El duelo del Bernabéu
El Barça en el Clásico, radiografía de un apagón
El equipo azulgrana se desconectó del partido después de perder cuatro balones entre el minuto 58 y el 60
Rafael Tapounet
Periodista
Rafael Tapounet
Si en algo coinciden todas las crónicas del Clásico del domingo en el Santiago Bernabéu es en subrayar que el FC Barcelona jugó dos partidos: uno en la primera parte y otro, muy distinto, en la segunda. El equipo dominador que antes del descanso supo adueñarse del juego y disfrutó de tres ocasiones claras para abrir el marcador se transformó tras la reanudación en una sombra, un conjunto sin piernas ni alma que permitió el crecimiento del Real Madrid y que careció de la confianza y el orgullo necesarios para intentar atacar al rival cuando el marcador ya reflejaba un resultado adverso.
El apagón fue tan notorio como inexplicable. "No sé por qué hubo un cambio tan intenso entre la primera parte y la segunda", admitió después del partido el entrenador azulgrana, Quique Setién, que apuntó que las causas de esa desconexión deberán ser objeto de análisis por parte del cuerpo técnico en los próximos días.
Y en ese análisis será de gran ayuda el hecho de que resulta muy fácil detectar en qué momento y bajo qué circunstancias se le fundieron los plomos al Barcelona en el Bernabéu. El cuadro azulgrana dejó de competir en el minuto 60. Poco antes, en el 55, un disparo de Isco a la escuadra obligó a Ter Stegen a realizar la primera intervención de mérito. Y a continuación, en apenas dos minutos (los que van del 58 al 60), el Barça perdió cuatro veces la pelota cuando intentaba salir jugando desde atrás. A partir de ahí, el equipo se quedó sin respuesta, víctima de un bloqueo que en los últimos años ya se había producido en otras ocasiones y en escenarios de postín (la debacle de Anfield es el ejemplo más paradigmático, pero no el único).
La gran pregunta
Y aquí surge la pregunta del millón: el desplome azulgrana, ¿fue un asunto físico o mental? Hay razones para sostener que fue tanto físico como mental.
En la rueda de prensa pospartido, Setién habló de "nervios", algo que podría parecer impropio de una plantilla con tanta experiencia. Lo cierto es que tras esas cuatro pérdidas consecutivas, el Barça se agarrotó y empezó a tener dudas cada vez que debía sacar la pelota. En ese momento de titubeo llegó el tanto de Vinicius, y el bajón anímico que experimentaron los azulgranas al verse por detrás en el marcador resultó demasiado evidente como para ser pasado por alto.
Pero tampoco hay que desdeñar la precariedad física de este Barça, nada extraña en un equipo condenado a no hacer apenas rotaciones y cuya columna vertebral está formada por tres jugadores (Piqué, Busquets, Messi) que superan la treintena y que llevan más de una década jugando al máximo nivel. Nada retrata con tanta precisión (y con tanta crueldad) el actual estado físico de la plantilla como la diferencia entre el despliegue del impetuoso Martin Braithwaite, que acaba de llegar del Leganés, y el del resto del equipo.
Y con estos mimbres trabaja ahora Setién, como antes trabajó Ernesto Valverde. Es lo que hay.
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