LA CONTRACRÓNICA

Eder Sarabia: nace un ídolo

La grada corea el nombre del ayudante de Setién y Piqué sale luego a defenderle avalando su actitud en el Clásico

Eder Sarabia habla con Sergio Busquets durante el Barça-Real Sociedad.

Eder Sarabia habla con Sergio Busquets durante el Barça-Real Sociedad. / periodico

Joan Domènech

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La efusividad con que Lionel Messi celebró el gol de penalti fue muy elocuente. Muy reveladora de las penurias que siente el equipo -penurias de falta de efectivos y de juego-, o tal vez se trate de "la debilidad del club", en palabras de Gerard Piqué. De penalti y gracias se decía antes (ahora también se puede decir) de las victorias como esta ante la Real (1-0). Gracias al VAR es la moderna composición para ilustrar el desgarrador grito de Messi.

Vive el astro una época que nunca había conocido. Solo ha disfrutado de la bonanza, seguramente porque él ha colaborado mucho en la opulencia de los últimos 15 años contando copas y trofeos sin parar. De golpe, Messi ha descubierto el viejo Barça. Aquel que sufría para ganar. Aquel que trataba de resistir en la base del volcánico Camp Nou. Aquel que contemplaba como una tradición la pañolada o la pitada al equipo o al palco.

Sarabia, sí, Bartomeu, no

Nunca fue un Barça al que se le ocurriera corear el nombre del segundo entrenador. Ni el de Charly Rexach, acaso el más célebre y entrañable. Por conocido, por carismático y por histórico. Y por acompañar a Cruyff. Se coreó el de Tito Vilanova, pero por otras razones más dramáticas: la enfermedad que le costó la vida. 

Hasta ese punto ha llegado el Barça de Bartomeu, que escuchó por segunda vez consecutiva de su parroquia insistentes peticiones para que dimita.

"Eder Sarabia", cantó la Grada d’Animació en el primer tiempo, expresando muy claramente cómo había interprado la hinchada, seguramente la más expresiva, <strong>el comportamiento del ayudante de Quique Setién en el Bernabéu</strong>: se identificó con él. El culé le vio como uno de los suyos: agitándose de los nervios, maldiciendo los errores de los propios, viviendo pasionalmente el Clásico.

Y le adoptó.

"Es normal que el segundo entrenador, en la intensidad del Bernabéu, se manifieste así, a nosotros nos gusta que lo viva así. En el vestuario pidió perdón, pero no hacía falta; si era por la imagen hacia fuera del club era entendible". Gerard Piqué

Un hincha culé más cualificado y formal avaló la actitud de Sarabia. Salió Piqué, sin necesidad de hacerlo, a defender al técnico. No solo eso. Le aplaudió. "Es normal que el segundo entrenador, en la intensidad del Bernabéu, se manifieste así", dijo el central, "a nosotros nos gusta que lo viva así", repitió, como si hubiera echado de menos de anteriores segundos una personalidad tan expresiva y un verbo tan locuaz (y soez). "En el vestuario pidió perdón, pero por nosotros no hacía falta; si era por la imagen hacia fuera del club era entendible". 

Triunfo merecido

<strong>Setién pidió disculpas en EL PERIÓDICO</strong> en nombre de Eder Sarabia, asumiendo como propio el error de su ayudante por la mala imagen transmitida por el cuerpo técnico y, por extensión, el Barça. Lo repitió al día siguiente en la ciudad deportiva.

"La Real ganó 2-4 en el Bernabéu. Tiene futbolistas técnicos y jóvenes. Muchos podrían jugar en el Barcelona". Quique Setién 

Sentado en la sala de prensa del Camp Nou, solo tuvo palabras para el apurado triunfo. "Merecido". Que el penalti hubiera pasado desapercibido hasta que fue detectado por Melero López, el asistente del VAR, no restaba ni un gramo del valor. "La Real ganó 2-4 en el Bernabéu", recordó, en medio de una retahila de elogios por el juego tan "tranquilo" que desplegó tras clasificarse para la final de Copa. "Tiene futbolistas jóvenes y técnicos. Muchos podrían jugar en el Barcelona", destacó. 

"Mi esencia no va a cambiar. Voy a seguir viviendo el fútbol intensamente. Es verdad que tenemos que dar ejemplo ante mucha gente y los niños y hay que cuidar ciertas cosas". Eder Sarabia 

Vivir el fútbol

Sarabia desaprovechó la oportunidad de representar un acto de contricción en los micrófonos de Vamos antes del partido, en el reencuentro con la hinchada tras las decepciones de Nápoles y Madrid.

"Mi esencia no va a cambiar", expuso Sarabia, que solo admitió que su actuación fue cualquier cosa menos modélica: "Es verdad que tenemos que dar ejemplo ante mucha gente y los niños y hay que cuidar ciertas cosas". Él no las cuidó, y solo lamentó las formas, pero no el fondo de su desabrida gesticulación.

"Voy a seguir viviendo el fútbol intensamente, estoy orgulloso de ser como soy y seguiremos trabajando hacia adelante", añadió en un mensaje que los culés le compraron. Los de la grada y los del vestuario.