ANÁLISIS TÁCTICO

El bisturí de Valverde

Tras una primera parte en la que ganó Conte, el técnico del Barça despertó a su equipo

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Marcos López

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1.- Lautaro, letal e indetectable delantero

Empezó perdiendo el partido 0-1. Literal. Apenas tres minutos y Lautaro, un delantero venenoso, rápido, que golpeó la espalda de Piqué y desnudó a Lenglet, ya festejaba su primer gol. De manera extraña jugó el Barça con un equipo sin laterales izquierdos. Ahí estaba Semedo. Una falta, aún en campo del Inter, provocó el desorden en el equipo de Valverde, que no supo por donde se le coló el escurridizo delantero argentino. Cuando se dieron cuenta, Lautaro ya estaba festejando su obra maestra. Mientras el Inter adquiría ventaja en el marcador, Piqué y Lenglet se miraban sin hallar explicación a ese tremendo boquete que se abrió en el eje de la zaga. El gol premió al Inter, al tiempo que le daba una coartada para refugiarse alrededor de Handanovic, un portero que gobernó su área con autoridad en los primeros 45 minutos, al punto de que la única amenaza azulgrana llegó con estériles disparos desde fuera del área.

2.- Ter Stegen y Semedo evitan la tragedia

La tragedia no se consumó en la primera mitad porque Ter Stegen demostró ser un portero felino, con unas manos poderosas. Un soberbio cabezazo de Lautaro, siempre Lautaro, el invisible Lautaro para Piqué y Lenglet, los centrales azulgranas, encontró la respuesta sensacional del alemán que se conquistó el espacio de su cuerpo para mantener al Barça con vida.  El Inter, por su parte, dio una lección de fútbol. Primero con la presión; luego, con el orden. Y, finalmente, con una exquisita (y trabajada) salida del balón capaz de silenciar al Camp Nou que veía estupefacto como los italianos se disfrazaban de azulgranas o holandeses, acabando con todos los mitos y prejuicios. No parecía el Inter un clásico equipo italiano. Un par de enormes correcciones defensivas de Semedo sostuvieron al Barça. Hasta que Suárez se inventó el 1-1.

3.- Vidal por Busquets, el cambio del cambio

El partido estaba envenenado para el Barcelona cuando Valverde cogió el bisturí. Hizo un cambio que cambió todo. Quitó a Busquets, el faro, y colocó a Arturo Vidal, un desordenado, pero necesario jugador, para agitar una noche que pintaba fúnebre. Y el Barça, por supuesto, pasó del tradicional 4-3-3, con un tridente que ahorraba esfuerzos defensivos, a un innovador 4-2-3-1, con De Jong y Arthur retrasando su posición para ejercer de medios centros y el chileno era media punta.

Fue entonces cuando el Barcelona tuvo el control del partido que tanto necesitaba. El Inter se asustó. Arturo premió la decisión de Valverde y asistió a Suárez en el empate que alteró el paisaje de la noche. Luego, el técnico quitó a Griezmann y puso a Dembélé. Agitó y despertó al Barça. Y una ocasión de Politano resultó el prólogo del 2-1 de Suárez. Leo asistió, Luis remató.