IBA DE ESCÁNDALO EN ESCÁNDALO

El Barça precovid-19

Marcos López

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Antes de la llegada del virus, el Barça vivía instalado en un volcán, cuya lava amenazaba a todos. El equipo iba líder en la Liga, pero no lograba Setién hallar el botón adecuado para darle coherencia y, sobre todo, brillo. La directiva, por su parte, estaba inmersa en una crisis de credibilidad por el escándalo del Barçagate, la crisis digital revelada por la Cadena SER, en la que una empresa de monitorizar redes, a la que se abonó un millón de euros. Pero se hizo en pagos fraccionados para evitar el control interno del club.

El equipo estaba cogido con hilos, aunque mandaba en la Liga, y el palco era un polvorín

El objetivo era poner el foco en proteger la imagen de la junta, desprestigiar a símbolos del Barça (Guardiola y Xavi entre otros), además de criticar a actuales como Messi y Piqué, y erosionar a candidatos a la presidencia del club en las elecciones del 2021.

El equipo estaba cogido con hilos y la junta fraccionada, como luego se descubrió con la dimisión de seis directivos, entre ellos Enrique Tombas (vicepresidente económico y tesorero) y Emili Rousaud (vicepresidente institucional). "Veo raro que pase una cosa así", llegó a decir Messi, asombrado como todos por la dimensión del escándalo que salpicó al club.

La protesta del público

Todo lo que ocurría alrededor del Barça estaba lleno de ruido. Y el Camp Nou, se mostró sensible a esos movimientos tectónicos de la directiva, enarbolando la bandera de la protesta. Primero ante el Eibar, coreando (no todo el estadio), la dimisión del presidente. Y luego repitiendo idéntico mensaje en el último partido precovid-19, el que se jugó en el Camp Nou el 7 de marzo ante la Real Sociedad.

Setién tuvo que pedir disculpas en EL PERIÓDICO por la actitud de Sarabia en el clásico del Bernabéu

El retrato de esos días de crispación, antes de que el confinamiento devolviera el silencio al templo azulgrana, pero no a la sala de juntas. El ruido llegó, por supuesto, a los jugadores, con las secuelas aún de las imágenes de Sarabia, el ayudante de Setién, gritando desaforadamente desde el banquillo del Bernabéu en el clásico perdido con el Madrid.

Obligó a su jefe a pedir disculpas en una entrevista concedida a EL PERIÓDICO. "¿Que me llevo mal con los jugadores? Primera noticia", dijo Setién, admitiendo, eso sí que algunos futbolistas eran "un poco reticentes" ante los cambios que proponía.

"Lo de Sarabia me ha afectado mucho a mí", confesó Setién en esos días de polémica sin fin antes de que apareciera la pandemia, mientras se espera aún el informe de la auditoría, encargada por el club a mediados de febrero, por el Barçagate. Se ha ido retrasando por diferentes motivos y sigue sin presentarse. 

Setién, líder sin brillantez en el juego

Se acostó líder el sábado por la noche, tras vencer a la Real Sociedad con un balsámico penalti de VAR firmado por Messi. Se acostó líder de la Liga 24 horas después gracias a la derrota del Madrid en el campo del Betis.

Pero el Barça de Setién no tenía un trazo definido, con muchas variaciones tácticas, quedándose seco en tres de los 12 partidos. Sin marcar. Aunque Setién necesitaba más, consciente de que su Barça no seducía. Manda en la Liga, pero sin enamorar. Con poco brillo.

Messi, la orfandad del capitán

Con Suárez lesionado, se pensaba entonces que no volvería a jugar esta temporada, y Griezmann desubicado, Messi se sentía huérfano. Triste y nostálgico, añorando aquel tridente que formó junto al uruguayo y Neymar para conquistarlo todo en el 2015.

Hasta su juego había perdido la frescura y magia que le caracteriza, como se vio en el clásico del Bernabéu. En los tres últimos partidos antes del virus (Nápoles, Madrid y Real), Leo solo marcó un gol. Y de penalti. Un gol de liderato.

