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ESPANYOL - BARÇA (2-2)

Wu Lei logra un agónico empate ante el Barça

El delantero chino frustró la remontada de los azulgrana, que habían empezado perdiendo, y alimenta la ilusión de la permanencia del colista

Wu Lei presiona a Lenglet en una acción del derbi.

Wu Lei presiona a Lenglet en una acción del derbi. / periodico

Joan Domènech

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Dos veces se habían enfrentado Barça y Espanyol como líder y colista en un derbi y ninguna de las dos veces se cumplió el pronóstico más previsible que auguraba el triunfo azulgrana. La anormalidad tampoco se truncó en la tercera vez; si se truncó la tónica de los últimos tiempos, en los que el Barça suele imponerse a su vecino.

“Sí se puede, sí se puede”, gritó la hinchada blanquiazul al final del partido, después de que Wu Lei anotara el gol del empate. Sigue el Espanyol sin ganar en su estadio en la presente Liga, pero el 2-2 supo a victoria.  Porque se consiguió ante el líder, porque se trataba del Barça, y porque el equipo alimentó la ilusión colectiva por la salvación pese a que no ha abandonado el último puesto.

El agónico gol de Wu Lei recuperó la incertidumbre de los viejos derbis, cuando las diferencias entre los vecinos, que no están tan en las antípodas por mucho que diga la tabla, eran menores. Hubo alternativas en el marcador y una expulsión decisiva (la doble amonestación de De Jong) que socavó la remontada del Barça, que por octava vez tuvo que levantar un marcador adverso.

Una prima para Vidal

Lo estaba consiguiendo gracias a Arturo Vidal, a quien le deberían pagar los 2,4 millones que reclama. Tal vez no se los ganó con las variables por partido jugado, pero se los merece. Al menos, como prima. Si se contaran los kilómetros y no los minutos, ya los tendría ingresados y, quizá, gastados.

Su entrada en el derbi, igual que en otros partidos, espabiló a sus compañeros y provocó una reacción que se trasladó en el marcador. El Barça perdía sin él y el Barça ganó con él. Antes y después estuvo Luis Suárez, el otro artífice del triunfo con el gol que igualó el de David López y la asistencia a Vidal. Chutó al poste también.

Las distancias clasificatorias no existen, dijo Valverde, en una tesis que no sirve solo para un derbi. Las distancias no existen cuando hay voluntad de acortarlas, y el Espanyol corrió lo indecible para reducirlas y el Barça no jugó lo suficiente para ampliarlas.

El equipo de Abelardo

La curiosidad por ver cómo sería el Espanyol se sació pronto. Desde el punto de vista formal, solo con ver el dibujo táctico. Confiar en su espíritu merecerá muchos más minutos y augurar su porvenir, requerirá semanas. No fue el Espanyol de los tres centrales de Pablo Machín, sino el Alavés del 4-4-2 que se salvó con Abelardo. La referencia que, por otro lado, lado, tomó Rufete para elegir al tercer técnico de la temporada. El que debe obrar lo que parece una heroicidad con la herencia que le han dejado.

Abelardo quiso restituir el orden posicional con las dos líneas de cuatro muy juntas para cerrar los espacios interiores donde se ubica Messi, solo Messi, y fiarlo todo a una salida al contragolpe –la rapidez con que se buscaba a Darder y Calleri provocó errores muy graves– o al balón parado.

El contraste entre la necesidad y la displicencia marcó el resultado. El Espanyol lo apostó todo a la estrategia, a Bernardo, a Naldo, al citado López, que remató sin oposición. Dos jugadores del Espanyol siguieron la trayectoria de la bola por si era necesario meter la puntera o había un rechace de Neto, que se quedó clavado por la indecisión.

Interiores derrengados

El Barça tuvo que esperar a que Víctor Gómez y Melendo sacaran la lengua para conseguir situaciones de ventaja en sus ataques. Los dos interiores locales, que fueron sustituidos, derrengados, se multiplicaron para neutralizar (o intentarlo) a Sergi Roberto y Rakitic por un lado y Alba y De Jong por el otro. El cansancio provocó los primeros agujeros y Messi y Suárez pudieron marcar. Diego López y el poste lo impidieron. El mediotiempo interrumpió la velocidad de crucero que empezaba a tomar el Barça, que tampoco era supersónica, sin frenarla del todo.

El aspaviento de Valverde al encajar el 1-0 y la orden de calentar a Arturo Vidal en la primera mitad indicaron el enfado del técnico. El Espanyol ha cambiado con el entrenador, y el entrenador del Barça no logra cambiar  sul equipo, que volvió a ir por detrás en el marcador, con el desgaste que supone.

Debió echar un par de voces Valverde, que habló y obró. Pocos jugadores son tan revulsivos en el Barça como Vidal, un tipo que seguía por otros códigos, otros criterios, otras velocidades. Pero el Espanyol también sus revulsivos, y entre Vargas y Wu Lei, frescos de piernas, hicieron creer al españolismo que sí se puede lograr la salvación.

Espanyol, 2 - Barcelona, 2

Espanyol: Diego López (5); Javi López (7), Naldo (6), Bernardo (7), Dídac (6); V. Gómez (5), David López (7), Roca (7), Melendo (6); Darder (6), Calleri (6).