CONTRACRONICA

El parabrisas de Setién va bien

El técnico cántabro vivió con contención su debut en el Camp Nou, que vio a su equipo establecer más de mil pases y un 80% de posesión

Setién, en su primer partido en el Camp Nou.

Setién, en su primer partido en el Camp Nou. / periodico

Albert Guasch

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Quique Setién ya sabe que el estilo del Barça no va tanto de dígitos estratégicos. Que si 4-3-3, que si 4-1-4-1… No. El estilo es el 10, el número que, en gran medida, va a extender o acortar su destino en el Camp Nou. Messi salvó el estreno del técnico cántabro, una especie de antihéroe sexagenario que vivió su bautizo con contención, sin excesos, sin apenas coger asiento. Y con sufrimiento. Que al coliseo azulgrana se viene a ganar pero también a crecer más canas.   

Hacía tiempo que no se esperaba una alineación con tanta impaciencia. Setién correspondió a la expectación con un centro del campo para tirar pedruscos más que caramelos. Valverde no lo habría hecho muy distinto. Las revoluciones, aquello que Napoleón calificaba de ideas que son tomadas por bayonetas, se pueden acometer también despacio, según un aforismo que podría patentar Setién. 

Fue una alineación sin gesticulación de un entrenador 'patanegrista' según los preceptos cruyffistas. Posiblemente forzado por las bajas, no le hizo una enmienda a su predecesor. Y si no demostró al principio de donde beben sus fuentes (en cuanto a los nombres al menos), lo hizo a medida que el partido se acercó a los tiempos decisivos.

Rakitic, Ansu Fati y Arturo Vidal fueron instados a retirarse a la ducha y dieron paso a Riqui Puig, Carles Pérez y Arthur. Un medio campo de repuesto de botas bien lubricadas, idóneo para defenderse con el balón en pies propios, como mandan los cánones del profeta. 

Frío y viento

Los aspavientos tampoco se observaron en el área técnica, no parecen ir con su estilo. Con los brazos cruzados sobre el abrigo negro al principio, con las manos en los bolsillos a medida que el frío perforaba los huesos después, Setién se pasó la mayor parte del partido de pie. Se plantó al borde del campo ya en el calentamiento. Esto Valverde no lo hacía nunca. Como si necesitara saborear la inesperada oportunidad que le ha brindado el fútbol. A saber lo que puede durar. Y no lo iba a acoquinar un día cántabro como el de ayer. Frío y viento para achantar a los finos. 

«Venga, venga», se le veía mascullar a medida que pasaban los minutos y el marcador permanecía congelado. Más airado se mostró con el cuarto árbitro ante la reiteración de faltas. Percutió en las protestas. Aplaudió las acciones individualizadas de Ansu Fati y se lamentó de las ocasiones que perdieron burbuja ante el portero del Granada. Alba recibió las primeras instrucciones directas. Pareció pedirle que transmitiera un intercambio de posiciones a Griezmann y Ansu Fati.

Eder Sarabia, su segundo, que viene precedido de fama de temperamental, se hizo ver de vez en cuando. Tardó en coger confianza. Corrigió a Arturo Vidal. Intercambió impresiones con Gerard Piqué. Y fue apuntándole ideas al oído a Setién.

Primer cambio simbólico

Si a Setién se le vio contenido, el equipo se desplegó con efervescencia e incentivado, dispuestos los futbolistas a agradar a su nuevo entrenador. Presionó con hambre, se juntó con sentido y se pasó el balón con convicción. Pase, pase y pase. En corto sobre todo. Más de un impresionante 80% de posesión durante todo el partido, sin dejar de buscar la vertical, más de mil pases, de récord, y solo un tiro en contra.

Aquello que definía un periodista sevillano con desdén, <strong>la táctica del parabrisas</strong>, balón de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, que exasperaba a la afición bética, no encontrará reproches en el Camp Nou. Y Setién podrá explotar esas asociaciones sin bufidos de la grada. Y menos si Messi concluye la cocción previa, como ayer. 

Setién, que deja para la historia que en su primer cambio introdujo a Puig, alzó los brazos con pasión con el gol. ¿Quién se lo iba a decir hace apenas una semana cuando contemplaba vacas? Ayer se vio en su primer domingo buscando una de las mil formas de describir la grandeza del rosarino. "Uno se tranquiliza mucho teniendo a Messi". Ya te digo.