CRISIS ESTRUCTURAL

De Manolas a Origi, el viaje al abismo europeo del Barça

El equipo de Valverde fallece a balón parado en Europa derruido por su propia incompetencia por no saber defender dos saques de esquina

Messi, abatido tras perder ante el Liverpool en Anfield.

Messi, abatido tras perder ante el Liverpool en Anfield. / periodico

Marcos López

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

De Manolas, un anónimo central griego, a Origi, un prometedor delantero belga. De Roma a Anfield. Y siempre un córner de por medio. Hace un año ocurrió con una desatención defensiva de Semedo que le dejó postrado en el área pequeña de Ter Stegen con las manos en la cabeza. El córner del martes, en cambio, delató la desidia colectiva de un Barça que encajó un gol digno de “juveniles”, como gritó indignado Luis Suárez.Luis Suárez

Nadie estaba en su sitio. Ni en el Estadio Olímpico italiano ni tampoco en Anfield, donde se prolongó el largo viaje al abismo europeo de un Barça derruido por su incompetencia. A balón parado falleció el Barcelona de Valverde, que solo ha encajado apenas dos derrotas en Europa en dos años: Roma y Liverpool. Dos derrotas catastróficas que revelan la magnitud de un problema que supera incluso la figura de un cada vez más cuestionado ‘Txingurri’.

En dos años, nadie del Barça ha estado en su sitio en la Champions

Afecta, en realidad, a una plantilla hegemónica en España como revelan sus dos Ligas consecutivas (suma ocho de las últimas 11), pero ruinosa en Europa: una Champions en siete años. No es de un año ese desplome.

Viene, por lo tanto, de lejos. No, no es solo Roma. No, no es solo Anfield. Es París (4-0). Es Turín (3-0) impidiendo que la gesta del 6-1 al Paris SG tuviera la épica que merecía. Es Roma, obviamente (3-0). Y es ahora también Anfield (4-0).

Coutinho, el rostro del fiasco

Poco a poco, y sin que se tomaran las medidas correctoras necesarias, el Barça ha ido viendo como la obra del 2015 simbolizada en el tridente Messi-Suárez-Neymar se ha ido derritiendo. Ha sido incapaz de mejorarla. Más bien todo lo contrario, a pesar de los constantes cambios en la dirección deportiva. En nada se parecen Andoni Zubizarreta, despedido de mala manera en enero del 2015, a Robert Fernández, echado también de la estructura porque no se le renovó el contrato (junio del 2018), a Pep Segura, actual responsable del área deportiva junto a Eric Abidal.

Anfield no ha echado de menos a Coutinho, que ha sido invisible en su etapa azulgrana

Todo condensado en la figura de Philippe Coutinho, el fichaje más caro de la historia del club. Pagó el Barça, precisamente al Liverpool, 160 millones de euros para traerlo al Camp Nou. En Anfield nadie lo ha echado de menos desde entonces, finalista como fue el equipo de la última Champions -perdió con el Madrid- y finalista como vuelve a ser ahora. En Barcelona nadie ha visto a esa carísima estrellas. 

Malas decisiones

El dinero obtenido por Neymar, la tercera pata del tridente que llevó al equipo a la Champions de Berlín-15, no se ha notado en el campo. Recibió 222 millones del Paris SG y ha invertido 300 en traer a Dembélé, que ha sufrido cinco lesiones, cuatro de ellas musculares, en solo 21 meses y Coutinho, invisible en los partidos. En ese inacabable viaje al abismo firmado por Manolas y Origi, el Barça huyó de su esencia, renegando de su biblia futbolística que tiene en el control y la posesión el primer mandamiento.

 Además, los jugadores básicos (Messi, Piqué, Rakitic, Busquets, Jordi Alba) superan ya la treintena. No es responsabilidad exclusivamente de Valverde. Ni mucho menos. Ya con Luis Enrique el equipo jugaba a otra cosa porque la inmensa fuerza de su trío de ataque desplazaba el centro del juego hacia el área enemiga saltando los pasos intermedios. Precisamente desde el 2014, tras la marcha de Tata Martino, que apenas duró una temporada, la peor de este ciclo, la anual reestructuración de la plantilla no ha salido bien.

Vive aún el Barça de aquellos fichajes que guiaron al equipo hacia la última Champions. Poco antes habían llegado Jordi Alba (2012) y Neymar (2013). Luego, Ter StegenRakiticSuárez, todos en el mismo verano del 2014. Desde entonces, fichajes sin impacto auténtico en el equipo, más allá de Lenglet y brotes verdes iniciales de Arthur, obra ambos de Robert antes de perder la confianza de Bartomeu.

Pero el esqueleto sigue siendo el mismo, sostenido siempre por Messi, un tipo que garantiza más de 38 goles por temporada en los once últimos años. No se ha regenerado con acierto la plantilla, mientras Leo iba añadiendo matices nuevos a su juego. Obviamente, este Barça es peor que el de Guardiola (2008-2012) y menos contundente que el de Luis Enrique (2015-2018). Quizá Valverde no pudiera hacer más que administrar esos recursos. Modificó las rutinas, gestionó rotaciones y descanso. Llegada la gran noche, el derrumbe fue idéntico.

El córner de la vergüenza

La desgracia europea del Barça tiene otro terrible capítulo. De los postes de Berna-1961, la primera final de Copa de Europa perdida, al trauma de los penaltis de Sevilla-1986. Luego llegó el desastre con el CSKA de Moscú incapaz como fue el ‘Dream Team’ de Cruyff de defender con dignidad la corona de Wembley-92. O la ruinosa noche de Atenas-94 que enterró de mala manera junto a la Acrópolis griega los restos de un equipo legendario.

Ahora a esa terrible iconografía culé toca añadir el córner de la vergüenza de Anfield. Más que mirar a Valverde (se irá o no, pero el problema seguirá) toca mirar a Messi. Cansado de sostener a un equipo y a un club tantos años y frustrado por no poder cumplir su palabra.