VUELVE LA CHAMPIONS

Setién-Gattuso: un duelo de estilos

El Barça-Nápoles del sábado es un partido para no perdérselo, con dos equipos y dos técnicos que defienden postulados distintos

Quique Setién y Gennaro Gattuso, los entrenadores del Barça y el Nápoles

Quique Setién y Gennaro Gattuso, los entrenadores del Barça y el Nápoles / periodico

Joan Domènech

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QUIQUE SETIÉN

Cuando el equipo es el espejo del entrenador

Pasear al lado de las vacas sugiere una actitud tranquila en la vida. Y decirlo desprende humildad. La sencillez con que Quique Setién describió el momento en que recibió la llamada del Barça en enero puede ser un argumento perfecto para denostar al entrenador cuando los resultados no son buenos. Y no lo han sido, por más que cuente 14 victorias en 23 partidos desde que tomara las riendas del equipo: el 60% nunca es satisfactorio para la exigencia del club, máxime cuando por el camino se han perdido dos títulos: la Copa y la Liga.

"Nunca he pensado que fuera a ser fácil", ha repetido Setién sobre la gran oportunidad que se le ha presentado en el otoño de su vida. Dirigir a futbolistas que admiraba ha resultado más complejo de lo que pudiera suponer y ha ampliado las servidumbres que impone el Barça. Tan poco fácil es, que se intuye que su puesto peligra si no elimina al Nápoles y apunta al equipo a la prometedora estancia de Lisboa de la próxima semana.

Si el equipo es el espejo del entrenador, el Barça trasmite la quietud (la paciencia, la lentitud, la elaboración, el pasmo, como se quiera) de aquel paseante que veía pastar a los rumiantes sin sospechar que su nombre se pronunció, después de otros, en los despachos del Camp Nou, más o menos a 717 kilómetros de Liencres (Cantabria). "No soy absolutamente consciente de todo lo que significa", confesó el mismo día de la presentación. Ya debe saberlo, por más que no lea prensa deportiva y dedique su tiempo a la familia, el ajedrez y los vídeos de los rivales.

La antítesis

Setién representa la antítesis de Gattuso, del mismo modo que el Barça es muy distinto del Nápoles. Los entrenadores solo coinciden en los modestos inicios antes de llegar a tan reputados banquillos. Por lo demás, no tienen nada que ver uno con el otro: Setién es del norte y Gattuso del sur. Era un centrocampista técnico y cerebral y su rival era enérgico e intempestivo. El historial de Setién está casi por estrenar (solo una Supercopa Española con el Atlético), y el de Gattuso presenta piezas envidiables (más el Mundial del 2006 con Italia). El Barça juega despacio, posee el balón hasta la exasperación y el Nápoles, cuando lo tiene -lo tendrá poco en el Camp Nou-, es vertiginoso.

El juego azulgrana reproduce la idea cerebral de Setién, pero hoy está sujeto como nunca a la tiranía del resultado

Por distinguirse aún más, el nombre de Setién está en la última fila de los nombres con partidos en la Champions. Solo tiene uno: el de la ida de Nápoles, allá por febrero. Seis meses después se apuntará el segundo.

Seis meses en los que ha tenido tiempo para analizar del derecho y del revés al cuadro italiano, aunque apenas ha disfrutado de la quietud cantábrica. Solo en el confinamiento. Se refugió en casa con el equipo líder, a salvo de las críticas, con dos puntos de ventaja sobre el Madrid pese a que el paso por el clásico del Bernabéu se saldó con una derrota y un incendio por <strong>la gesticulación de Eder Sarabia, su ayudante.</strong>

No ha sido el único disgusto de su etapa barcelonista tras llegar avalado por sus conceptos futbolísticos que la junta se apresuró a conectarlos con el cruyffismo para evitar mayores explicaciones. Esperaba a Dembélé y lo perdió, creyó que mejoraría al Barça y lo mantiene átono, imaginó que disfrutaría a Messi y ha sufrido el desaire público del capitán. Se pactó una  tregua en el club que solo la alargará cada resultado.

GENNARO GATTUSO

Con el cuchillo entre los dientes, como siempre

Con un cuchillo entre los dientes juega el Nápoles. Con un cuchillo entre los dientes jugaba quien es su entrenador. Gennaro Gattuso se enorgullece de su equipo, por más que ha acabado séptimo, en la misma posición en la que lo recogió, pero le ha dado la Copa de Italia, venciendo a la Juventus en la final el pasado 17 de junio.

El primer título del Nápoles en seis años y el primero de Gattuso como técnico. Ocho meses lleva en Nápoles. Sustituyó, en diciembre, a Carlo Ancelotti, quien había sido su entrenador en el Milan y con el que ganó diez trofeos, entre ellos dos Champions (2003 y 2007). Ha imprimido otro estilo, su estilo, más industrioso, el mismo que le caracterizaba de jugador y debía barrer el salón por el que danzaban gente exquisita como Andrea Pirlo, Clarence Seedorf o Rui Costa.

Gattuso, apodado Rino, siempre desempeñó el papel de camorrista en el Milan, como se sintiera acomplejado por haber llegado a la cima del fútbol italiano tras un periplo que empezó en el Perugia y continuó en el Salernitana con una breve aventura en el Glasgow Rangers que se clausuró con la llegada del holandés Dick Advocaat. Tal vez ese aire pendenciero y agresivo lo adoptó de forma autoprotectora ante las bromas de sus compañeros, que le hicieron las mil y una abusando de su simplicidad. A San Paolo llegó vía Sion, Palermo, OFI Creta, Pisa y Milan, donde duró año y medio.

Ruge el Vesubio

Como dicen en Nápoles, el Vesubio ruge desde la llegada de Gattuso. El técnico ha encendido el volcán por si no hubiera estado suficientemente activado por la gestión de Aurelio De Laurentiis, el presidente de la entidad. La vehemente personalidad de ambos indica una futura ruptura digna de folletín. 

El pasado fin de semana Gattuso montó un rifirrafe con el banquillo del Lazio en el intrascendente final de la Serie A. "Terrone di merda", le llamaron, en un desprecio para los sureños italianos (nació en Corigliano Calabro, Calabria, en 1978), mil veces escuchado antes.

El técnico ha imprimido carácter al Nápoles, su carácter, y le ha dado el primer título en seis años

"Merecía la expulsión", reconoció luego, cuando se había derramado un poco de magma. La semana anterior, en la derrota frente al Inter, solo soltó unos gases de aviso. "Empezamos con muy baja intensidad y ante el Inter no te lo puedes permitir. Nos falta un poco de alma", dijo para despertar a sus futbolistas. Hirving Lozano anda despierto desde que el técnico le echó del entrenamiento.

"Quien no tiene ganas, puede quedarse en el vestuario. Los jugadores saben que cuando salen al campo, cuando silbo, deben ir a mil. No dejo que nadie arruine un entrenamiento", argumentó Gattuso de quien ha sido el fichaje más caro de la historia del Nápoles. Los 42 millones del pasado verano pueden haber quedado superados por los 50 que, parece ser, ha costado el delantero nigeriano Victor Osimhen (procedente del Lille).

Osimhen no jugará. <strong>Y Lorenzo Insigne es dudoso por lesión. </strong>El Nápoles necesita ganar o empatar con goles. Muy organizado atrás, alternando el 4-4-2 y el 4-1-4-1, el equipo de Gattuso ha sido el que ha obtenido el mayor índice de posesión de la Serie A. El entrenador llamó a sus jugadores a jugar "con la cabeza despejada" en el Camp Nou.

Hay que ver... Habrá que verlo...

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