Piqué: "El club está en debilidad"

Acabado el último partido de Liga en el Camp Nou, donde Gerard Piqué ofreció una lección de solvencia defensiva, tuvo que tomar el micrófono. Salió primero a defender a Eder Sarabia, que había sido criticado por su actuación en el Bernabéu.

"Nos pidió disculpas y le dijimos que por nosotros no lo hiciera. Que si era por la imagen del club era entendible", afirmó el capitán azulgrana, quien recordó que "cuando el club está en debilidad surgen este tipo de cosas". 

Jordi Alba: "No me gusta ser silbado"

Marcó un gol el lateral zurdo y se llevó las manos a los oídos para expresar su descontento con la actitud del público. El gol a la Real fue anulado, pero el gesto quedó ahí. "A nadie le gusta que el público vaya en contra", argumentó después Jordi Alba.

"Respeto al público, pero también me tienen que respetar a mí", reclamó el defensa. "No me guste que me silben en el minuto 15 con empate a cero", añadió luego Alba. Pero es que así de crispado estaba el Camp Nou. Y Alba ya llevaba días denunciando sus quejas.

Braithwaite, delantero de emergencia

Al tercer partido, y ante la precariedad de recursos de que disponía Setién, apareció Martin Braithwaite como titular con la camiseta del Barça. Debutó contra el Eibar (19 minutos), jugó en el Bernabéu (21’), donde falló una gran ocasión, y formó el trío de ataque con Messi y Griezmann frente a la Real Sociedad (89’).

Tres semanas antes luchaba por eludir el descenso con el Leganés, a quien el Barça pagó 18 millones para que Setién tuviera el delantero que necesitaba. 

Pitadas del Camp Nou a Bartomeu

Apareció el ‘Barçagate’ y el Camp Nou se convirtió en un territorio hostil para el presidente, que no se había enfrentado a tanta críticas como en las semanas previas a la pandemia. Pitado ante el Eibar y pitado también contra la Real, con gritos, no mayoritarios, de un sector del público pidiendo la dimisión de Josep Maria Bartomeu.

Ni siquiera el gol balsámico de Messi obró de efecto pacificador porque en el tiempo añadido, minuto 95, se volvieron a escuchar las protestas contra el dirigente.

Cuando Rousaud era el delfin

Ya había estallado la polémica de las redes sociales, pero todavía creía Emili Rousaud que sería el directivo destinado a pilotar la candidatura continuista que naciera de la junta de Bartomeu, que acaba su segundo y último año de mandato en junio del 2021.

En enero, Rousaud fue nombrado vicepresidente institucional,  cargo vacante desde la dimisión de Carles Vilarrubí en octubre del 2017. Pidió elecciones a Bartomeu, fue degradado y se tuvo que ir en pleno confinamiento.

Masferrer, el asesor que fue apartado

Había sido Jaume Masferrer la persona más cercana a Bartomeu. Y con más influencia. Tanto cuando estaba fuera del aparato del club, ejercía entonces de asesor externo del presidente, como cuando ya tuvo una responsabilidad en septiembre del 2018.

Masferrer fue designado  nuevo director del área de presidencia, desposeído de sus funciones y sueldo desde febrero pasado tras la crisis digital destapada por la Cadena SER. Esa fue la única medida tomada por la junta.

Abidal, criticado por Messi

De forma frágil, pero está ratificado en su cargo de secretario técnico. Frágil porque Bartomeu debió intervenir en la crisis de Instagram cuando Messi censuró a Abidal, excompañero suyo durante seis años, por culpar a los jugadores de echar a Valverde.

Frágil estaba incluso antes por su estéril gestión en el fichaje de Xavi para suceder al extremeño antes de elegir a última hora a Setién. Abidal debe ahora pilotar la remodelación de la plantilla. Pero sin dinero ni margen de error.

Grau, del superávit a los recortes

Estaba el Barça en la buena senda económica, con fuerza para alcanzar los 1.000 millones presupuestados, y cerrar el balance económico con superávit. Pero la máquina se detuvo con el coronavirus. Y en los tres meses finales del ejercicio, que acaba el próximo 30 de junio, el Barça se enfrenta ahora al inevitable peligro de los números rojos.

Se abre el Camp Nou y el Museo este jueves, pero Òscar Grau, el CEO del club, tiene que recortar gastos de donde sea.