fase final de champions

El Barça se enfrenta a sus fantasmas

Los azulgranas se juegan ante el duro Bayern el pase a las semifinales de Champions, aunque una derrota podría abrir un abismo conocido de decisiones drásticas

Messi, durante el entrenamiento azulgrana en Lisboa.

Messi, durante el entrenamiento azulgrana en Lisboa. / periodico

Albert Guasch

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El fútbol lleva un tiempo forzando su utilidad, encajando entre ruidos chirriantes su función como entretenimiento indispensable. Las gradas despejadas y los protocolos sanitarios han envuelto las reanudadas competiciones, y un aire de irrealidad recubre el espectáculo. El contraste entre la trascendencia deportiva y lo ficticio del engranaje se manifiestan en Lisboa como en ningún sitio. Toda una Champions, en excitante formato de Eurocopa o Mundial, se disputa entre calles carentes de color futbolístico, sin aficionados serpenteando hacia los dos estadios, sin cánticos ni alma. Solo eco. Fútbol en crudo sin salpimentar ni aderezar.

Y aun así, lo que ocurra en esa caja envasada al vacío que la UEFA ha trasladado a la capital portuguesa tendrá indiscutibles repercusiones en el andamiaje de cada club, en particular en un FC Barcelona con pinta de necesitar en el vestuario una reforma integral, imposible por otro lado por las estrecheces en tesorería, y otro cambio de entrenador, más asequible. Pero antes de mirar planos futuros, conviene tomar las medidas del presente, y se encuentra el equipo a solo tres partidos, tres victorias, de desmentir el tono de defunción temprana con que se ha narrado su expedición a Lisboa.

La caricatura es clara. Al Bayern se le pinta con la capucha del verdugo y al Barça con la soga al cuello. Hoy toca a un grupo con abundancia de futbolistas de más de 30 años deshacerse del nudo y abrir un recorrido europeo ante los focos fríos del Estadio da Luz (21 horas, Movistar+). La mayoría de observadores ve el camino taponado por las formidables prestaciones del equipo bávaro y por la flojera de piernas, en particular en las segundas partes, que se percibe en los azulgranas. 

Solo el machete de Messi, capaz de desbrozar cualquier obstáculo, puede iluminar los pasos del Barça, que hace cinco años que no alza la Champions. En su rueda de prensa, el técnico Quique Setién quiso sacarle peso al rosarino. «Messi puede ayudar a ganar el partido, pero yo siempre he creído en la fortaleza del equipo», dijo.

Trauma que perdura

Las debacles de Roma y Liverpool aconsejarían haber colado un psicólogo sociológico en el avión que ayer por la mañana aterrizó en Lisboa (el último de los ocho clubs en llegar a la sede de la Champions). El trauma europeo perdura. Entonces jugó como un equipo rico de expectativas y regresó arruinado. Hoy ya juega con lo justo. Pero esto es el Barça y no habría consuelo ni perdón por una eliminación a las primeras de cambio. Y todo el mundo sabe que una derrota empujaría al club a un abismo conocido, a la tesitura de las decisiones drásticas, en un mar de fondo de bulla y rebelión.  

Con el recuperado Dembélé ya con el alta médica (a ver para cuánto tiempo esta vez) se entrenó el conjunto barcelonista en Lisboa. Nadie percibió euforia por la presencia del francés, conviene aclarar, pero junto a la vuelta de Sergio Busquets y Arturo Vidal se formó un grupo numéricamente más digno que el día del Nápoles. Libres de tarjetas, ambos cuentan con muchas papeletas de formar parte de la alineación de Setién. Griezmann huele a suplente. Coutinho, el cedido en el Bayern, también.

"El mejor equipo del mundo"

El partido se presenta cargado de protocolos sanitarios pero también de alicientes para olvidar por un rato la pandemia que acosa sin descanso a la humanidad. El Barça y el Bayern son los dos únicos clubs de los ocho participantes que saben lo que es sentirse el mejor de Europa. Ambos quieren recuperar esa sensación. No lo dijo así de explícitamente Setién, sino Vidal, el futbolista que habló en nombre del vestuario azulgrana. Lo hizo sin miedo a las hipérboles. «Es el partido más importante del año. Tengo confianza de que este torneo será nuestro. Sabemos lo dificil que va a ser. Nosotros somos el Barcelona, el mejor equipo del mundo, y si hacemos lo que tenemos que hacer, pasaremos». 

Setién, que solo ha dirigido dos partidos en Champions, reivindicó el orgullo del Barça de forma más templada. «Sabemos del potencial del rival, es un equipo extraordinario, pero tambien lo somos nosotros». En juego están  12 millones de euros, muy apetecibles en tiempos de sequía de ingresos. Serían 15 más de pasar a la final, pero eso es correr demasiado con el Bayern en medio del camino.