LA CONTRACRÓNICA DE IPURUA

De Jong, el líder silencioso

De Jong pugna con Orellana por el control de un balón en Ipurua

De Jong pugna con Orellana por el control de un balón en Ipurua / periodico

Marcos López

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Abandonó Ipurua siendo aplaudido por una esquina donde estaban reunidos cerca de 200 aficionados azulgranas. Aplaudió de manera metafórica Ernesto Valverde a Frenkie de Jong, dueño silencioso del Barça. El tridente nació en Eibar, pero la llave del triunfo radicó, como admitió el propio Mendílibar, en “los interiores” azulgrana. “Frenkie nos ha dado muchísimo, no para, es un jugador muy importante, tiene mucha potencia…”. El catálogo de elogios del entrenador azulgrana no tenía fin, feliz como estaba por la exhibición del holandés.

En un escenario pequeño e incómodo, donde el espacio es un bien escaso, Frenkie ofreció una cátedra futbolística. Tuvo, además, la personalidad que exigía el partido porque no le quemó el balón en ningún momento. Más bien, todo lo contrario. Parecía que la pelota buscaba a De Jong. Estaba hechizado el cuero de tal manera que ni se asustaba cuando lo veía rodeado por cuatro o cinco jugadores del Eibar.

Ahí, en situación de máxima presión, se le veía sonreir. A Frenkie. Y al balón. Ahí, con Ipurua estrechándose al máximo, decidió sacar su manual de pases. Casi siempre al primer toque, con la adecuada lectura que requería cada momento. Feliz iba Frenkie de punta a punta del campo, disfrutando de su maravillosa obra, sin dejarse llevar por la angustia ni la precipitación. Pases cortos y necesarios para descongestionar el atasco que se vivía en los alrededores de Ter Stegen. Pases largos, punzantes, venenosos para rasgar a la defensa del Eibar que no podía detener tanta creatividad.

Arranque luminoso

Hubo un deslumbrante momento De Jong. Ocurrió en el inicio de la segunda mitad cuando el Eibar aún albergaba esperanzas para equilibrar el tanto inicial de Griezmann. Cogió la pelota y diseñó un tratado arquitectónico en la búsqueda de construir jugadas. Ese pase soberbio a Semedo que pilló desorientada a la defensa de Mendílibar, ese robo previo antes de asistir a Suárez, cuyo disparo atrapó Dmitrovic. “No sé si hemos visto al mejor De Jong, pero sí es verdad que está haciendo un gran inicio de temporada”, contó Valverde, quien aún espera más del exjugador del Ajax.

Pero ese luminoso arranque de la segunda parte no es nada comparable, sin embargo, al atajo que encontró en la jugada del 0-2. Se podía intuir que el holandés, al ver tantas piernas delante suyo, miraría hacia la banda derecha para descongestionar el juego. Pero Frenkie pensó distinto. Observó una línea de pase donde antes solo existía la nada. A partir de ese toque, nació el tridente en Ipurua. Luis, Leo y Antoine aprovecharon ese fantástico pase del holandés para firmar el primer gol de una sociedad de talento recién constituida.

Ni siquiera mirando su espectacular estadística en el pase (45 buenos de 50, o sea un 90% de acierto) permite calibrar la verdadera dimensión del partidazo que suscribió Frenkie, a quien Valverde, también de forma silenciosa, ha dado el auténtico mando del Barça. En dos meses, se ha convertido en el jefe. Y lo es, arropado por Busquets y Arthur. O sea, el retorno al control.