Los 36 goles de Messi para la Bota de Oro

El capitán del Barça será por sexta vez el mejor goleador europeo a no ser que Mbappé anote 5 tantos en la última jornada francesa

Messi celebra con la grada el primer tanto que abrió la victoria ante el Alavés

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Joan Domènech

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Acabó la Liga con dos goles. Iguales, pero diferentes. Iguales en el mano a mano con Dmitrovic, el portero del Eibar, pero diferentes en la forma de batirle. Primero con un mini regate que abriera un ángulo para encontrar la portería, y luego con un sombrero sutil por encima de la cabeza. Dos goles para atarse la Bota de Oro que le distinguirá como el mejor goleador de Europa.

Es cuestión de horas. La sexta bota de Leo Messi está pendiente de la última jornada de la Liga francesa. Quién lo iba a decir. Y no porque Neymar amenace su trono, como pretendía al marcharse al PSG. El pretendiente es Kylian Mbappé. El joven delantero francés necesita marcar cinco goles para batir los 36 de Messi, cuatro para igualarle y compartir el trofeo. No es fácil. Por la cantidad y porque el PSG visita al Reims, el cuarto menos goleado.

Iguales pero diferentes

“Miré el partido del Eibar y luego volví a dormir”, explicó esta semana Mbappé, desesperanzado ante la proeza a la que le obliga Messi después del doblete de Ipurua. El diario Le Parisien daba cuenta del supuesto enfado del francés con su entrenador, Thomas Tuchel, por los descansos que le había dado en la Liga y que le restaban opciones de igualar a Messi y sentarse a la misma mesa antes que Griezmann.

Sería la primera bota de Mbappé. Messi se calzará la tercera consecutiva, que empezó a anudarse en agosto. Con una falta. La primera de las ocho que ha transformado (seis en la Liga). Faltas iguales que han ido burlando barreras y porteros, pero faltas diferentes que atacaron los cuatro ángulos de la portería. Aquella fue un envenenado tiro raso con la barrera del Alavés saltando hacia el cielo. Los demás empezaron a tumbar futbolistas en el suelo para neutralizar los proyectiles tierra-aire, pero la pelota siguió encontrando el objetivo.

Iguales y diferentes se fueron repitiendo las combinaciones con Alba, ese tuya-mía ante el que no hay antídoto posible por la atracción que genera el balón. Ese triángulo defensivo ideal pero imposible para ver a la vez al rival, la pelota y la portería. Cuando no estuvo Alba apareció un insospechado socio asistente en la figura de Arturo Vidal.

Otro rival

Los 36 goles revalidan la hegemonía de Messi, mucho más que un goleador. Como es Cristiano Ronaldo, incapaz de mantener en Italia la producción habitual en el Madrid. Se quedó en 21 goles, 15 menos que su antiguo adversario. Ni siquiera ha sido el máximo realizador con la Juventus. Le adelantó Quagliarella, de la Sampdoria (26).

Tampoco ha sido rival de Messi otro delantero con aires de divo que quiso huir de su acomplejante proximidad. Neymar tiene la excusa de las lesiones, una anual, para considerarse disculpado de la lucha por ser el atacante más letal del planeta. El rival está en Francia, que solo celebró las botas doradas de Thierry Henry (2004 y 2005) vistiendo la camiseta del Arsenal. Hasta que algún día se la calce Mbappé.