En Directo

BARÇA - RAYO (3-1)

El Barça remonta a balón parado

Piqué, tras una falta lateral, y Messi, de penalti junto al gol final de Suárez le dieron la vuelta a un plomizo partido que se animó con la velocidad de Dembélé

Arturo Vidal presiona a Àlex Moreno en una acción del partido en el Camp Nou.

Arturo Vidal presiona a Àlex Moreno en una acción del partido en el Camp Nou. / periodico

Marcos López

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tuvo que aparecer Dembélé para sacudir al Barça de su letargo. Debió despertarlo porque el líder se complicó la vida con una desastrosa primera parte, que no fue caótica porque Piqué, un tipo que no olvida de que hay vida más allá de los clásicos, cabeceó el gol del empate para calmar a un nervioso Camp Nou. Tan mal estaba el equipo de Valverde que su rescate llegó a través de las acciones a balón parado: una falta de Messi que remató el central como si fuera un viejo delantero del siglo pasado y un penalti marcado por Messi, protestado por el Rayo, para darle la vuelta a un partido que se puso áspero e incómodo.

Después de las fiestas llegan las tardes largas, resacosas, llenas de tedio y, sobre todo, modorra. Apareció un Barça con pocas rotaciones (y no trascendentales) porque Valverde quería poner, y el partido así le dio la razón, todo el foco en el Rayo. