ANÁLISIS

Las claves tácticas del Barça-Valencia: Fugas sin perdón

El Barça se condena en la final de Copa con una desastrosa primera parte en la que comete graves errores defensivos

Messi abandona el Benito Villamarín con el trofeo de subcampeón de Copa.

Messi abandona el Benito Villamarín con el trofeo de subcampeón de Copa. / periodico

Marcos López

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1.- Fracaso del doble lateral diestro

Quería Valverde doblar la banda derecha de su zaga. Y así lo hizo porque alineó, de nuevo, a Semedo (lateral) y Sergi Roberto (interior / extremo). Pero ese entramado saltó por los aires cuando apenas se llevaban 20 minutos de partido. Una diagonal de Gabriel Paulista rasgó al Barça de manera sencilla. Demasiado sencillo fue todo. Gayà corrió con toda la libertad del mundo y todo el tiempo para detectar la figura de Gameiro. Estaba solo el delantero. Y marcó, claro, desnudando a los azulgranas.

2.- El 0-1 llegó por la banda izquierda; el 0-2 por la derecha

El primer tanto del Valencia estaba anunciado incluso antes porque Gerard Piqué, con una acción prodigiosa, lo había evitado antes en una fenomenal ocasión de Rodrigo. Pero tenía que caer el gol del equipo de Marcelino. En el primero utilizó el carril izquierdo de su ataque para batir a Cillessen. En el segundo acudió a la banda derecha con una fenomenal cabalgada de Carlos Soler, quien superó en velocidad a Jordi Alba.

A partir de ahí, otro caos defensivo para que Rodrigo, que estaba solo en el área pequeña de Cillessen, pudiera cabecear a placer. No supo descodificar el conjunto de Valverde esos puñales por las bandas. Y no fue, curiosamente, Guedes, uno de los más peligrosos. En el 0-1 fue Gayà, el lateral zurdo; en el 0-2, en cambio, fue Carlos Soler, un volante derecho que desgajó con mucha facilidad. Pero no fue únicamente un problema defensivo sino que nadie del centro del campo (nadie es nadie) retornó para ayudar a sus compañeros.

3.- Horrible plan inicial que no tuvo remedio luego

Tenía una idea Valverde. Y le salió mal. Horriblemente mal porque recién cumplida la primera media hora ya estaba perdiendo. No solo había encajado dos goles sino que no tenía el control del balón ni de la final exhibiendo una fragilidad que le devolvía a su cruel noche en Anfield. Tan desastroso resultó ese plan que hasta el propio técnico azulgrana intervino en el descanso. No le quedaba otra opción.

Sacó a Semedo, retrasó a Sergi Roberto y puso a Malcom para entretener a un ocioso Gayà, que había vivido la primera parte más tranquila que podía imaginar. Quitó a un transparente Arthur y colocó al agresivo Arturo Vidal. Cambios que, al menos, le dieron una dimensión distinta al juego de ataque del Barça porque Messi ya no se sentía tan solo como en los primeros 45 minutos.

Ya tenía a Malcom, quien revolucionó el partido tras el descanso. Leo ya tenía a quien mirar. Y, sobre todo, a quien pasar. En esa pequeña sociedad, y mientras Coutinho seguía desaparecido, halló el Barça un motivo para la esperanza, por mucho que las genialidades de Messi se estrellaran primero contra Jaume Doménech y después contra el palo derecho de la portería del Valencia.