CRISIS EN EL CAMP NOU

Superviviente Bartomeu

Bartomeu, en el parlamento del premio internacional de periodismo deportivo Vázquez Montalbán.

Bartomeu, en el parlamento del premio internacional de periodismo deportivo Vázquez Montalbán. / periodico

Marcos López

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Resiste Bartomeu. Resiste todo. Confinado en casa, el presidente del Barça exhibe su ya tradicional resiliencia para esquivar los cuatro meses más negros de su mandato. Justo ahora que está asomándose a las últimas curvas se aferra con más fuerza que nunca a su silla en el palco del Camp Nou, a pesar de que todo lo que sucede a su alrededor invita al desasoiego y descontrol.

De enero, todo lo malo para Bartomeu es en ese mes (así ocurrió en el 2015 con la crisis de Anoeta), hasta abril, el dirigente ha sido zarandeado de crisis en crisis, que ha prolongado y acentuado todavía más su soledad. Pero Bartomeu resiste, convencido de que aquella pirueta que logró hace cinco años (echó a Zubi, aunque no se lo dijo él directamente, convocó elecciones anticipadas, ganó el triplete con la MSN (Messi-Suárez-Neymar) y triunfó en las urnas, todavía puede repetirse en el 2020.

De Valverde a Rousaud

Echa a entrenadores, decisiones que no se veían en el Camp Nou desde el 2003 con Gaspart despidiendo a Van Gaal y colocando a Anticaguanta sin quebrarse un par de crisis de Instagram de Messi, algo nunca visto antes, y asiste en silencio al abandono de la junta de seis directivos en plena Semana Santa tal si fuera Laporta en el 2008 cuando Ferran Soriano, ahora máximo ejecutivo del Manchester City, daba un portazo en la sala de juntas acompañado por siete directivos.

Rompió el 'Barçagate' la junta y dañó todavía más la relación con la plantilla, que mira al presidente con asidua desconfianza

Ahí está Bartomeu, el mismo presidente que prescindió de Valverde sin tener definido su sucesor con un carrusel de negociaciones (Abidal y su reunión nada secreta con Xavi en Doha, la negativa de Koeman), a quien se le van vicepresidentes (hasta seis en menos de cuatro años) sin que él de síntomas de alterarse.

Y entre medio, el Barçagate, la crisis digital destapada por la Cadena SER, que provocó el cisma en la zona noble del club, afectando por supuesto a las ya dañadas relaciones con la plantilla, que lo mira con asidua desconfianza. Bartomeu, entretanto sigue convencido de que podrá terminar su mandato, sin necesidad de adelantar elecciones, como le reclamaba primero en privado Emili Rousaud y ahora, ya desde fuera del club, también lo hace en público.

Aumenta la crispación

El tono de la polémica aumentó, sin embargo, con las acusaciones del exvicepresidente institucional azulgrana denunciando que "alguien ha puesto la mano en la caja". El Barça, a través de un comunicado, negó "categóricamente cualquier acción susceptible de ser calificada de corrupción", al tiempo que anunció que «se reserva la interposición de las acciones penales que puedan corresponder».

Y Bartomeu, en casa, tramando el plan que le permita sostenerse a pesar de que su junta se ha debilitado de tal manera que tiene que apelar a diario mediante diversas vídeoconferencias, a la fidelidad.

Doce y 'Barto'

Necesita el presidente que no se le vaya nadie más. Son 12 y él. A la espera de que haga público el nuevo reparto de poder en la junta con el ascenso de Jordi Moix a la vicepresidencia económica compartiendo la responsabilidad del Espai Barça, un proyecto que ahora deja de ser prioritario por la pandemia que ha detenido el mundo. Y el fútbol.

Tras esa salida masiva, planea poner a David Bellver como tesorero. Él y Moix, muy vinculados al expresidente Sandro Rosell.  Aunque queda encadenado el presidente, como también sucedió en Anoeta, a lo que diga Messi, tanto en el campo como fuera. Bartomeu ha sido poder (2003), oposición (2005, al abandonar a Laporta junto a Rosell), poder (2010, segundo, precisamente, de Rosell) y poder absoluto (2014). Y aún aguanta.