ANÁLISIS TÁCTICO

Las claves tácticas del Real Sociedad-Barça: La Real dominó el balón; el Barça, el espacio

En un volcánico partido, Alguacil supo desactivar al inicio al campeón, que halló el atajo con rápidas transiciones

Valverde, en el duelo contra la Real Sociedad en Anoeta.

Valverde, en el duelo contra la Real Sociedad en Anoeta. / periodico

Marcos López

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1.- Imanol supo desactivar el juego azulgrana

Le costó gobernar el partido. En realidad, no lo gobernó nunca el Barcelona. Dominó el escenario del partido la Real Sociedad con un eléctrico arranque. No pudo el equipo de Valverde desactivar a Odegaard, quien se convirtió en un demonio porque se adueñó de la pelota. Sobre todo en ese espectacular arranque donostiarra donde el Barcelona se vio empujado a su área.

Ahí estuvo sumergido, muy a su pesar, porque Oyarzabal penetró con mucho veneno por la banda izquierda, generando tanto peligro que le tocaba achicar balones sin poder iniciar con calma sus jugadas de ataque. Le quitó la Real la pelota. Es algo literal. El 54% de la posesión perteneció al atrevido equipo de Imanol Alguacil, quien descifró perfectamente los movimientos para anular el ataque azulgrana.

Apenas existió el tridente en esa primera media hora donde el disparo de Suárez, bien repelido por Remiro, quedó como única opción real de asustar al conjunto vasco. Defensivamente supo ahogar los movimientos de Messi, quien no tenía impacto porque el técnico vasco hizo mover a su equipo de tal manera que superó todos los registros (posesión, remates, pases…) al campeón. Y el juego. Al inicio.

2.- Goles a la espalda de la zaga vasca

Al no tener el control, que no lo tuvo, el Barça decidió mirar a la espalda de la defensa de la Real. Pero necesitó casi 40 minutos para encontrar la solución a sus problemas iniciales. Fue cuando Llorente, el central de la Real Sociedad, midió mal un salto en busca de un cabezazo defensivo y a partir de ese momento se desencadenó el tridente azulgrana, especialmente cuando Luis Suárez comenzó a cabalgar a campo abierto mientras Griezmann corría feliz por la pradera de Anoeta, su primer hogar en la Liga española. Asistió el uruguayo y remató con delicadeza el francés.

Como no podía quitarle la pelota a la Real, decidió sorprenderla por la puerta de atrás

Especialista en marcar goles que resultan decisivos. Encontrado el atajo, el equipo de Valverde insistió en su idea. Como no podía quitarle la pelota a la Real decidió sorprenderla por la puerta de atrás. Así llegó el 1-1. Así llegó también el 1-2 en otra jugada que retrató el cambio de registro táctico azulgrana. Se inventó Busquets un monumental pase a la espalda de la zaga vasca oteando el inteligente desmarque de Messi. Y Leo tuvo la calma necesaria para regalarle el gol a su amigo Luis Suárez.  El problema fue que el Barça no gestionó esa ventaja con criterio. Ni la mantuvo. Pero halló el espacio, al menos, para el empate.

3.- Piqué firmó un partido imperial

De inicio a fin estuvo Piqué asumiendo un papel protagonista en Anoeta. Al principio, el central sostuvo defensivamente al Barça con un par de acciones espectaculares. Eran, en realidad, un par de goles que evitó problemas mayores a Ter Stegen.

Luego, tuvo incidencia en el juego de ataque como demostró con su cabezazo en el área vasca, salvado casi en la misma línea de gol de Remiro. Y la jugada que podía haber determinado el desenlace de un volcánico choque también tenía a Piqué como pieza esencial. Ahí estaba el central, ya en el tiempo añadido, a punto de cabecear cuando fue agarrado y empujado. Todo en una misma jugada y por dos jugadores distintos de la Real.

Piqué no solo se mantuvo fuerte en el plano físico sino que, ayudado por un excelente Lenglet, supo dominar todas las parcelas de su oficio. Por arriba, estuvo imperial porque ganó todos los duelos aéreos a los que se enfrentó, además de estar especialmente aplicado en los centros laterales. Fue, precisamente, en esa acción donde acabó perdiendo el triunfo el equipo de Valverde. Oyarzabal rasgó por la izquierda y el centro fue mal despejado por Ter Stegen. Piqué no regaló nada.