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Tiempos de división en el Barça

El equipo azulgrana recibe al Atlético en un clima de máximo recelo hacia los técnicos por parte del vestuario

Setién observa desde la banda el Mallorca-Barça.

Setién observa desde la banda el Mallorca-Barça. / periodico

Albert Guasch

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Quique Setién confrontó ayer la rueda de prensa previa contra el Atlético de Madrid (este martes, 22.00 horas) como un interrogatorio severo sobre su gestión del equipo y, sobre todo, sobre su relación con la plantilla. El ruido ha aumentado en las últimas horas acerca de un distanciamiento con los jugadores y la directiva. La actualidad barcelonista se ha cargado de reuniones tensas, cruces de reproches y desplantes en las tripas del vestuario. El equipo no aguanta en el campo y de puertas adentro se andan buscando causas, y culpables, de los resultados adversos. 

Todos apuntan a Setién, y por extensión a su ayudante Eder Sarabia. En el fútbol, los males a menudo se expulsan hacia otros y ya nadie puede dar por segura su continuidad la temporada próxima, pese a que firmó por dos años y medio. Ni siquiera que acabe el curso actual. "Cuando uno gana, disfruta, y cuando pierde, apechuga", afirmó en el único momento de sorna de la comparecencia del entrenador.

Bartomeu lidera una expedición de los pesos pesados del club al domicilio de Setién para transmitirle confianza

Setién relevó a Ernesto Valverde tras una derrota contra el Atlético, precisamente el rival de este martes. Setién se cita con los colchoneros más cuestionado que nunca. Se diría que ha defraudado a quienes le contrataron y, por lo que trasciende, también a una plantilla de por sí desgastada y de credibilidad menguante. Anoche se dio a conocer, vía Cadena Ser y Rac-1, que Josep Maria Bartomeu, Òscar Grau, Eric Abidal y Javier Bordas acudieron por la tarde al domicilio del entrenador para enviarle un mensaje de tranquilidad y confianza.

Charla tensa

Una visita, la de los pesos pesados del club, que se producía después de que el cántabro admitiera que los careos con los jugadores habian aflorado tras el empate en Balaídos. El domingo, en particular, hubo charla tensa. "Siempre hay controversias y, como en la vida, cada uno tiene su manera de ver las cosas. Yo tampoco era un jugador fácil en su momento porque tienes tu visión y las expresas. Lo entiendo como algo natural y creo que hay una comunicación buena. Son cuestiones puntuales a las que no les doy ninguna importancia", dijo en un intento de relativizar los rayos y truenos que le caen cerca. "Cuando no hay victorias, todo el mundo saca punta. Este es el circo en el que estamos montados", añadió.

En una de las pausas de hidratación en campo del Celta se vio a Messi y Rakitic ignorando, en el mejor de los casos, instrucciones de Eder Sarabia. Luego hubo el reproche público de Luis Suárez al mismo Setién. Todo ello obliga a pensar que la revitalización emocional  que supuso inicialmente el cambio de entrenador se ha diluido ya. Posiblemente en buena parte por culpa del propio Setién, cuya fama de cruyffista radical no se ha visto traducido en el campo.

Sacrificios personales

Setién dejó entrever que piensa ser más fiel a sí mismo en los partidos que le restan. Ante el Celta incluyó en el once a Riqui Puig y Ansu Fati, facilitado por las circunstancias de lesiones y tarjetas. Ante el Atlético recupera a Busquets y Sergi Roberto. Veremos con la alineación su verdadera voluntad de marcar perfil. "Todos tenemos que ceder una parte de nosotros mismos por el bien del equipo, incluido los futbolistas. No todo lo que queremos hacer se puede llevar a cabo. Es un equipo. A lo mejor hay que sacrificar ciertas cosas personales", señaló en lo que pareció un mensaje de vuelta a la plantilla. 

El equipo azulgrana se ha visto incapaz de resistir partidos con cambios de ritmo intensos, como si perdiera el pulso firme a medida que pasan los minutos. La idea del crepúsculo amenaza al grupo. Mal asunto enfrentarse al cuadro de Simeone en estas circunstancias.