20 MESES Y A MÚNICH
Coutinho, retrato de un fracaso
El jugador más caro de la historia del Barça ya está en Múnich. Y nadie lo echa de menos. Philippe Coutinho no tenía sitio en el Camp Nou tras la llegada de Griezmann, pendiente además como está el presidente Josep Maria Bartomeu de lograr la vuelta de Neymar, el futbolista que provocó con su marcha un inacabable carrusel de cambios en el equipo.
Se fue el brasileño al Paris SG en el 2017 y el Barça recibió 222 millones de euros, lo que fijaba su cláusula de rescisión. Pero se ha gastado ya 375 en tres futbolistas (Dembélé, Coutinho y Griezmann) sin contar todas las variables que elevarían esa cifra hasta los 425. Toda una fortuna para volver, curiosamente, al punto de partida: negociando para que vuelva Ney.
No ha estado ni dos temporadas completas en el Camp Nou, convertido en un jugador melancólico, cuyo fútbol se iba apagando
Pero el retrato del fracaso es Coutinho, que llega cedido al BayernCoutinho. No ha estado ni dos temporadas junto a Messi y Suárez. En teoría vino para suceder a Iniesta o recoger, al menos, el legado de Neymar en la banda izquierda del ataque. Pero ni una cosa ni otra.
Llegó en enero del 2018, dispuesto como estaba el Barça entonces a pagar 120 millones más 40 en variables, aún sabiendo que no podía contar con él en la Champions. Y se va en agosto del 2019, cedido al Bayern de Múnich, quien solo abonará 8,5 millones de euros por ese préstamo hasta junio del 2020, además, claro, de asumir la altísima ficha anual del brasileño: 12 millones netos.
Despedida furtiva
Se va Coutinho casi de forma furtiva, sin despedirse públicamente. Viajó a Bilbao, pero fue descartado por Valverde porque ya estaba pactada la operación con el Bayern, quien pretende repetir lo que hizo en su día con el Madrid y James durante las dos últimas temporadas. Tener jugadores de alto nivel sin pagar ni un euro de traspaso. Estuvo en la grada de San Mamés asistiendo a la derrota del Barça antes de coger un avión para llegar ayer a Múnich donde pasó las pruebas médicas previas a su presentación.
Esperaban en el Bayern a Sané, pero una grave lesión en la rodilla frustró su rodilla. Ahora le toca a Coutinho recuperar el tiempo perdido en el Barça
Esperaban en el Bayern a Sané, pero la grave lesión que sufrió el jugador del City en su rodilla derecha (podría estar más de seis meses de baja) frustró la operación, aumentando el nerviosismo en Múnich porque tenían que suplir la marcha de sus dos vacas sagradas: Robben y Ribéry.
Aparece, sin embargo, Coutinho, por quien el Barça peleó durante mucho tiempo hasta conseguir su fichaje, sin importarle siquiera en convertirlo en el más caro de su historia. Ahora, 20 meses después de su aterrizaje en el Camp Nou, se va sin dejar legado alguno, pese a tener la complicidad de Suárez, su viejo amigo en Anfield, y Messi.
Ni con la ayuda de Messi
Su rendimiento fue decreciente. Empezó bien, pero acabó muy mal, enfrentado incluso al Camp Nou cuando celebró su gol al United tapándose los oídos, lo que le costó un desencuentro con el público. Al punto de que hasta Messi tuvo que salir a defenderle de tanto silbido. "Es feo despedir a un compañero así", llegó a decir el astro argentino para arropar a un melancólico Coutinho que se iba apagando. Ni con la ayuda del 10 se levantó, consumiéndose lentamente su fútbol.
Por eso, y tras fichar a Griezmann, el Barça ha elegido la fórmula de la cesión como mal menor. No encontraba compradores para Coutinho. El Liverpool, su antiguo club, también descartó el retorno. No había ningún club que pudiera equilibrar tan descomunal inversión. Aunque con el préstamo al Bayern le permiteahorrarse su ficha y algunos bonus con el equipo inglés y libra a Valverde de un problema.
Debía ser una solución tras la marcha de Neymar y fue un problema para todos. Hasta para él
Tenía que ser Coutinho una solución y se acabó convirtiendo en un engorro. Un engorro para todos. Incluso para él. Nunca se le vio verdaderamente feliz en el Camp Nou. En 20 meses dejó pocas sonrisas. Se va tras jugar solo 25 minutos este verano.
Coutinho simboliza también el fracaso de una desconcertante política deportiva. ¿La prueba? En el último año han caído dos directores deportivos (Robert Fernández y Pep Segura) y un vicepresidente deportivo (Jordi Mestre). Ahora es Bartomeu quien pilota ese área. Y quien decidirá si vuelve Neymar.
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