TRAS LA SUPERCOPA

Valverde, en la diana; el Barça se reúne con Xavi en Qatar

Òscar Grau, CEO del Barça, y Éric Abidal, director técnico, visitan a Ousmane Dembélé en Doha.

Òscar Grau, CEO del Barça, y Éric Abidal, director técnico, visitan a Ousmane Dembélé en Doha. / periodico

Albert Guasch

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El capítulo de ‘Matchday’ dedicado a la hecatombe de Liverpool muestra la arenga de Leo Messi a sus compañeros minutos antes de caminar hacia el traumático encierro de Anfield. No grita, no hay necesidad de vena hinchada. Ostenta la cúspide jerárquica del vestuario y a él se le escucha. Su mensaje es corto y reiterativo: “Venga, gente. Recordemos que lo de Roma fue culpa nuestra. De nadie más. Que no nos pase lo mismo. Solo fue culpa nuestra. De nadie más”. No cambió de idea cuando, semanas después, pudo volver a articular palabra. Échenle la culpa a los jugadores del hundimiento, vino a decir. ¿Y en Arabia? A diferencia del público de Yeda, notoriamente crítico, el rosarino volvió a absolver a Ernesto Valverde. “Sí, hay plena confianza en el míster”.

En esta anormal Supercopa, el equipo se quedó otra vez momificado. No al nivel de Roma o Anfield. Pero esa desconexión en momentos cruciales e inoportunos se va convirtiendo en seña de identidad del Barça de Valverde. Frente al mar Rojo, a 4.000 kilómetros de Barcelona, los azulgranas retomaron durante 80 minutos aquel fútbol monárquico que sometía a vasallaje a los adversarios durante buena parte de la temporada anterior. Sin ser una churrería de ocasiones, el juego mantuvo un constante hervor. El fuego, como siempre, lo puso Messi. Pero en los últimos diez minutos sobrevino la parálisis tan acostumbrada.

Todo lo notable visto hasta entonces se desintegró de repente, como una bola de arena estrujada. “Fueron errores puntuales”, a juicio de Messi. Una descomposición, en particular en la parte trasera, que volvió a dar alas a algún que otro miembro de la junta directiva que querría propulsar  un relevo inmediato en el banquillo. Fue un ruido que traqueteó por las catacumbas del estadio King Abdullah Sports City tras el partido del jueves. Un viaje a Qatar de Òscar Grau, el CEO del club, y Eric Abidal, el director técnico, alimentaron la especulación de un tanteo a Xavi Hernández. Ambos se vieron con él, aunque en el club aseguran que la visita estaba ya programada antes del partido, desvinculado por tanto del resultado. Se vieron también con Dembélé, en fase de recuperación en Doha. Pero las sospechas son máximas cuando son dos hombres fuertes del club quienes cogieron el vuelo. 

Visita a Qatar

Ya hubo más de un directivo que abogó por la salida del Txingurri en verano. No sucedió porque Josep Maria Bartomeu, tras un periodo de reflexión, decidió abogar por su continuidad cuando la bola parecía decantarse por el otro lado de la red. Y como es la suya la opinión que cuenta en la zona noble del FC Barcelona, Valverde seguirá en principio hasta final de temporada. Acostumbra el presidente a destituir secretarios técnicos, no entrenadores, aunque falta por ver si las opiniones opositoras al Txingurri le hacen alguna mella. En la junta del lunes, ya programada desde hace días, no se espera drástica decisión alguna. Sería paradójico que una mera Supercopa, encima tan bizarra como esta, finiquitara abruptamente la carrera del entrenador. Todo es posible en este club. 

Bartomeu y Valverde pactaron que llegado este próximo verano las dos partes podrían prorrogar un cuarto año más el contrato de vinculación. No va a pasar tampoco eso. Y Ronald Koeman, que tanto colaboró en el fichaje de De Jong y por tanto mantiene relaciones cercanas con Bartomeu, aguarda paciente mientras se divierte con la excitante selección de Holanda, con buenos números de brillar en la Eurocopa que viene. Hasta después de esa cita, no se moverá. Cabe enmarcar la visita a Xavi de Grau y Abidal como una posible alternativa, más a partir de verano que ahora. Pero no se puede descartar nada en estas horas intensas.

El desgaste de Valverde se va haciendo palmario y el sustento de Messi y los pesos pesados del vestuario para estirarle hasta el fin del curso no es asunto menor. “El entrenador no tiene ninguna culpa. Es error nuestro”, dijo Suárez a modo de respaldo de las palabras de su amigo argentino. No hay directivo que pueda contrarrestar esas dos voces, que no salieron a la vez en la zona mixta por casualidad. Detalle más que significativo.

Falta de resiliencia

Bartomeu podrá el lunes argumentar, en caso de careo interno, que el fútbol visto en Arabia invita a pensar que el equipo ha alcanzado un punto de inflexión positivo justo a tiempo de encarar los retos emocionantes de la temporada. La cuestión es ver ahora cómo se corrigen los graves desajustes que provocaron la tromba final del Atlético, esa actitud pasmada que habla pestes de la resiliencia psicológica de los futbolistas barcelonistas.

Como en Roma o Liverpool, aun con las diferencias evidentes, constataron en Yeda una incapacidad para sostener la concentración hasta el pitido de clausura.  Bloqueados y amnésicos, los de Simeone los atropellaron por el carril del centro, la zona por natural más congestionada y ordenada. A la desidia final le pusieron rostro Umtiti, Piqué, Busquets y hasta Griezmann. Todos midieron de forma espesa o flaquearon al poner el pie en el segundo y tercer gol del Atlético. “Hay que hacer autocrítica”, dijo Suárez en una frase que sonó mecanizada y vacía.

Valverde, extraviado por el chófer de los saudís el miércoles al dirigirse a una rueda de prensa, ha parecido encontrar la orientación perdida. Quizá debería encontrar también la determinación para tomar decisiones difíciles sobre algunos jugadores con lagunas. No hay que perder de vista que abundan las piernas de más de 30 años. Aunque lo probable es que delegue en su sucesor (y la junta, por supuesto) la fresca y verdadera renovación, cuando falte un año de las elecciones presidenciales. El equipo regresó a Barcelona este viernes, día festivo en Arabia Saudí. Para los jugadores, la festividad se alargará hasta el lunes. El domingo juegan otros.