LA SITUACIÓN AZULGRANA

Una pausa húngara en la tormenta azulgrana

Bartomeu sigue desde casa el estreno de Champions después de que un familiar diera positivo por covid

Ansu Fati celebra su gol con el resto de compañeros

Ansu Fati celebra su gol con el resto de compañeros / periodico

Roger Pascual

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"Cuando el destino se dirige a nosotros, con cualquier forma, y nos llama por nuestro nombre, en el fondo de nuestra angustia y de nuestro temor siempre brilla cierta atracción, porque uno no solamente quiere vivir a cualquier precio, sino que quiere conocer y aceptar la totalidad de su destino, también a cualquier precio, incluso a costa del peligro y de la destrucción", escribió el húngaro Sandor Marai en 'El último encuentro'. El clásico del sábado podría ser el último encuentro de Josep Maria Bartomeu en el palco del Camp Nou. El presidente azulgrana vio desde casa el estreno de la Champions después de que un familiar diera positivo por covid, aunque espera poder estar el sábado en el primer duelo con el Madrid de la temporada. La pandemia, que ya le ha librado de las pitadas por la pérdida de la última Liga, la humillación en la Champions y el intento de marcha de Messi, es la última carta que le queda para evitar el voto de censura. 

En 'El último encuentro', uno de los mejores libros de este escritor tan húngaro como el primer rival del Barça en la Champions, cuenta la historia de dos viejos amigos que se vuelven a encontrar muchos años después de que uno de ellos se marchara tras intentar acabar con el otro. Messi no pudo irse este verano pero con su intento de fuga disparó el gatillo de la moción de censura contra Bartomeu y Leo Messi. Quién sabe si este sábado será la última vez que coincidan en el Camp Nou, con el presidente en el palco. "El tiempo lo conserva todo, pero todo se vuelve descolorido, como en las fotografías antiguas", reflexionaba Marai. Leo es el único superviviente de aquella foto descolorida que le permitió a Bartomeu ganar las elecciones con el lema "triplete y tridente". El lunes la junta directiva decidirá si se activa el voto de censura, después de la reunión que tendrá el club con la Generalitat este miércoles en el que también está convocada otra para la mesa de negociación de los salarios de los empleados azulgranas para rebajar un 30% el gasto del club.

El balón sigue girando en los estadios como si no pasara nada mientras la sociedad, en general, y el Barça, en particular, se derrumban por la pandemia. Porque el fútbol, los libros y la música nos sirven de refugio en estos tiempos tan raros. "Los dioses son, como se sabe, envidiosos, y cuando dan un año de felicidad a un simple mortal, lo apuntan como una deuda, y al final de su vida se la reclaman, con intereses de usurero", decía Marai. Tras los años de felicidad del D10S, ahora las deudas económicas y deportivas se ciernen sobre el equipo.

Ronald Koeman, que llegó en 1988 a un Barça que era un desierto tras el Motín del Hesperia, intenta levantar al equipo en un entorno poco propicio y a contrarreloj. El partido contra el Ferencvaros debía servir para recuperar sensaciones después de que los pinchazos ante el Getafe y el Sevilla frenaran la recuperación anímica que habían supuesto las victorias ante el Villarreal y el Celta. Pero el equipo no empezó a carburar hasta que Messi y Ansu Fati le dieron un poco de aire. La sonrisa del técnico holandés ante las buenas sensaciones del equipo tras el gol de Leo se le borró del rostro con la expulsión de Piqué, no tanto por ver peligrar el encuentro sino por perderle para el duelo con la Juventus la semana siguiente. Precisamente en la posición más delicada del equipo, en la que solo cuenta con Ronald Araujo como recambio de la pareja de titulares. Dembélé, que no supo aprovechar la titularidad ante el Getafe, quiso demostrarle a su técnico que puede contar con él con una asistencia a Pedri y un tanto para rubricar la pausa húngara en plena tormenta.