Entrevista al entrenador

Setién, el hombre que quiere explicarse

El técnico azulgrana ha roto con una tradición instalada en el club desde hacía más de una década al conceder entrevistas

Quique Setien

Quique Setien / JORDI COTRINA

Rafael Tapounet

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Enrique Setién Solar (1958) nació en el barrio santanderino de Los Santos Mártires, de manera que está familiarizado desde la cuna con la idea de soportar con resignación, y hasta con alegría, las ofensas y los padecimientos. También tuvo que aprender desde pequeño que contrariedades como perder un partido o quedarse fuera del equipo adquieren una importancia minúscula cuando la desgracia te golpea de verdad. Y tal vez por eso, 50 días después de su llegada al FC Barcelona, el técnico montañés se sigue paseando por la Ciutat Esportiva Joan Gamper con aire despreocupado y  risueño (todo lo risueño que su circunspección norteña le permite) mientras a su espalda vuelan las críticas y los cuchillos, especialmente afilados tras la derrota en el Clásico del domingo. Quique Setién es un hombre razonablemente feliz que sabe que, igual que a todo ser humano le ha de llegar la muerte, a todo entrenador del Barça le llega, un día u otro, la carta de despido. Hasta entonces, el hombre procura disfrutarlo. A pesar de todo.

En el tiempo transcurrido desde su aterrizaje, Setién ha roto con una tradición que inauguró Pep Guardiola hace más de una década y que ha sido celosamente mantenida por todos los inquilinos del banquillo azulgrana que vinieron detrás de él, desde Tito Vilanova hasta Ernesto Valverde: la de no conceder entrevistas. Entendía el hoy míster del Manchester City que atender a los medios de manera individual suponía una distracción innecesaria y que las ruedas de prensa de antes y después de los partidos ya brindaban a los periodistas la oportunidad suficiente para plantearle preguntas sobre su trabajo o sobre lo que fuera.

A esa tesis se abonaron también sus sucesores, aunque nunca ha estado muy claro si lo hicieron por convicción personal o por sugerencia del club. El 'Tata' Martino, por ejemplo, nunca tuvo reparo en ser entrevistado mientras dirigía al Cerro Porteño de Asunción o a Newell’s Old Boys, pero en cuanto pisó el Camp Nou con el polo pistacho y aquellos dos colaboradores de nombre inolvidable (Pautasso y Paolorrosso) sus labios quedaron sellados. Setién, por el contrario, prefiere explicarse. Y lo hace de manera prolija, sin rehuir ninguna pregunta y extendiéndose en las respuestas. Casi una hora duró su charla con EL PERIÓDICO pese a transcurrir en un pequeño cuarto de la Ciutat Esportiva en el que el calor le obligaba a dar tragos cada vez más ávidos a su botellín de agua mineral.

Una cuestión de confianza

"A mí me gusta tener una buena relación con el entorno, con la gente con la que convivo –señala el técnico santanderino-. Tener buena armonía y facilitar el trabajo de todos. Me gusta llegar a los sitios ofreciéndome como soy. Explicándome. Y eso es bueno porque así la gente conoce tu manera de pensar, de ver las cosas. Te escuchan a ti directamente y la comunicación es mejor".

"Si se utiliza con mala intención lo que digo, me veré obligado a tomar decisiones", advierte el técnico

Pero Setién, que cuando era crío jugaba en los campeonatos infantiles de El Sardinero en un equipo llamado Casablanca, está empezando a descubrir que en este local se juega. Que una cosa es dar explicaciones en el Lugo, en Las Palmas o incluso en el Betis y otra, hacerlo en el FC Barcelona, ese poderosísimo altavoz que lo mismo multiplica el ruido que atrae las peores insidias. "Siempre he creído en las personas y en las buenas costumbres –continúa-. Siempre he tenido confianza. El problema es que eso, tal como se ha puesto este mundo, es complicado. Cuantas más explicaciones das, más posibilidades tienes de meter la pata y de que la gente de mala fe lo utilice de la peor manera. Pero yo sigo confiando mucho en la gente y trato de pensar siempre en positivo. Ahora bien, si eso pasa, si se utiliza con mala intención lo que digo, seré mucho más precavido. Y me veré obligado a tomar otras decisiones".

A tomar esas otras decisiones le empuja ya su entorno, en un afán de protegerlo. Su esposa, Rosa Manzanera, murciana de la pedanía de Rincón de Beniscornia, sufre especialmente con la colosal exposición mediática que le impone a su marido su condición de entrenador del Barça, así que le pide que mantenga un perfil bajo y vadee los charcos. "Limítate a decir sí o no", le aconseja. Pero es difícil mantener un perfil discreto cuando se tiene una nariz cantábrica como la de Setién. Y el técnico, qué diantre, ha venido a este club a vivirlo. Con todas sus consecuencias.