ANÁLISIS TÁCTICO

Slavia-Barça: diez minutos de presión

El Barça acaba encerrado en su área tras haber empezado invadiendo la parcela checa

Antoine Griezmann conduce una jugada de ataque en el Slavia-Barça.

Antoine Griezmann conduce una jugada de ataque en el Slavia-Barça. / periodico

Joan Domènech

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1. El beneficio de correr hacia adelante

Robo de Messi  y gol de Messi. En cuestión de segundos, antes de que se cumpliera el minuto 3. La gratificación al humilde ejercicio de presionar para recuperar el balón lo más pronto posible fue inmediata. El problema es que implica un desgaste más psíquico que físico, por cuanto obliga a los delanteros a seguir la jugada cuando acaban de perder una acción de ataque. Ese equipo que empezó invadiendo el área ajena acabó hundido en la suya, con todos los defensas colgados del larguero.

La presión adelantada del Barça fue breve. Apenas duró diez minutos, también porque el Slavia se acobardó al comprobar que su voluntad de salir desde atrás con grandeza y el balón raseado (con los dos centrales y el capitán Soucek) la pagó muy cara a la primera. No presionó la salida azulgrana, sino que esperó con cinco centrocampistas y un punta que se situó sobre Piqué.

2. Marcaje individual a Busquets

Está acostumbrado a que le vigilen más o menos de cerca por ser un referente en la distribución del balón. Pero en Praga, Stanciu le hizo un marcaje individual para desactivarle del juego. Busquets, con inteligencia, procuró no inmiscuirse en la cadena de pases  para no introducir en juego a su pareja. Por ese motivo, su participación ofensiva fue poco relevante. Cuando se marchó, hubo más pérdidas.

3. Semedo se estira más que Alba

Por un día Semedo se sintió como Jordi Alba. Sintió la alegría de poder correr hacia adelante con libertad y expectativas de jugar casi como un extremo. En la primera parte fue la principal vía de salida del Barça, con pases que le tiraron Piqué y De Jong. Los centros de Semedo no acabaron en nada.

Tras el descanso, Olayinka le prestó más atención, y como el Slavia tuvo más atención, las tornas se invirtieron: Olayinka atacó y Semedo defendió. No solo pudo proyectarse, sino que la presión de su par le forzó varias pérdidas. Vidal y Rakitic no paliaron el problema.

Pese a que el Barça goleó muy poco después del empate, el Slavia comprobó que su rival no eran tan fiero como lo pintaban y fue apretando las clavijas apoyado en su espectacular fuerza física. El Barça, cada vez más agobiado, fue dando pasos atrás hasta rodear a Ter Stegen, como un equipo menor.