73 JORNADAS, 66 LÍDERES

La Liga de Valverde (capítulo dos)

La perseverancia del técnico extremeño, que conectó de maravilla con Messi, permite al Barça gobernar de inicio a fin

Campeón de La Liga. El Barça gana el primer título del posible triplete.

periodico

Marcos López

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No la reclamará nunca porque tampoco cree que le pertenezca. Más bien piensa todo lo contrario. No considera Ernesto Valverde que esta Liga sea suya. Ni mucho menos. Es propiedad de Messi, reinventándose un año más ofreciéndose registros nuevos a un juego infinito, aunque, en realidad, sí le pertenece al técnico, quien sigilosamente ha construido una obra faraónica. Aunque no se le reconozca. A él le da igual. Tampoco lo busca. Ni dirías que lo pretende.

Su trabajo de hormiga ha permitido construir dos Ligas casi perfectas, capaz como ha sido el Barça de dominarla de forma tan dictatorial que solo haya perdido tres partidos en las 73 jornadas que ha disputado: Levante el curso pasado con el título ya en la mano (5-4); Leganés (2-1) y Betis (3-4) en este.

En sus dos campeonatos, el equipo de Valverde solo ha cedido tres derrotas: Levante (17-18); Leganés y Betis (18-19)

Valverde no habla. Valverde actúa. Él no genera problemas; él los soluciona. Ya sean de carácter deportivo -reconstruyó el Barça tras la traumática salida de Neymar camino del Paris SG- o extradeportivo. Ni un incendio ha provocado el técnico extremeño. Y se pierde la cuenta ya de las veces en que ha apagado llamas con su tradicional sensatez y sentido común: DembéléArturo Vidal, Coutinho…

Es la Liga de Messi, como todas las que se han ganado en la última década. Pero es también la Liga de Valverde, un técnico que parece anónimo, obsesionado como está en no trascender sino en dejar que los hechos hablen por él. Capaz, como ha demostrado esta temporada, de corregir en el descanso con medidas que han reactivado, y para bien, al equipo.

Reconstruido el Barça, dolido en su autoestima porque vio que el Paris SG le quitó a Neymar, tuvo que convivir con el drama de la derrota de Roma, mientras tejía su nuevo dibujo para el segundo curso. Dos años, dos Ligas con el Txingurri. Aquí no hay debate alguno, por mucho que el asunto estético ("es un equipo que no enamora", "ya no juega como antes", "no es tan bonito", son los reproches tradicionales) distorsione la imagen real.

Aplastando al Madrid

No hay debate porque el Madrid de Zidane, que fue tres veces campeón de Europa, dimitió en el invierno pasado. No hay debate porque el Atlético de Simeone quebró la rodilla en la primavera. Incapaces ambos de seguir la indestructible potencia del Barça en el día a día. Ni se aburre de ganar ni se cansa de trabajar. Por mucho que incluso se le mire con cierto desdén, prisionero de la nostalgia de un tiempo que no volverá.

Hace ya 10 años que se alcanzó la perfección. No hubo nada igual al Barça de Guardiola que holló el Everest en el 2009 consiguiendo el sextete. No existió antes. Ni existirá tampoco después. Los supervivientes que aún quedan de aquella constelación de planetas que se dio en el Camp Nou (MessiPiqué y Busquets) son los primeros en saberlo. Y Valverde, repleto de esa discreta inteligencia que emana en cada una de sus decisiones, lo asume con la naturalidad que le caracteriza.

Lopetegui fue despedido después del 5-1 del Barça y a Solari le condenó la eliminación copera y la caída en Liga

Son otros tiempos, otro fútbol, otro estilo dentro de una misma filosofía que ha cambiado la jerarquía de la Liga española en los últimos 30 años. Antes de Cruyff, mandaba el Madrid. Después de Johan (1988), gobierna el Barça, impulsado por un extraterrestre (Leo) que ha conectado con una persona sencilla (Ernesto).

A su manera, sin levantar ninguno la voz, ha edificado una monstruosa trayectoria en la Liga aplastando al madridismo, que tenía antes el refugio de las Champions (ahora ni eso), sin dar vida a que el cholismo resurgiera. 

Extrema fiabilidad

Monstruoso resulta que el Barça haya sido líder en 67 de las 73 jornadas que ha jugado con el entrenador azulgrana en el banquillo, que ha aportado la calma necesaria tras el vértigo que imprimía Luis Enrique. En las otras seis restantes, fue segundo, prueba de su extraordinaria competitividad. La fuerza del día a día se ha llevado por delante el ‘postzidanismo’. Lopetegui Solari terminaron engullidos por el Barça de Valverde. Uno en octubre; otro en marzo.

No lo parece, pero es más voraz de lo que se supone. No tiene pinta de ser extraordinariamente competitivo, pero su Barça tiene un aire indomable. Sin la sonrisa de Zidane ni el glamour de Guardiola, Valverde oculta un personaje igual de ambicioso que ellos. 

No sabes cómo, pero te aplasta por su perseverancia y extrema fiabilidad. Compite como si no tuviera nada en el Museo. Pelea cada partido como si fuera el último de su vida, además de extraer versiones, más allá de la sobrehumana de Leo, soberbias de jugadores esenciales como PiquéJordi AlbaTer StegenRakiticLenglet…. 

Pocos miran a Valverde porque todos saben que es el Barça de Messi. Pero hasta Leo elogia públicamente a esa hormiga nacida en Extremadura, pero criada en el País Vasco, que camina silenciosa por la Liga hasta hacerla suya.