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RC CELTA 2 - 2 FC BARCELONA

El Barça vuelve a pinchar en Vigo

Los azulgranas son incapaces de defender dos veces la ventaja en el marcador, acentuando su escasa fiabilidad fuera de casa

Messi y SUárez celebran el primer gol del uruguayo tras la lesión

Messi y SUárez celebran el primer gol del uruguayo tras la lesión / periodico

Joan Doménech / Barcelona

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Con la cabeza y la cola concentradas en dos partidos, según los intereses catalanes, muchos culés serán pericos por un día. Muy a su pesar. Con dolor e indignación, y frustración y remordimiento y pena harán de tripas corazón y desearán el triunfo del Espanyol, que se enfrenta esta noche (22 h.) al Real Madrid. Pondrán en manos de Rufete, el nuevo técnico blanquiazul, y sus chicos, la esperanza de una victoria que los suyos malograron.

De nuevo, y por quinto año seguido, salió el Barça cabizbajo de Vigo. Era de esperar por la nula fiabilidad del equipo fuera de casa (23 puntos de 48 posibles, ni la mitad). Quique Setien dijo que no había «una causa única» que justifique esa inusitada debilidad azulgrana después de que Luis Suárez, el autor de los dos tantos, emplazara a los técnicos a encontrar las soluciones.

Más enfadado que nadie

Enfadado se iba Suárez, casi más que nadie, porque su buen partido, con los primeros goles tras el confinamiento y la lesión, perdían relevancia con un empate que pudo

convertirse en una derrota si Nolito no rematado a las manos de Ter stegen con la portería vacía. Dos veces se adelantó el Barça y dos veces empató el Celta. «No supimos gestionar el partido», analizó Setién, que también aludió a la falta de acierto de sus jugadores. El técnico rescató de la memoria un cabezazo de Piqué al larguero (m. 5) para insinuar el infortunio sufrido por el Barça. Un argumento frágil que no justifica el desplome del equipo. El de la segunda mitad y en la reanudación del campenato. Lo

retomó con dos puntos de ventaja y hoy puede quedarse con dos de desventaja si el Madrid vence al Espanyol. De ahí el interés de los culés por desear el triunfo del eterno rival, que lo necesita para mantener sus remotas opciones de salvación.

Griezmann, el quinto delantero

«Hay cosas que corregir», repitió Setién, como si no fuera visible por la evidencia del marcador. Lo que no queda es tiempo. Ni paciencia para esperar la mejoría de

jugadores clave. Como el segundo fichaje más caro de la historia, que es Antoine Griezmann. Ahora es el quinto delantero de cinco. El sexto, Dembélé, no tiene ficha.

Griezmann fue suplente en Sevilla, en un partido crucial, y volvió a ser sentarse en Balaídos. No fue ni el primer cambio. Ansu Fati le ha adelantado en la titularidad y Martin Braithwaite como primer recambio. En los tristes diez minutos que jugó, tuvo la desgracia de cargar con la culpa del gol de falta de Aspas, al girarse siendo el primer hombre de la barrera. Una falta en la que Piqué pecó como un juvenil al tirarse a los pies de Rafinha, genial actor para rascar algo parecido a una oportunidad.

Lista de denunciables

Rafinha, exculé como Denis, alivió la pena de éste por el error de bulto al perder un balón en su propia área ante Semedo en el 1-2. En el listado de denunciados, habría que

escribir otros nombres. El 1-1 nació de un pésimo pase horizontal de Rakitic y una peor salida desde atrás para presionar de Umtiti que dejó una autopista para Yokuslu y Smolov. Griezmann no mejoró el rendimiento del equipo, como se busca con los jugadores de banquillo. De hecho, los recambios solo podían empeorar el nivel, de ahí las reticencias de Setién. Todo lo contrario del Celta. Òscar Garcia fue sacando a los buenos (Rafinha, Murillo, Nolito...) al ver que los suplentes -hizo debutar a un defensa del filial- habían aguantado el tipo.

Una falta genial de Messi

El tipo del Barça se aguanta por Messi, y volvió a recordarlo con otra genialidad. Una falta en la que se encontró con una inesperada dificultad. Òscar innovó para mitigar la letalidad de las faltas de Messi. Colocó dos defensas a ambos lados del portero, montó una barrera de cinco y los dos que le sobraban trataron de tapar huecos en el área. No les alcanzaba para todo, por supuesto, porque el Barça se sumó a llenar el área. Y tenía más hombres libres. Todos miraban a Messi, por supuesto. Y Messi, con el radar, midió quién de sus compañeros estaba mejor colocado, tenía más espacio y podía ser más certero. Solo había uno: Suárez. Así que cuando Messi golpeó el balón, todos reaccionaron predeterminadamente: dieron por sentado que iría hacia la portería. Acabó en la portería, claro, pero después de que la pelota, que no iba hacia el marco, fuera cabeceada por el uruguayo. 

Ficha del partido

CELTA 2 BARCELONA 2