BARÇA - GIRONA (3-1)

El Barça de Koeman avanza con Messi

Messi y Koeman se saludan tras el masivo cambio que realizó el técnico ante el Girona.

Messi y Koeman se saludan tras el masivo cambio que realizó el técnico ante el Girona. / periodico

Marcos López

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Acabada la hora de partido, Messi abandonaba el césped y chocó la mano con Ronald Koeman. El partido ya había terminado para el capitán. Dos goles, uno maravilloso y furioso con la derecha, otro de rebote con la izquierda, y un pase messiánico para crear la jugada del 1-0, firmado por Coutinho. Pero imaginado por Leo donde antes no existía nada. Cuando el técnico ordenó un cambio masivo (quitó a nueve jugadores en el minuto 62), estaba de pie en la zona técnica. Le tendió la mano a Messi y este agradeció el gesto. 

Sigue Koeman tomando apuntes y haciendo pruebas, pero el 4-2-3-1 es innegociable

Un gesto, por cierto, imposible entre el capitán y Bartomeu. Pero sabe éste diferenciar claramente al club (se quedó en contra de su voluntad para no llevarlo a juicio) del presidente. Y, por supuesto, Messi sabe separar también a Koeman del dirigente. Ambos se necesitan más que nunca.

Con Leo, Ronald vivirá más tranquilo. Con Koeman, Messi debe tener un equipo que le ayude y no que le obligue a ser tan dependiente que ahogue a su propio creador. Termina el verano, pero el tránsito del Barça de Messi al Barça con Messi es imprescindible incluso para el propio Leo.

Era un irrelevante amistoso ante el Girona (3-1), pero lleno de pequeños detalles para ir descubriendo lo que nace ahí dentro. Si es que puede nacer porque la reconstrucción prometida se quedó en Lisboa. Sigue Koeman tomando apuntes y haciendo pruebas. No parecía el Barça por la estridente camiseta rosa que lucía, con chillonas medias y pantalones verdes.

Pero el técnico no pierde el tiempo. Tampoco tiene demasiado. Va probando en escenario real. Ante el Nàstic colocó a Messi en la banda derecha. Ante el Girona, en cambio, lo adelantó a la posición de falso delantero centro.

El nueve mentiroso que se inventó Guardiola con Leo en el Bernabéu cuando el Madrid no supo descodificarlo. Y ahí Leo, que no regala sonrisas algunas, meditabundo como está todavía, se lo pasó bien con el balón.

Leo y los demás

A partir de la situación de Messi, el ataque del Barça cambió radicalmente. Era el segundo partido del proyecto de Koeman, ya con matices nuevos, más allá del 4-2-3-1, que ha escogido como hoja de ruta táctica. Cambió, por ejemplo, el socio de Piqué. Y la posición de Piqué.

Cambió a Piqué de costado, lo puso en la izquierda para hacerle hueco a Araujo como central diestro

Colocó el técnico a Araujo de central diestro, comprometido e intenso el joven uruguayo, y desplazó a Gerard al costado izquierdo. En cada inicio de jugada descendía Frenkie de Jong para convertirse en el tercer central. En realidad, era el origen del fútbol ofensivo azulgrana con Busquets transformado en aliado pasivo.

Por delante de ellos, todo era líquido. Trincao, un chico atrevido, que sabe leer el juego, quedó como extremo derecho, con Griezmann ejerciendo de media punta, y Coutinho, el nuevo Coutinho, asociativo, participativo y punzante, arrancando desde el flanco izquierdo. ¿Messi? Arriba y abajo. Abajo y arriba. Él tiene la libertad y nadie mejor que él para administrarla.

Conexión de extremos

Así quedó demostrado en el primer gol. O cuando los extremos se conectaron por obra y magia de Messi. Nadie entendía que existía pase en esa acción. Pero él lo interpretó con la dulzura que acostumbra para descubrir a Trincao, que rasgó la defensa sin complicarse la vida, desde la banda derecha hasta que oteó a Coutinho llegando desde la izquierda. Los extremos se conectaron en el dibujo del tanto donde intervinieron los cuatro delanteros. Griezmann pasa a Messi. Messi pasa a Trincao. Y Trincao a Coutinho.

En 45 minutos, dejó  Leo una asistencia mágica y un derechazo furiosamente desconocido

Era, en todo momento, una delantera líquida con toda clase de intercambios entre sus cuatro protagonistas. Con un silencioso Griezmann asumiendo las tareas que necesita ese nuevo rol hasta que Messi hizo saber a todos que tiene una derecha descomunal.

Aunque esté todavía dándole vueltas a ese divorcio ya público con Bartomeu. Pero recién llegado de vacaciones, y pese a que pueda parecer que va con chancletas, es el mejor. Asistencia mágica en el 1-0 y golazo de rabia en el 2-0 que hizo arrancarle una sonrisa cuando De Jong se le acercó para felicitarle.

La reconstrucción anímica del capitán sera tan lenta como costosa. Si es que finalmente se cumple. Pero ese derechazo furiosamente desconocido de Messi ejerció de despertador para un equipo que está aprendiendo, después de quedarse desnudo en Lisboa, otra manera de juego.

No, no es el sistema. Sino la manera en que debe ejecutarse. Por si acaso, Koeman mantuvo al equipo titular durante una hora de juego. Todo un detalle. Detectó, pese al error de De Jong en el 2-1 de Samu Saiz, que necesitaba más minutos para ir conociendo ese nuevo lenguaje. Luego, Messi, antes de irse a la ducha de la ciudad deportiva, que no del estadi Johan Cruyff, soltó un zurdazo repelido por Ramalho, que despistó, obviamente, a Juan Carlos.

Lenglet, capitán; los detalles de Pedri

Transcurrido ese plazo que se había dado Koeman, modificó el Barça. Cambió a 9 de los 11 jugadores. Solo estuvieron Neto, el portero, y Araujo, el central que era zurdo y acabó siendo el diestro. Con Lenglet, y no Semedo, como sí pasó ante el Nàstic, ejerciendo de capitán.

El dibujo no se tocó nada. Donde antes estaban De Jong y Busquets actuaban ahora Riqui Puig y Aleñá, con Pedri asumiendo el trabajo del media punta, dejando otro disparo envenenado con la izquierda, símbolo de su atrevimiento. Cada balón que toca el niño canario lo mejora. No solo en el pase sino en el disparo. ¡Y con 17 años!

Pero mientras Leo se lo pase bien con el balón, Koeman puede ir construyendo su Barça, aunque la Liga se le echa encima.