Petróleo en Getafe (0-2)

La mejor asistencia del Barça en la Liga la ha dado Marc-André ter Stegen. Así anda el equipo de Valverde, dependiendo de que su portero haga los pases de gol. Lo que podría ser un signo de opulencia en otras épocas, refleja ahora las penurias del campeón, que pudo cerrar su mala racha de visitante (sin ganar fuera desde abril) gracias a la defensa, tan criticada por su reciente vulnerabilidad.

Gracias al pozo de petróleo que encontró en el árido sur de Getafe. Lo detectó Ter Stegen, con un excelente pase en profundidad -pase, sí, no un vulgar despeje- a Luis Suárez, y lo aprovechó Junior para ducharse en la gloria que cerraba un pésimo partido particular. Agraciados ambos, y el Barça, por los graves errores de David Soria. Mientras un portero daba puntos a su equipo, el otro se los restaba.

Y así recuperó la sonrisa el Barça. En Getafe, un lugar nada propicio. Ni el escenario es amable ni el adversario es cordial, de aquellos que te haga sentir como en casa, más bien al contrario. La severidad en el trato es la característica del Getafe y quizá por eso, por no haberse dejado avasallar nunca, está durando tanto tiempo entre tiburones.

Con el colmillo afilado y las uñas largas propuso el Getafe una caliente tarde, que no calurosa, que el Barça aguantó con entereza. Aunque amoratado, y acabando con diez por la expulsión de Lenglet, supo conservar la paciencia para asestar el golpe cuando se presentara la oportunidad. La constancia en el trabajo y la frialdad de ánimo fueron de las mejores virtudes azulgranas. Más el acierto, claro, aunque las ocasiones fueron clarísimas. Infalibles.

Líder en faltas y tarjetas amarillas, un promedio que roza las 20 por partido (11 a la media hora llevaba), el Barça estaba advertido de lo que le esperaba en un coliseo de leones. Y comprobó, muy pronto, que el Getafe le presionaría muy arriba para obstaculizar la salida de balón. Por el camino largo, el Barça nunca llegó a Soria; a David Soria, el portero. Por el atajo (una conexión Sergi Roberto-Carles Pérez), remató a los 10 minutos y por otro atajo que solo vio ter Stegen encontró el camino hacia la victoria.

Getafe, un difícil campo de minas

En el campo sembrado de minas enterradas por José Bordalás, se cumple la vieja máxima de que pasa el balón o el jugador, pero nunca los dos a la vez. La solución no es competir en testosterona -el Barça era inferior, aunque Lenglet pareciera un leñero-, sino en la velocidad de ejecución. Ese siempre es el método más rápido para llegar a la meta.

Paralizado como visitante al menor contratiempo, el equipo también acusaba el bajo nivel de algunos jugadores. Luis Suárez fue un claro exponente al intentar retar a Djene o Bruno, a quienes no superó ni por fuerza ni por velocidad. A campo abierto, fue más rápido que Soria en salir de su portería. Junior, en el lateral izquierdo, todavía no se ha sacudido de encima el complejo de ser el último. Entre Damián y Jason le sacudieron de lo lindo -como Arambarri amargó la tarde a Arthur- y el principiante azulgrana cometió 6 de las primeras 7 faltas. En un guiño en medio de la crisis, Suárez y Junior fueron los autores de los goles.

Los dos parones por el calor ayudaron a Valverde a refrescar conceptos durante el partido, sobre todo en la salida de balón. Casi todas por la derecha, mediante Sergi Roberto, que se reencontró con un desconocido Cucurella por la agresividad que le han inyectado en Getafe. Contrarrestado el de Reus, hubo que activar otras opciones. ¿Cuáles? El pase largo a la espalda de los defensas azulones: si no había espacios cerca por la presión local, estarían lejos. Mirando lejos, el Barça llegó lejos.