PERLA DE LA MASIA

Riqui Puig, en la sala de espera

El jugador de Matadepera asume el compromiso de liderar al Barça B hasta el final de temporada pero quiere más entrenamientos con el primer equipo

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zentauroepp50888023 13 11 2019 f tbol riqui puig lidera al bar a solidario en 191115164041 / MIGUEL RUIZ / FCB

Rafael Tapounet

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Cuando le preguntan a Francesc Xavier Garcia Pimienta, técnico del Barcelona B, si Riqui Puig está preparado para dar el salto al primer equipo, suele contestar: "Está preparado, como tantos otros jugadores". Es una respuesta muy de entrenador, pero 'Pimi' sabe bien que Riqui no es "como tantos otros", que el suyo es un talento muy particular que debe ser encauzado adecuadamente para que no se desborde antes de llegar a su desembocadura natural, que es el fútbol de élite. Y, más concretamente, el fútbol de élite en el Barça.

Es un proceso delicado que exige la complicidad activa de todos los actores y notables dosis de inteligencia y paciencia por parte del propio jugador. Riqui Puig tiene la mirada puesta en el premio final y no se plantea desviarse del curso en el mercado de invierno, pero, por otro lado, anhela una señal que le indique que se está acercando al objetivo y que el sacrificio valdrá la pena. Acepta jugar en el filial hasta final de temporada y, al mismo tiempo, reclama más "dinámica de primer equipo". Quiere, en otras palabras, entrenar más a menudo con los mayores.

Un año del debut

Como les ha sucedido a muchos otros futbolistas de su edad, Riqui Puig (Matadepera, 1999) corre el riesgo de ser víctima de un exceso de expectativas. Cuando está a punto de cumplirse el primer aniversario de su debut con el primer equipo en partido oficial (el 5 de diciembre del 2018, en una eliminatoria de Copa del Rey frente a la Cultural Leonesa), el vallesano empieza a pensar que en este tiempo no solo no se ha acortado la distancia que lo separa de la primera plantilla sino que incluso ha dado algún paso atrás. Y encaja mal que su presencia en los entrenamientos de Ernesto Valverde haya disminuido respecto a la segunda mitad del curso pasado. "Le jode que no lo llamen más", admite una persona de su entorno.

Pero los técnicos de la casa le insisten en que debe ser paciente y que todo va según lo previsto. A comienzos de temporada, advirtieron al jugador de que si quería aspirar a llegar al primer equipo, antes debía demostrar su valía erigiéndose en el líder indiscutible del Barça B, un papel para el que el año pasado le faltaron regularidad y compromiso. Riqui ha respondido al reto asumiendo galones y acaparando protagonismo en el juego del filial, sin esconderse en ningún momento pese a la dureza con que ha sido tratado en algunos campos de Segunda B.

Crecer entre tarascadas

"Lo pueden reventar en cualquier partido", alertan voces del fútbol formativo azulgrana. La alarma generada por entradas tan feas como las que recibió el de Matadepera en los partidos frente al Orihuela o el Llagostera ha suscitado un debate en el club sobre la conveniencia de protegerlo y buscarle un ecosistema menos hostil a través de una cesión, pero el centrocampista, consciente de que sus medidas de peso pluma (1,69 metros y 56 kilos, según la web del FC Barcelona) le limitan a la hora de encajar en un modelo futbolístico más físico y menos creativo, no quiere ni oír hablar de alejarse del Barça. No, al menos, mientras crea que tiene posibilidades de dar el salto. ¿Las tiene? Ahí coinciden todos los estamentos de la entidad azulgrana: sí, las tiene.   

El problema es que si hay una línea en el primer equipo que arrastra un problema de superpoblación es justamente el centro del campo. Con siete jugadores (Sergio Busquets, Frenkie De Jong, Arthur, Sergi Roberto, Arturo Vidal, Ivan Rakitic y Carles Aleñá) para tres puestos, las oportunidades escasean. Cuando no hay minutos para todos, los recelos se multiplican y las susceptibilidades aumentan, y de ahí que Valverde prefiera dosificar las apariciones en el entrenamiento de un jugador con cartel mediático como Riqui Puig.

La puerta abierta

Frustrado por esta situación, el menudo futbolista aireó su malestar el pasado 3 de noviembre tras el partido entre el Barça B y el Andorra. "No cierro la puerta [a salir en el mercado invernal] –declaró-. Me gustaría tener más minutos arriba. Hay muchos jugadores y me está costando tener esos minutos, y si no los tengo, pues tendré que tomar alguna decisión". Sus palabras, como es lógico, no gustaron a los responsables deportivos del club, pero tampoco le extrañaron demasiado a nadie. De hecho, fueron interpretadas como una manera de hacerse valer en un momento en que se está especulando con la posible salida de Rakitic o de Aleñá (o de ambos) en enero, un movimiento que despejaría el camino que conduce al primer equipo.

En cualquier caso, a Riqui Puig se le pide que hable en el campo, y así lo hizo el pasado miércoles en el encuentro amistoso disputado en Cartagena, en el que el de Matadepera pidió foco para interpelar a Valverde con un recital de gestos técnicos y de esfuerzos defensivos"Riqui es un talento que va a jugar en el Barça –apuntó el técnico hace unas semanas-. Lo que no sé es cuándo". Al presidente Josep Maria Bartomeu, que mantiene una estrecha relación con la familia del futbolista, le gustaría que fuera más pronto que tarde, pero por el momento se abstiene de intervenir. Los movimientos en el mercado de invierno empezarán a decidir la suerte de la penúltima perla de La Masia.

El Tottenham y otras novias

<span style="font-size: 1.6rem;">Ningún equipo europeo <strong>ha perseguido la incorporación de Riqui Puig con tanto ahínco como el Tottenham de Mauricio Pochettino</strong>. El cortejo se remonta a la primavera del 2018, cuando el club londinense echó las redes sobre el jugador de Matadepera. Una llamada telefónica de Josep Maria Bartomeu, que habló con el jugador cuando este se hallaba en la estación del AVE de Ciudad Real después de disputar la Copa de Campeones con el Juvenil A, frenó su marcha a la Premier.</span>