CRISIS HISTÓRICAS (1988-2020)

Barça, el viaje del motín al burofax

Bartomeu y Koeman, en la presentación del 2020; Núñez y Cruyff, en la de 1988.

Bartomeu y Koeman, en la presentación del 2020; Núñez y Cruyff, en la de 1988. / periodico

Marcos López

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En las horas posteriores a la tragedia de Lisboa, Josep Maria Bartomeu repasaba en la intimidad de su domicilio las monumentales y cíclicas crisis que han sacudido al Barça en su historia más reciente.

Era aún Quique Setién el entrenador. Ni siquiera había ido el presidente a la flamante casa barcelonesa de Ronald Koeman, desengañado, de nuevo, porque Xavi le había vuelto a decir que no. Misma llamada que enero, idéntica respuesta llegó en agosto desde Qatar.

Entonces, rastreando en el pasado en busca de soluciones para un complejo futuro, entendió Bartomeu, y así lo verbalizó sin que ni siquiera nadie se lo preguntara, donde había terminado su conclusión. "Esta crisis la comparo a la de 1988", confesó el presidente.

2020. 0 títulos, 2 técnicos (Valverde y Setién), 2-8 en Lisboa

No le falta nada de razón. Quizá en el fondo, aunque la forma es radicalmente distinta. Ahora, no se ha presentado la plantilla casi al completo, como sí sucedió en 1988, pidiendo la dimisión de Núñez, el presidente que solo había ganado una Liga en una década. Ni tampoco ha protagonizado un motín como el de Hesperia.

Messi no ha pedido la salida de Bartomeu, por mucho que este amagara con irse si él era el problema. Aunque Leo haya enviado un burofax que algún día debería estar en el Museo como símbolo de un final que nunca debió darse.

Tampoco la plantilla se ha sentado alrededor de un micrófono, como hizo aquel grupo con Alexanko, capitán y portavoz, para denunciar las mentiras del entonces presidente azulgrana, que se llevó por delante a prácticamente todos.

El presidente quería a Xavi para pilotar la renovación, pero se acabó poniendo en manos de Koeman

Núñez continuó; Alexanko,el líder de la rebelión, también, pero en su caso gracias a la férrea voluntad de Cruyff, el técnico que no quería el presidente, quien había diseñado todo su plan deportivo en torno a la figura de Javi Clemente. Aunque al ver la dimensión de la crisis se entregó al holandés, que era, curiosamente, el elegido por la oposición al nuñismo.

Mandó subir El Montanyà para darle las llaves del Barça a Cruyff en tiempos depresivos, llenos de oscuridad, en los que se proporcionaron 12 bajas tras el motín. Solo continuaron ocho futbolistas.

1988. 1 título (Copa), 2 técnicos (Venables y Luis) 6º en Liga, a 23 puntos del Madrid

Mientras meditaba en casa la respuesta al Lisbonazo, Bartomeu desconocía que Messi iba a soltar en público lo que le había dicho varias veces en privado. Intentó, tal si fuera Núñez, convencer a Xavi, el arquitecto designado por Víctor Font, uno de los aspirantes a la presidencia, para reflotar el club.

La plantilla en pleno pidió la dimisión de Núñez, que quería fichar a Clemente pero acabó entregándose a Cruyff

Pero al toparse con la puerta cerrada, volvió a llamar a Koeman, curiosamente el entrenador escogido en el verano del 2003 por Laporta, Cruyff y Txiki Begiristain para arrancar el círculo virtuoso, aunque esa misión correspondió a Frank Rijkaard.

Llegó gratis porque estaba en el paro tras descender a Segunda División con el Sparta de Rotterdam. El Ajax no quiso dejar libre al héroe de Wembley y el Barça no tenía dinero para ejecutar su cláusula.

Bartomeu, en cambio, sí que invirtió cuatro millones de euros para liberar a Koeman de su compromiso con la selección y conferirle todo el poder para acometer tan costosa, y será lenta, remodelación.

Choque ideológico

Pasan los años y el sustrato ideológico del Barça se clona. Poco importa que sea en el siglo XX (Núñez enfrentado a Cruyff, pero necesitado de Cruyff) o suceda en el siglo XXI (Bartomeu ahora entregado a Koeman, la primera elección de Laporta) porque los dos universos confluyen en el Camp Nou.

El nuñismo original dio pasos a las secuelas de Rosell y Bartomeu, aunque, eso sí, con una sustancial diferencia, porque ellos son más manirrotos que el creador de tal filosofía, siempre estricto y cuidadoso con la llave de la caja en la mano.

Se han ido alejando Rosell y Bartomeu del 'cruyffismo' y ahora vuelven a Koeman, el elegido por Laporta para activar el 'círculo virtuoso'. Pero acabó llegando Rijkaard

Alejándose los dos últimos presidentes cada vez más del cruyffismo, renegando a diario de esa idea En nada se parece Guardiola, heredado por Rosell de Laporta aunque solo compartieron dos años por una convivencia que chirriaba, a Tata Martino, ni tampoco a Luis Enrique o Valverde y Setién.

Y ahora Bartomeu retorna al punto de partida. Koeman, por necesidad. Como Cruyff, en 1988, también fue por pura necesidad.

Convicciones en un club sin rumbo

Holandeses ambos, donde nació la idea original, mejorada luego incluso en el Camp Nou con la inyección de cantera de Van Gaal, el silencioso trabajo de Rijkaard y la sublimación de Guardiola, previa a la explosión del tridente (Messi-Suárez-Neymar) que manejó Luis Enrique.

Dueños han sido siempre Cruyff y Koeman de convicciones poderosas en un club, que vaga sin rumbo alguno, vampirizado y autodestruido por la tortura de los viejos tiempos que creía ya superados.

 Y Messi, que desde hace tiempo ve en Manchester lo que tuvo en su día en Barcelona, ya no quiere ser más cómplice del proyecto. Antes, fue un motín, ahora es un burofax. Los tiempos no han cambiado.