VUELVE LA CHAMPIONS

Un hincha 'azzurro' en el Vaticano

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Rafael Tapounet

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¿Qué es lo primero que le preguntarían a alguien que ha recuperado la consciencia después de pasar nueve meses en coma? ¿No tendrían curiosidad por saber si ha tenido algún atisbo de la vida eterna? ¿Si ha estado en presencia de Dios? ¿Si ha visto, al menos, la luz blanca de la que todos hablan? Son cuestiones básicas, de gran calado espiritual, pero el cardenal Angelo Voiello tiene otras prioridades y, por eso, cuando se le presenta la oportunidad de interrogar al Papa Pío XIII sobre su larga estancia en esa zona situada entre la vida y la muerte, la primera pregunta que le viene a la cabeza es: "¿Ha visto Su Santidad si el Nápoles ganará algún título?".

No existe en la ficción audiovisual de las últimas décadas un personaje que haya manifestado tan abiertamente su pasión por la Società Sportiva Calcio Napoli como el cardenal Voiello, el fascinante secretario de Estado del Vaticano de la serie 'The Young Pope / The New Pope' (HBO, Sky, Canal +): un maquiavélico demiurgo que mueve los hilos de las marionetas que danzan en el opulento teatro de la Santa Sede y reserva su devoción religiosa para los ratos que pasa leyendo en el 'Corriere dello Sport' la actualidad del equipo de sus amores. Escindido entre Dios y Maradona, Voiello encuentra en el fútbol el misterio y la trascendencia que han quedado desterrados de sus quehaceres como administrador de la gran corporación vaticana. En ese mundo de intrigas despiadadas, extorsiones viles y escándalos silenciados, nada perturba tanto el ánimo de Su Eminencia como una derrota del Nápoles.

Son tantas las manifestaciones de fervor 'azurro' del cardenal (un hombre que utiliza como sintonía de su teléfono móvil el popular cántico futbolero 'Un giorno all'improvviso' y que considera una blasfemia insinuar que Maradona todavía se droga) que los aficionados del Nápoles lo han convertido en un símbolo del amor al club, identificación que expresan exhibiendo en las gradas de San Paolo una pancarta con la leyenda 'Cardinal Voiello, uno di noi'

El mérito de la creación del personaje de Voiello hay que repartirlo entre el director y guionista Paolo Sorrentino ('Il divo', 'La gran belleza', 'La juventud') y el actor Silvio Orlando, que hace un trabajo que solo cabe describir como superlativo. Los dos son napolitanos e hinchas obstinados del equipo partenopeo, aunque durante los rodajes apenas hablan de su pasión compartida. "Así no nos hacemos demasiado daño", explica Orlando, que, en cambio, admite haber mantenido largas y fértiles conversaciones sobre fútbol con el británico Jude Law, que en la serie interpreta a Pío XIII y es un ferviente seguidor del Tottenham. "Jude es elegante hasta cuando habla de su equipo", señala. Con Javier Cámara, que encarna al cardenal Gutiérrez y es "un tibio aficionado al Real Madrid", prefiere departir sobre fotografía, cocina y teatro, mientras que John Malkovich (Juan Pablo III) ni siquiera da opción: "El fútbol le interesa cero".

La traición de Higuaín

En la primera temporada de la serie, coproducida por la empresa catalana Mediapro, Voiello expresaba a menudo su admiración por Gonzalo Higuaín, que justo antes de la emisión del primer capítulo abandonó el Nápoles para fichar por la odiada Juventus. Una felonía que, tal como explica Silvio Orlando a EL PERIÓDICO, el cardenal no ha sido todavía capaz de perdonar. "Voiello es un hombre de la iglesia y del poder. Conoce la traición, la ha sufrido y, a su vez, también la ha infligido. En este asunto, como en tantos otros, está mucho más preparado que Higuaín. Y por eso sabe que el verdadero perdón solo puede venir de Dios. Por lo que respecta a la vida terrenal, la lista de gente a la que perdonar es larga. Higuaín debe ponerse en la cola, como todos los demás, y ya veremos qué se puede hacer".

Expulsado el 'Pipita' del corazón de Voiello, el cardenal reparte ahora su pecaminosa idolatría entre el belga Dries Mertens y el napolitano Lorenzo Insigne. Orlando explica las claves de esa predilección de Su Eminencia: "Ambos son jugadores brillantes, impredecibles, inteligentes. Los rivales creen que podrán dominarlos físicamente, por la fuerza, pero entonces ellos improvisan una genialidad y se salen con la suya. Igual que él".

Un empate sin goles

Pero ni la presencia de dos delanteros como Mertens e Insigne es suficiente para que Silvio Orlando se atreva a pronosticar una victoria de su equipo en el duelo de Champions que el Nápoles y el Barça disputarán el martes en San Paolo. "Espero un empate sin goles que nos permita jugar al contraataque en el partido de vuelta. Claro que a un hincha le puedes preguntar por sus sueños pero no por sus pronósticos…".

Y uno de los sueños de Orlando (y, probablemente, también de Voiello) es que el martes se produzca una intervención divina que sirva para contrarrestar la presencia de Leo Messi en el conjunto rival. "Si Dios no tiene nada que hacer esa noche, podría saltar al campo con el Nápoles. Le daríamos el dorsal 10, que está retirado ya sabes por qué. De esta manera tendríamos dos equipos con diez jugadores y una deidad en cada lado, y habría un auténtico equilibrio".    

También Paolo Sorrentino soñó en su día con ver a su club reeditar los éxitos de 1987 y 1990, y en la primera temporada de 'The Young Pope' llegó a rodar una escena en la que el cardenal Voiello se baña en una fuente del Vaticano para celebrar la conquista de un nuevo Scudetto. El director decidió finalmente no incluirla para no gafar al Nápoles. "Por superstición", explicó. ¿Protagonizaría Silvio Orlando un festejo parecido en caso de victoria? "No soy un tipo de grandes celebraciones –responde el actor-. Un poco por pereza y un poco por pudor. Si el equipo gana la Liga, probablemente derramaría alguna lágrima. Y me iría a Nápoles, para estar allí en ese momento histórico. Eso sería suficiente". ¿Y si ganara la Champions? "Ah, entonces sí que habría que hacer un gesto heroico, épico, sin vuelta atrás. Dejaría el fútbol para siempre. Pero me temo que aún queda tiempo para eso".

El Nápoles de Gattuso, visto por Silvio Orlando

"La llegada de Ancelotti hace dos años me llenó de felicidad. Le tengo un gran respeto, como hombre y como entrenador, y pensé que le podía dar al Nápoles la paz mental necesaria para ganar algo importante. Confiaba en que fuera capaz de aislar al equipo de su habitual atmósfera de fanatismo y crear un ciclo ganador. Pero eso no sucedió y la historia tuvo un final amargo para todos. Entonces vino Gattuso, un alumno de Carlo, que también es una buena persona y un técnico preparado y que tiene el hambre extra de quien todavía tiene que ganarlo todo y puede marcar una diferencia. Heredó una situación complicada, especialmente desde el punto de vista ambiental, pero en poco tiempo ha fijado unas reglas claras y ha puesto algunas cosas en orden, empezando de nuevo desde los fundamentos y la simplicidad del fútbol. Y además, nos ha proporcionado una de las mayores satisfacciones que puede tener un seguidor del Nápoles: ganar a la Juve. Ahora todos estamos contigo, Rino".