Cristiano no jugará el Juve-Barça por el covid-19

Cristiano Ronaldo celebra un gol marcado a la Roma en la Serie A.

Cristiano Ronaldo celebra un gol marcado a la Roma en la Serie A. / periodico

Joan Domènech

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El duelo cumbre del grupo G –el primero de ellos, porque el del 8 de diciembre, de la sexta y última jornada puede ser más dramático– llega en mal momento. Ni Juve ni Barça podrán dar su mejor versión. La cita se celebra en un estadio vacío, como el clásico del sábado, los equipos arrastran decepciones (la Juve empató con el Verona y el Barça perdió con el Madrid), sus entrenadores son nuevos, y habrá sensibles ausencias.

Empezando por la de Cristiano Ronaldo, que dio nuevamente <strong>positivo en el test del covid-19</strong> y continuará confinado en casa. A la Juve le faltará su gran estrella, además del central Chiellini. Algo parecido al Barça, que se presentará <strong>sin dos centrales (el sancionado Piqué y el lesionado Umtiti)</strong> y Coutinho, también de baja. 

Sin protección ni ánimo

Al equipo de Ronald Koeman le pilla la monumental crisis institucional –ya no es solo deportiva, como pretendió acotarla Josep Maria Bartomeu- fuera de casa, en Turín, aunque difícilmente los efectos de la triunfal moción de censura que ha laminado el mandato de la junta harán mella en el vestuario. El trato entre los dirigentes y los futbolistas era nulo, reducido solo al intercambio de papeles firmados. Koeman y Messi y compañía solo se tienen a sí mismos. De ellos dependerá la suerte de un club que se adentra en la oscuridad. Van solos, sin nadie que les proteja desde arriba y nadie que les anime desde abajo.

El equipo está solo, sin nadie que les proteja desde el palco ni nadie que les anime desde la grada

Nunca ha ganado el Barça en Turín, en ninguno de los tres estadios que ha conocido en la ciudad piamontesa. El recuerdo que pervive, por encima del 0-0 de la última visita enmarcada en la más relajada fase de grupos, es el 3-0 de abril del 2017. El segundo aviso de la pendiente que había iniciado el grupo que dirigía Luis Enrique. Vino después del 4-0 de París, prematura y artificialmente enterrado por el milagroso 6-1 de la vuelta.

Avisos acomplejantes

Luego vinieron el 3-0 de Roma, el 4-0 de Liverpool y el 2-8 de Lisboa. Una catástrofe cada temporada. De aquellos polvos estos lodos que han manchado la camiseta, hasta el punto de que el club parece querer disimular que se trata del Barça con el uso del pijama rosa...  Resultados acomplejantes e inolvidables tratándose de la primera salida europea. <strong>El Madrid recordó al Barça que sigue débil, </strong>con un punto ganado de nueve posibles en la Liga.

Koeman tendrá que combatir el comprensible miedo que atenace a los supervivientes como a los recién llegados en el vestuario. La ausencia de público aliviará la presión. Lo echó de menos en el Camp Nou y lo echará de menos hoy en "un gran partido que no es decisivo", tal era su valoración.

60 minutos buenos

El segundo plato fuerte en  cuatro días después de enfrentarse al Madrid. El almuerzo del sábado a las 16 horas fue indigesto, aunque el entrenador no se siente muy indispuesto antes de la cena del miércoles (21 h.). "Los primeros 60 minutos fueron buenos", recordó en la sala de prensa del Juventus Stadium. Hasta el penalti. "Luego fuimos peores", admitió.

Koeman pide "tranquilidad y tiempo" para poder desarrollar su trabajo como técnico, que incluye "muchos cambios". Se observan (Dest, Pedri...), aunque se notan poco en la imagen del equipo y en los resultados. Queda todavía por ver la influencia de  Miralem Pjanic, el fichaje principal del verano, en su regreso a Turín. Es, por ahora, el que menos peso y presencia ha tenido. El centrocampista lo atribuye a su tardía incorporaciójn por haber sufrido el coronavirus.

El 3-0 de Turín del 2017, fue eel segundo aviso del 4-0 de París y la antesala de Roma, Liverpool y Lisboa

"Estoy aquí para jugar y es normal que quiera jugar", dijo, remitiendo a Koeman la opción de cambiar el dispositivo del doble pivote y ser alineado con Busquets y De Jong. "Es una decisión que no me incumbe. A mí me corresponde entrenar bien, como hago, y luego esperar a lo que decida el míster y aceptarlo". Y lo acepta.

Tampoco tiene la certeza de ser titular con Pirlo. Lo era con Maurizio Sarri. Koeman se ve en la misma tesitura que Pirlo, como dos técnicos que han llegado nuevos a un equipo. Y Pirlo veía que no tenía ningún motivo para confiarse ante un Barça que no chuta. 

Máximo respeto

"<strong>Tengo el máximo respeto</strong> por este tipo de jugadores, aunque falten Piqué y Coutinho. Cuando te enfrentas a ellos siempre has de desear que no tengan su mejor noche", confesó el técnico, que acumula  tres empates seguidos (tres puntos de nueve) está lejos del liderato en el que se ha instalado las últimas nueve temporadas. A Pirlo no le piden el décimo scudetto, sino la primera Champions en 25 años.

El máximo respeto, en primer lugar, por Messi, al que se enfrentó como jugador en la final de la Champions del 2015 por última vez –“todos los partidos que pierdes desearías jugarlos otra vez”, dijo- y a quien ahora, como entrenador, deberá anular con un dispositivo sin que la Juve pierda sus esencias.

"<strong>Estamos en construcción</strong> y la clave, en estos momentos es no perder puntos”, dijo Pirlo. No perderlos en la Serie A ni en Europa. “Tenemos que acercarnos al partido con ganas y determinación, que fue algo que nos faltó ante el Verona, añadió el técnico, que destacó la proyección de Ansu Fati y la de su pupilo Dejan Kulusevski, sueco de 20 años, como futuros continuadores del legado aún inacabado de Cristiano y Messi: “Llevan 15 años máximo nivel, forman parte de la historia del fútbol”.