Bartomeu acusa de "irresponsable" a la Generalitat tras su dimisión

Bartomeu, en su comparencia telemática ante la prensa.

Bartomeu, en su comparencia telemática ante la prensa. / periodico

Joan Domènech

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Un discurso formal de despedida, con el correspondiente balance de la gestión realizada, con un sinfín de aciertos y un breve y genérico capítulo de errores, más el habitual capítulo de agradecimientos. Pero los 25 minutos de comparecencia de Josep Maria Bartomeu, en el mismo lugar donde el día anterior no veía motivos para dimitir, estaban teñidos de enfado, cólera y crispación para justificar que, efectivamente, como se esperaba, dimitían él y su junta en bloque.

¿Renuncian por el 2-8 ante el Bayern? ¿Por el Barçagate? ¿Por los 97 millones de déficit que dejan en el ejercicio económico? ¿Por la acusación de mentiroso lanzada por Messi? ¿Por el descrédito que tienen en la plantilla  como insinuó Piqué? No. Bartomeu dejó para la posterioridad que su mandato se acaba prematuramente ante el chantaje emocional presentado por el Govern de Catalunya al negarse al aplazamiento de la votación de la moción de censura a los días 15 y 16 e noviembre, cuando debía realizarse los días 1 y 2.

"No podíamos situarnos en la tesitura de optar entre la protección de la salud del socio y el ejercicio del voto", explicó Bartomeu, como si la dimisión fuera la más caballerosa de las decisiones frente a la "irresponsabilidad" de la Generalitat de no conceder al Barça la "cobertura legal" para retrasar la votación y hacerla descentralizada en 21 sedes, 13 de ellas en Catalunya.

"No podíamos situarnos en la tesitura de optar entre la protección de la salud del socio y el ejercicio del voto"

Medidas contradictorias

Al Govern no solo le reprochó que niegue al club una mano, sino que lo acusó de tomar medidas "contradictorias" en la delicada gestión de la  pandemia, además de atribuirle "intereses políticos y electorales" para forzar un cambio en el Barça. En ese negativa del Procicat de ayer justifica Bartomeu el cambio de postura para ejecutar su dimisión y la de toda la junta. No tenían, ni mucho menos, "voluntad de perpetuarnos en el poder".

Lo que sentían Bartomeu y sus 14 directivos era una enorme responsabilidad, en contraste con los dirigentes políticos, para capear la crisis de la pandemia, causante de muchos de sus males, vino a decir, e impedir así que el club quede en manos de una gestora con "competencias limitadas" y que no podría, por ejemplo, fichar un entrenador o frenar la marcha del capitán, como hicieron ellos al contratar a Koeman y frenar a Messi después de la catástrofe del 2-8.

Acabar la negociación

La comisión gestora, que en el periodo electoral del 2015 fichó a Arda Turan y Aleix Vidal -estará dirigida por Carles Tusquets, presidente de la Comisión Económica Estatutaria-, tendrá que afrontar de inmediato, antes de convocar las elecciones anticipadas para enero, un asunto más delicado: completar la reestructuración económica de reducción de gastos con la "adecuación salarial" del primer equipo y los trabajadores de la entidad ante la grave amenaza que se cierne sobre la viabilidad futura del club.

Bartomeu no se va por las críticas ni los insultos ni las amenazas que dice haber recibido él y su familia. Ni tampoco porque  hayan descubierto los presuntos intereses ocultos que le retenían en el palco. Se va en aras de preservar la integridad física de los socios del Barça y evitar un atentado a la democracia en la votación de la moción de censura.

Se va dolido por dejar una obra inacabada y enojado por un presunto complot gubernamental, pero se va dejando lo que viene a ser un legado de futuro: inscribió al Barça en la Superliga  europea (también en el ampliado Mundial de clubs) que se está creando, de cuyos detalles y  requerimientos tendrá conocimiento su sucesor en la presidencia.  Los ingresos de la competición garantizarán la "sostenibilidad económica" del Barça para que siga enfrentándose de tú a tú a equipos en poder de millonarios y de Estados y siga siendo el club de sus socios.

Concluyó Bartomeu, con un alarde de la gestión realizada desde el 2015, recordando los títulos conquistados, los beneficios económicos, las gestiones realizadas en todos los ámitos y ha incluido las dificultades afrontadas como la muerte de Tito Vilanova y el encarcelamiento de Sandro Rosell.