ESTRENO CON DERROTA

El Barça se consume

Piqué desvía involuntariamente el disparo de Vinicius que despistó a Ter Stegen en el 1-0 del Madrid.

Piqué desvía involuntariamente el disparo de Vinicius que despistó a Ter Stegen en el 1-0 del Madrid. / periodico

Marcos López

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Pasado el cuarto de hora inicial, el Barça agarró la pelota y se plantó en el campo madridista. Tuvo ocasiones, pero falló. Pero, al menos, no se vio el equipo timorato, apocado, diríase que hasta cobarde que asomó en Nápoles el pasado miércoles. Era un Barça distinto, que tenía un plan, al menos. Y, sobre todo, exhibía la valentía que no se le vio al sur de Italia.

El primer balón que tocó Ter Stegen fue un desplazamiento largo hacia Arturo Vidal, convertido en un jugador postizo. En defensa, era interior derecho; en ataque ejercía, a veces, de falso delantero centro e incluso de falso extremo derecho. Acunó el balón el chileno y el Barça resopló aliviado, guiado por el control de Busquets, que se deslizó tranquilo por el balcón del área del portero alemán, al tiempo que se proyectaba en posiciones más adelantadas.

Concluida la primera mitad, los ordenadores escupían los datos que avalaban la fiabilidad de Busi como faro del lento, pero ordenado juego azulgrana. Había repartido 45 pases. Y 41 de ellos fueron buenos. Solo erró cuatro, pero tres en territorio blanco, o sea lejos de la casa de su amigo Marc. A través del pase, Setién encontró, al fin, la mejor versión de Arthur, a quien le sentó de maravilla esa salida limpia del balón desde atrás. A través del brasileño se halló a un Griezmann que se deslizó en muchos momentos de esa primera parte. Se llevó, todo hay que decirlo, una reprimenda de Messi porque no se entendieron en una jugada.

Dominio sin puntería

A partir de ese instante, el francés se recostó entre la defensa blanca y Casemiro. De tal manera que Antoine sirvió un maravilloso pase a Arthur que pareció Usain Bolt comparado con la carrera lenta y torpe de Toni Kroos. Topó el brasileño con el gigantesco cuerpo de Courtois, que evitó el 0-1. Prólogo de los grandes instantes del Barça, llenos, eso sí, de ineficacia. Pisó con frecuencia la casa blanca, aunque sin la puntería adecuada. Busquets seguía tocando y tocando. Y todo cambió en la segunda parte cuando el fútbol, en otra extraña pirueta del destino, le permitió a Vinicius aprovecharse de un despeje de Piqué para firmar el gol más extraño.

Isco cambió el paisaje emocional

Pero, a la vez, más decisivo. De nada había valido la parada monumental de Ter Stegen al soberbio disparo de Isco, una jugada que cambió emocionalmente el paisaje del clásico. Para desgracia del Barça, quien descubrió que era extremadamente vulnerable en el peor instante de la noche. Esa jugada de Vinicius rasgó la defensa azulgrana porque en la acción del 1-0 no hubo rastro visual de Semedo. Llegó Piqué al cruce y el disparo, que no iba a la portería de Ter Stegen, tocó en su cuerpo desviando la pelota de forma burlona. Tan burlona estuvo que el tiro de Vinicius regateó la mano derecha del alemán para desatar la locura en el Bernabéu.

El balón se burló de Ter Stegen después de que el tiro de Vinicius tocara en la bota de Piqué, prólogo de la caída azulgrana

Ni siquiera el excelente rendimiento  de Marc permitió al equipo de Setién sobrevivir a esa segunda parte en la que el Madrid se adueñó del escenario. Los cambios del técnico cántabro no activaron al equipo, que se fue consumiendo sin aprovechar tampoco la gaseosa entrada de Braithwaite.

De Martin a Vini

Tuvo el gol en sus botas el delantero danés al minuto de pisar el templo blanco, pero erró. Segundos más tarde, Vinicius disfrutó de su momento de gloria. Y Setién quitó al delantero estrella del pasado verano, por quien el club pagó hasta 135 millones de euros, para ponerse en manos, perdón en los pies, de un adolescente llamado Ansu Fati.

De pronto, terminó sin respuesta alguna porque un gol de rebote y otro de Marianos, en un extraño disparo, enterraron sus aspiraciones. Dos secundarios del Madrid desnudaron al Barça en una segunda parte que no olvidará nunca Setién, a quien se le escurrió el equipo.