EL MADRID, LÍDER
Nubarrones de tormenta en el Camp Nou
Tiene mala pinta el Barça. Mala pinta porque el cambio de entrenador no ha regenerado a un equipo que era líder cuando se despidió a Valverde y ahora, ya con Quique Setién en el banquillo, va segundo en la Liga porque el Madrid, con su triunfo en Valladolid (0-1), le saca tres puntos de ventaja.
Mala pinta porque los defectos estructurales no se solucionan y no hay tiempo para que el nuevo plan setienista. Nubarrones de tormenta se ciernen sobre el Camp Nou provocando el nerviosismo de la junta, simbolizado, sobre todo, en la figura de Josep Maria Bartomeu. Presidente, vicepresidente deportivo…
La junta buscaba mantener el pragmatismo del 'Txingurri' y ofrecer un mejor fútbol. De momento, ni una cosa ni otra
Tomó muchísimo riesgo el dirigente con ese inusual cambio, además de generar una presión especial sobre Setién. Al cántabro le obligaba a mantener el legado clasificatorio de Valverde (primero en la Liga y clasificado con calma para los octavos de final de la Champions) y le exigía, fundamentalmente, ofrecer un excelente fútbol.
De momento, ni una cosa ni otra. "La dinámica del equipo es mejorable. Necesitábamos un impulso", sostuvo el presidente para defender una medida atípica en el Barça. De Gaspart a Bartomeu. En el 2003, Van Gaal fue despedido y entró Antic; en el 2020, Valverde era destituido, aparecía Setién.
Problema de comunicación
Pero los males fundamentales siguen siendo los mismos, por mucho que el cántabro haya agitado primero el equipo y luego el vestuario. El lunes, por ejemplo, disfruta la plantilla del primer día de fiesta desde que éste llegó a la ciudad deportiva de Sant Joan Despí el pasado 14 de enero.
Hay, sin embargo, un lógico problema de comunicación. Lógico y serio. "Hay algunas cosas que todavía no interpretan bien o quizá no las explicamos bien", dijo el técnico tras la derrota en Mestalla, un tropiezo que deja varias secuelas.
"Hay algunas cosas que todavía no interpretan bien o quizá no las explicamos bien" (Setién)
Una derrota que divide y resquebraja el mensaje, además de erosionar la confianza entre "ellos", así se refirió Setién a los jugadores, "y nosotros", en alusión a los técnicos. Parecen dos cuerpos distintos. Todo se agrava porque hace pruebas de gran calado (nada tiene que ver el 4-3-3 del Txingurri con el asimétrico 3-5-2 de Setién) como si estuviera en la pretemporada veraniega.
Con el bísturi
Pero la Liga no espera a nadie. Y la Champions, con el Nápoles ganando a la Juventus (2-1), aguarda peligrosa a finales de febrero. Ernesto no intervenía tanto. Era mucho más gestor, adecuándose al paisaje de un equipo que enfila sus últimos años: Messi, Piqué, Suárez, Rakitic, Busquets superan ya la treintena. Quique tomó el bisturí desde el día uno, sacudiendo viejas e indestructibles jerarquías, con el consiguiente riesgo en la embrionaria convivencia.
A Bartomeu le salió de maravilla la atrevida pirueta tras Anoeta; ahora necesita encontrar un goleador para suplir la baja del valioso Luis Suárez
A Bartomeu le salió bien la atrevida pirueta de Anoeta. Hace cinco años despidió de malas maneras a Zubizarreta, entonces director deportivo, fortaleció aún más a Messi al hacerle entender a Luis Enrique que no tenía toda la autoridad y convocó elecciones para junio.
Fichajes sin éxito
El Barça logró el triplete en el 2015 (Liga, Copa y Champions) y él arrasó en las urnas. Desde entonces, y coincidiendo con la marcha de Neymar al Paris SG (2017), la errática planificación deportiva ha ido debilitando al equipo, dejando rasgos de decadencia.
Hasta tres carísimos fichajes (Coutinho costó 160 millones, Dembélé 105 y Griezmann, 120) ha hecho la directiva de Bartomeu tras recibir los 222 de la cláusula de Ney. El Barça, entretanto, ha ido viviendo de Messi y de Suárez, cuya grave lesión que le tendrá cuatro meses de baja ha provocado una urgente y desesperada búsqueda de un nueve en este mercado de invierno.
Ya ejerció Bartomeu de Gaspart y, quien sabe, si ahora tendrá que tomar prestado el disfraz que usó Núñez en 1997. Al comprobar que Sonny Anderson, por quien había pagado 3.500 millones de pesetas al Mónaco (21 millones de euros), no era el sustituto adecuado para Ronaldo, que se había ido el Inter, hizo un fichaje de urgencia.
El entonces presidente pagó en el último suspiro veraniego al Deportivo la cláusula de 4.000 millones (24) por Rivaldo. Setién necesita un goleador y tiempo. Pero no tiene tiempo y, además, el Madrid, que se descolgó de las dos Ligas anteriores, ha hecho de esta un asunto de honor.
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