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HUESCA-BARÇA (0-0)

Empate experimental del Barça en Huesca

Un Barça lleno de suplentes y con un sistema de tres centrales tampoco pierde en casa del colista

Dembélé falla un mano a mano con Santamaría.

Dembélé falla un mano a mano con Santamaría. / periodico

Marcos López

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De Old Trafford al Camp Nou había que pasar antes por El Alcoraz. Y el Barça más insólito nunca visto esta temporada no perdió este sábado ante el colista en un partido que deja de todo. Conclusiones positivas (esos minutos de Riqui Puig, la profundidad y determinación de Wagué, el espíritu defensivo de Todibo, el retorno del chispeante Dembélé) en un ensayo en el que hasta Valverde, con una línea de tres centrales, se puso la bata blanca para entrar en el laboratorio. Un lugar donde también detalles negativos (Boateng no tuvo peso alguno en una tarde extraña) en la que el líder, con su rostro más desfigurado, tampoco perdió en la casa del colista.

Todo era experimental en Huesca. Con la Liga en el bolsillo, Valverde pensó, como es obvio, en la Champions, dejando a los titulares en su casa. Todos miraban por la televisión ese Barça que no parecía ser el Barça. Ni siquiera por el color salmón de su camiseta obligado por el azul y grana que exhibía el conjunto oscense. Hasta 10 cambios con respecto al once que ganó en Old Trafford. Del 'teatro de los sueños' al remozado Alcoraz. Un viaje futbolístico inusual. El líder contra el colista.

Y un partido que servía de prueba para todos, especialmente para nuevos que debutaban en la Liga, como el atrevido Riqui Puig o el novel Todibo, además de fichajes invernales tipo Boateng (lo suyo es un caso de ciencia ficción futbolística) y Murillo, mientras Wagué, un profundo lateral derecho, se asomaba por la banda para demostrar que hay vida en el Mini. Hay vida más allá de Riqui, el chico que acapara todos los focos.

Tres ocasiones seguidas

Solo faltó, además, que en el primer cuarto de hora exhibiera un pase impresionante para dejar solo a Dembélé en el centro del área aragonesa. Riqui pasó con la pausa necesaria y la precisión adecuada. Ousmane, que ejercía de media punta con libertad absoluta por detrás de Boateng, gestionó bien ese regalo. Era gol o gol. Pero se interpuso Santamaría, el meta del Huesca, con una descomunal parada. En un solo minuto, el Barça tuvo tres ocasiones. La primera corresponde todo el mérito al portero; en la segunda, a la salida de un córner, replicó con fiereza Santamaría al potente cabezazo de Murillo. Y en la tercera, Umtiti, un campeón del mundo obligado a ganarse ahora el puesto porque Piqué y Lenglet están mejores que él, cabeceó fuera.

Para sumergirse aún más en ese laboratorio de pruebas ordenó Valverde un sistema poco tradicional. Jugó con tres centrales dejando las bandas a Wagué (derecha) y Malcom (izquierda). Más peligroso el joven lateral senegalés (20 años) que el extremo brasileño reconvertido circunstancialmente a carrilero (22). En el centro del campo, Arturo Vidal no entiende de unidades A o noches de Champions o ejércitos de anónimos que pululan en la unidad B sin nada de glamur, como ocurría en Huesca. Aleñá, en cambio, estaba impreciso, enredado con el balón, mientras Riqui igual pasaba genialmente a Dembélé que se inventaba una gran conducción, de más de 40 metros, para demostrar que bajo ese angelical cuerpo se esconde algo más que talento.

Boateng no es un 'nueve'

¿Y arriba? Pues, Boateng. Queda dicho todo. No es delantero centro, nunca lo ha sido. Era, o fue en algún momento, falso delantero centro. Pero ni una cosa ni otra convirtiendo cada balón en una acción extraña, además de enzarzarse en un par de batallas con Galán y Pulido, dos defensas del Huesca. De tanto que saca los brazos a volar se topó con un par de rivales, aunque se libró, curiosamente, de la tarjeta amarilla.

El partido, al menos en la primera mitad, empezó y terminó en ese minuto donde el Barça tuvo hasta tres ocasiones. Antes y después poca cosa. La creatividad de ese niño con pinta de futbolista inmenso que es Riqui. Los controles delicados de Wagué unidos además a su pausa para llegar al área y levantar la cabeza con tranquilidad antes de servir el centro. Sin olvidar tampoco a Todibo, un central diestro capaz de recuperar casi siempre con la pierna izquierda. Al tiempo que Valverde pudo comprobar que Dembélé ha recobrado la chispa jugando siempre de cara huyendo de su tradicional hábitat en las bandas.

Malcom al palo

Pasada la hora de encuentro con temperatura veraniega en Huesca entró, de nuevo, en acción Valverde. Quitó a Ousmane, puso a Coutinho. Sacó también a Jordi Alba enviando a Riqui Puig a la ducha, obligando así a Malcom a cambiarse de banda. De carrilero por la izquierda a ocupar el carril ofensivo azulgrana por la derecha. El Barça ya se había apagado porque apenas pisaba el área del Huesca. Solo un endiablado disparo de Malcom que repelió el poste derecho queda como pobre argumento para el líder.

Tiene la coartada, por supuesto, de que no era el líder de verdad. A Valverde, según sus cuentas, le quedan ahora nueve puntos para ser campeones de Liga. No pierde ni con la extraña unidad B que presentó en El Alcoraz.

Huesca, 0 - Barcelona, 0

<span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;"><strong>Huesca: </strong>Santamaría (7), Miramón (6), Etxeita (5), Pulido (6), Galán (5), Rivera (6), Moi Gómez (5), Juanpi (4), Ferreiro (6), Chimy Ávila (5) y Enric Gallego (5).</span>