LA EMOCIÓN DEL CAMP NOU

El templo de la felicidad, la casa de la Liga

El Camp Nou empezó con un emotivo recuerdo para Tito Vilanova y se entregó a Messi, su guía en el paraíso

Messi y Semedo, con sus hijos, observan los fuegos artificiales en el Camp Nou.

Messi y Semedo, con sus hijos, observan los fuegos artificiales en el Camp Nou. / periodico

Marcos López

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Se convirtió, una noche más, el Camp Nou en un teatro de emociones. Resultó emocionante por inesperado el momento en que el ciudadano culé, eran 91.917 personas reunidas en su templo, quiso acordarse del difunto Tito Vilanova. De pronto, empezaron a corear el nombre del técnico que guió al Barça a la Liga de los 100 puntos, mientras la “gallina de piel”, que diría Johan Cruyff, estremecía las entrañas del viejo estadio. 

Estaba previsto que jugara Messi y lo hizo saliendo desde el banquillo para rubricar el gol del título

De emoción en emoción y con Messi, un partido más, de suplente, mientras Valverde hacía cohabitar a Dembélé Coutinho en el mismo once. Ya sucedió en Vitoria. Se repitió también contra el Levante.  Idéntico número de oportunidades para ambos.

Así nadie podrá quejarse cuando las poderosas luces de la Champions, que llevan música incluída, iluminen el Camp Nou el próximo miércoles para recibir al Liverpool en la semifinal europea.

Un rebelde sin padrino

No estaba Leo. Vivía más tranquilo Cou y, por supuesto, Dembelé. Pero resulta mucho más evidente en el caso del melancólico jugador brasileño, que se sintió el dueño de la escena principal, con más protagonismo que de costumbre. Y no solo en el pase sino, sobre todo, en el remata como acreditó lanzando una falta al larguero de un hiper activo Aítor Fernández, el meta del Levante. Puestos a elegir, el balón acababa casi siempre en los pies de Coutinho, quien no tuvo la puntería ni precisión necesaria. 

En el otro flanco, en el derecho, Dembélé, un rebelde sin padrino (no tiene ni tampoco lo busca), cabalgaba libremente cada vez que recibía un balón en condiciones. Estaba en juego, y lo sabían ambos, una plaza para Europa. Quizá Semedo estaba en una situación similar discutiendo el rol de lateral derecho. O la velocidad de portugués o el control y solvencia del canterano.

Desenfreno y calma

 Si alguien tiene la tentación de imaginarse el Barça sin Messi quizá sea este mes de abril la mejor prueba para ir acostumbrándose, especialmente para que no sea tan traumático como será. ¡Que lo será! Pero Valverde, que ha gestionado con exquisito tacto el reparto de minutos de la estrella argentina, decidió sacarlo en la segunda mitad. Ni tan siquiera se le vio calentar en el descanso. De repente, ya estaba colocándose Leo el brazalete de capitán saliendo del túnel de vestuarios. Tenía prisa por jugar. La misma que tenía el técnico por ser campeón, empeñado en demostrar que lo extraordinario sí puede ser rutinario.

Al final sufrió, pero gobernó las áreas con Messi y Ter Stegen

El Camp Nou, una vez digerida la emoción que supuso el conmovedor recuerdo para Tito, se alineó, de nuevo, con su equipo para no dejar para el sábado en Vigo lo que podías hacer ayer. Todos corrían como si el Liverpool no existiera en el inmediato horizonte de un club que necesita reconquistar la Champions, un título que no ve desde hace cuatro años. Desde Berlín-2015, el Barça ha desaparecido de las portadas europeas.

De ahí que el gol solo pudiera llevar la firma de Leo. La rúbrica a una temporada increíble. Pero ese tanto resumió el carrusel de emociones que sacudió al Camp Nou. La carrera contra el mundo de Dembélé, mientras Coutinho lo veía como suplente en la segunda mitad, el desenfreno defensivo de Arturo Vidal, quien se jugó la cara para darle la pelota a Messi. Entonces, el 10 decidió tomarse un sorbo de mate en el área de Aítor Fernández, quien había hecho hasta ese momento 10 paradas sin llegar a la hora de partido. Pero con Messi no pudo. Nadie puede.

Luego, el Barça se descontroló, víctima de tanta emoción, sometido a un gran nerviosismo, agarrado a las manos de Ter Stegen y al palo que le ayudó cuando más lo necesitaba. La rutina de las Ligas no impide sufrir hasta el final, aunque gobernando las áreas, con Leo y Marc, todo se le hizo más fácil.