LA CONTRACRÓNICA
El Barça menguante
Joan Domènech
Periodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
Joan Domènech
Nápoles volvió a ver el 10. No el suyo, que no lo verán más --ni el número, retirado, ni a su ilustre portador, irreconocible-- sino el 10 más parecido a ese ídolo al que invocan y rezan a diario. Pequeño, argentino y zurdo. Un genio tan irrepetible como aquel. Vieron materializarse a Diego Maradona investido de amarillo en el cuerpo de Leo Messi, al que esperaban con devoción en esa primera visita tan simbólica del sucesor y del Barça.
Vieron el 10 y vieron a Messi, pero en una versión menguada, como menguado es este Barça, cada vez más raquítico y débil, y que se marchó de Nápoles esmirriado como nunca. Perdió otros dos hombres --ojalá no sean tres-- para el partido de vuelta. Busquets (por acumulación) y Arturo Vidal (por expulsión de dos amarillas) se perderán el segundo partido del Camp Nou. Las 14 fichas del primer equipo se reducen a 12 futbolistas.
Rezando por Piqué
Podrían ser 11 si el esguince de tobillo que sufrió Gerard Piqué fuera más grave de lo que pareció. El Barça rezará por él. La vuelta no se disputa hasta el 18 de marzo, con lo que Piqué tiene tiempo para recuperarse. Descontado Neto, el portero suplente, se podría adelantar la alineación del Camp Nou: Ter Stegen, Semedo, Piqué o Umtiti, Lenglet, Junior, Rakitic, De Jong, Arthur, Messi y Griezmann. Alba y Sergi Roberto, lesionados en el aductor, llegarían muy justos a la cita, y Suárez y Dembélé están descartados. El banquillo estará repleto de jugadores del filial.
Nápoles guardó silencio muchos minutos: no era por temor ni respeto, sino aburrimiento
Si algún día San Paolo fue un infierno, no quedan ni los rescoldos. Comprensible 35 años después. Solo queda el oficioso himno. La canción Live is life del grupo Opus, que sonó por la megofonía para recibir a los suyos y mantener el cordón umbilical con Maradona. El templo, que lleva por nombre el de otro santo, guardó silencio durante muchos minutos. Pero no era por las plegarias de los fieles ante el terror que infundía Messi. Ni un signo de respeto ante la llegada del messías.
Era de aburrimiento.
El Nápoles salió a defenderse, proclamando su inferioridad, y el Barça no supo atacar. Nada nuevo. Aquel Barça temible en Europa pertenece a otro tiempo, cada vez más lejano y cada vez más añorado. De los últimos diez partidos jugados como visitante en las eliminatorias, en el momento de la verdad, solo ha ganado dos. Al Arsenal (0-2, 15-16) y al United (0-1, 18-19). El de Nápoles fue el tercer empate, después de los cosechados ante el Chelsea y el Lyon. De las cinco derrotas, cuatro supusieron la eliminación. Solo se salvó el 4-0 de París por el milagro del 6-1.
Los guerreros de Messi
A Messi le secundaban por detrás Arturo Vidal, que cambió de banda y ejerció de extremo derecho- e Ivan Rakitic, como a Maradona le amparaban Salvatore Bagni y Fernando de Napoli; tipos de buen pie, internacionales italianos, pero apodados Il guerriero yIl guerriero Rambo Vidal y Rakitic no son precisamente apóstoles del juego de posición, pero Setién los ha recuperado para la causa: al croata le da los minutos que le negaba Valverde y Vidal ha pasado a ser el comodín por antonomasia.
Vidal lleva dos partidos ejerciendo de extremo: fue un 11 ante el Eibar y el 7 en Nápoles
Interior con llegada, industrioso y desordenado, lleva dos partidos ejerciendo de extremo. Fue un 11 frente al Eibar y un 7 contra el Nápoles. Y Ansu Fati tomando nota desde el banquillo, sentado, ganando opciones para salir a cada intervención de Vidal.
Messi fue el 9 del Barça. Espero arriba a que le llegara la bola y entonces empezaba a funcionar. A gestionar y a rematar. No pudo con todo. Había tantas miradas sobre él, tanta gente pendiente de lo que podía hacer en el territorio maradoniano, que no le dejaron ni un instante solo. Gattuso le aprisionó en una jaula humana, con los diez jugadores napolitanos encerrándole. A Leo ya le verán en la vuelta. Por la tele. Y Nápoles volverá a rezar.
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