Un clásico sin el clásico Busquets

Rakitic fue el mediocentro del Barça y Modric empezó de suplente en el Madrid.

Rakitic fue el mediocentro del Barça y Modric empezó de suplente en el Madrid. / periodico

Joan Domènech

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Era un clásico completamente distinto a todos y lo fue hasta en el resultado. El 0-0 en el Camp Nou no se veía desde el 23 de noviembre del 2002. Louis van Gaal y Vicente del Bosque eran los entrenadores de un Barça-Madrid que empataron a nada. Muchas expectativas y pocas realidades en un duelo que defraudó y que no era muy distinto de los que vivían los aficionados culés en aquella prehistoria de la gloria. Solo había una Copa de Europa en las vitrinas del museo.

Se jugó tanto y tantos días fuera del Camp Nou que se agotaron la imaginación y hasta los goles antes de tiempo. El partido se jugó fuera. En las calles. Ahí estuvo el peligro, más que en las áreas. El árbitro prefirió cerrar los ojos para no ver penaltis a punta pala. Si Hernández Hernández hubiera adoptado el mismo criterio que su colega Alberola Rojas en San Sebastián habría montado el incendio dentro del estadio. Hubo agarrones en cada córner. El Madrid lanzó seis y el Barça solo dos. Echen cuentas.

Decisión técnica

La concordia pactada entre los clubs y los equipos, compartiendo hotel y ruta, la extendieron hasta el final para repartirse los puntos. Fue un clásico tan distinto que faltó uno de los actores principales de los grandes duelos que  estaban protagonizando.

El partido se había jugado tantos días y tantas veces que se agotaron los goles: desde 2002 no había un 0-0

Ni Leo Messi había disputado tantos clásicos en las últimas 11 temporadas. El capitán alguna vez estuvo indisponible, como el año pasado  -"cuando les metimos cinco cada vez que superábamos la presión", recordó Ernesto Valverde-, pero Sergio Busquets siempre estuvo a punto.

También lo estaba esta vez, pese a que trascendió que tenía fiebre. Jon Aspiazu, el ayudante de Valverde, no escurrió el bulto. "Es decisión técnica", aseguró, aclarando la confusión con el primer once facilitado a los medios, en el que jugaba Busquets y el suplente era Ivan Rakitic. "Tenía unas décimas de fiebre cuando ha llegado aquí, pero podía haber jugado», corrobóró Valverde.

Tan titular como Messi

Rakitic saltó del ficticio banquillo al campo para desgracia de Busi, uno de los fijos de la década. Había disputado 36 de los 37 clásicos jugados desde que subió al primer equipo.  Y en 33 figuró en el once titular, así de indeleble era el rotulador con que los cinco entrenadores escribieron su nombre en la pizarra. Solo fue suplente en los dos primeros (2008-09), cuando era un proyecto, y en uno con Tata Martino. Se quedó los 90 minutos en el banquillo en la apertura de la temporada 2011-12 en la ida de la Supercopa en el Bernabéu.

Alcanzada la veteranía (31 años), Busquets volvió al punto de partida. Al banquillo. Solo pudo saludar a sus amigos madridistas en el túnel de los vestuarios en el descanso. "Tenemos una pléyade de jugadores que pueden jugar en esa posición", añadió Aspiazu.

Rakitic coge el timón

De Jong, Rakitic y Sergi Roberto, los tres elegidos para un clásico sin uno de los clásicos, han sido los mediocentros en cada suplencia de Busi. Más de las conocidas hasta ahora, señal de que, a ojos de Valverde, ha perdido la condición de intocable. La conserva Gerard Piqué, aún sin relevo ni competencia, y, por supuesto, Leo Messi.

El timón lo asió Rakitic que ha renacido con seis titularidades consecutivas tras once suplencias seguidas. El barco tomó otro rumbo. El Barça sigue una deriva distinta sin Busi.

Rakitic asió el timón de ‘Busi’, que tenía fiebre aunque fue suplente "por decisión técnica", según Valverde

Acostumbrado a tejer el juego, recogiendo el balón de los defensas, combinando con los interiores y colaborando con los delanteros, Busquets observó que su Barça es un low cost como tantos otros que ahorra pases y tiempo. Tampoco estaba Arthur.

Uno de los pasadores principales fue Ter Stegen, que trató de conectar con Messi y Suárez a través de su excelente precisión. Desde el área a la divisoria, sin tránsitos ni escalas. Entró antes Arturo Vidal que Busquets, señal de que Valverde redoblaba la apuesta del juego directo. Pese a reconocer que al equipo le costaba superar la presión del Madrid. Aquello en lo que el frío Busquets es un artista.