24 de noviembre, para meterse de lleno en la Liga, que ya va tarde. El primer puesto del grupo apunta a que quedará pendiente para la última jornada con el duelo ante la Juve, con la momentánea ventaja del golaveraje de Turín (0-2).

Ganó el Barça porque jugó con el marcador a favor desde el principio que le dio un margen de tranquilidad y que desperdició a golpe de ir fallando ocasiones, lo que remitió el protagonismo a los porteros, espléndidos pese a sus delicadas situaciones individuales: Ter Stegen volvía después de tres meses de inactividad y Neshcheret es el tercer meta del Dinamo y jugaba su segundo partido como profesional. El primero fue el sábado.

El Barça ha hecho un trabajo impecable en Europa, pero los apuros ante el Dinamo servirán para recordarle que aún debe mejorar mucho más si espera llegar lejos. Se metió en problemas el equipo al desperdiciar numerosas ocasiones para sentenciar el duelo y dejó vivo al Dinamo, que supo provocar el desbarajuste azulgrana en el segundo tiempo, pero que chocó ante el gigantesco Ter Stegen.  

 Vuelta justificada de Ter Stegen

No le vino grande el partido al Dinamo, un once más joven incluso que el Barça; sin menores, con dos jugadores de 18 (el portero Neshcheret y el central Zabarnyi), y sin ningún treintañero. Lastrado llegó a Barcelona con nueve ausencias por el covid-19. Entró al campo perdiendo, con un penalti en contra cuando alguno de ellos no había derramado siquiera ni una gota de sudor. A los cuatro minutos. Así funciona Europa.

No esperó Koeman unos días de prudencia para alinear a Ter Stegen, recién recuperado, ni dispensó un partido de cortesía a Neto tras su garrafal error ante el Alavés para que no pareciera castigado. A la primera que pudo echó mano del alemán, uno de los indiscutibles, por cierto, de regreso tras los ocho del Bayern. Una parada suya, reactiva soltando el brazo pillado al contrapié, desvió un cabezazo de Buyalskiy que pudo adelantar las angustias vividas luego. Neshcheret estuvo a la altura de Ter Stegen. Sacó algunas manos que frustraron la goleada azulgrana, que atacó en oleadas, muy discontinuo en el juego, muy mal en el epílogo.

Koeman pide tiempo sabiendo que no lo tiene, y prefiere no perderlo. Pragmático ante todo, prorrogó el invento de Vitoria que iluminó (y aceleró) el juego del Barça. Como si fuera la tercera parte, mantuvo a De Jong en el eje de la defensa, a Dest en el lateral (derecho, esta vez) y colocó a Pjanic para que compartiera el doble pivote a la derecha de Busquets.

Nueva pareja de centrales

Estrenó pareja el técnico en el centro de mando. La buena nota deberá ser refrendada en citas más complicadas porque la mayor deficiencia de la fórmula, que los dos estén a la misma altura, no se solucionó.

Igual que necesitará reexaminarse la ubicación de De Jong al lado de Piqué, muy poco exigido en tareas de área, donde se requiere oficio y conocimientos.El Dinamo de Kiev se defendió muy atrás, lo que invitaba a que el holandés se sumara para construir como esperaba Koeman y no se viera comprometido en la comparación con Lenglet. El mano a mano con Supryaha lo perdió por velocidad: lo mismo le habría pasado al francés. Verbic lo demostró al cabo de un rato.

Como no es posible cambiar del todo de competición a competición, el Barça de la Champions se pareció al de la Liga. Lo que no se pareció fue el signo del resultado. Enlazó muy buenos momentos de presión colectiva que facilitaron ataques inmediatos y algunas jugadas combinativas de mérito por lo rezagado que estaba. Pero también exhibió los graves problemas de repliegue cuando se producen pérdidas. Los solucionó Ter Stegen, y esa no es forma de andar por la vida.