análisis táctico

El tridente, más cerca que nunca

Griezmann, Suárez y Messi festejan uno de los goles del Barça ante el Villarreal.

Griezmann, Suárez y Messi festejan uno de los goles del Barça ante el Villarreal. / periodico

Joan Domènech

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El planteamiento inicial (de Valverde y de Setién) era que Messi partiera de la banda derecha, Suárez ocupara el centro del ataque y Griezmann jugara abierto en la izquierda. La cohabitación del tridente versión 2020 no ha cuajado hasta la visita a Villarreal,  jornada 34, once meses después de comenzada la Liga.

Básicamente por un par de razones. La primera: las lesiones lo han impedido. La rotura muscular de Messi (en el sóleo) retrasó un mes su participación y la muscular de Suárez (sóleo) más la de la rodilla ha tenido al uruguayo cinco meses ausente de los terrenos de juego. La segunda, y más fundamental: ha mediado un cambio de sistema para que se reencuentren.

Más cerca que nunca están Messi, Suárez y Griezmann, en el campo, acaso también fuera de él como tridente. Setién los reunió en el centro formando un triángulo, con Messi detrás de Suárez y Griezmann en ataque. La fórmula del 4-4-2 en rombo, utilizada un par de veces antes, <strong>se ensayó ante el Atlético</strong> con Riqui Puig asistiendo a Messi y Suárez delante y en La Cerámica.

La teoría y la práctica

El resultado, más allá del <strong>contundente 1-4,</strong> más un gol anulado a Messi en el VAR y un tiro al travesaño del capitán, fue que el Barça firmó ante el segundo mejor equipo de la reanudación (tras el Madrid, con seis de seis victorias) el cuarto partido con más disparos a portería tras los 23 al Mallorca (5-2) y al Levante (2-1) y los 20 al Betis en el amanecer de la Liga (5-2), pero el segundo con remates bien dirigidos: 14 de los 18 intentos volaron entre los tres palos.

La teoría de la pizarra requiere de la práctica en el césped. Las instrucciones de Setién eran claras. Los tres no podían estar a la misma altura, sino en distintas. Si uno de ellos se prestaba a recibir al pie, el otro debía buscar la profundidad o la espalda de los defensas, dando por sentado que el origen de la jugara estaría, normalmente, en los pies y al cabeza de Messi.

Tener a los tres en el centro “comprometió”, en palabras de Setién, a un mínimo de cuatro jugadores del Villarreal: los dos mediocentros (Anguisa e Iborra) y los dos centrales (Albiol y Torres). Aunque siendo menos los barcelonistas, la inferioridad numérica se transformaba en superioridad individual por la capacidad de desborde de Messi en el regate y el pase. Estar rodeado de contrarios no es un problema para él.

Atraer y liberar

Atraer al Villarreal al centro, requiriendo también la atención de los laterales y los interiores, significó liberar las bandas para la progresión de los interiores y los laterales del Barça. El funcionamiento fue asimétrico: por la derecha llegaba Arturo Vidal como segunda línea, mientras Semedo se quedaba en los tres cuartos; por la izquierda, Sergi Roberto generaba pases, a veces retrocediendo hasta la altura de Piqué y Lenglet y Alba le doblaba en profundidad.

Buscamos soluciones para lo que nos plantea el rival”, explicó Setién al final del partido, como si la fórmula ante el Villarreal fuera exclusiva para ese partido. El tiempo lo dirá. El entrenador reconoció que al Barça le había salido "todo bien". Empezando por los goles. Empezando por la conexión del tridente.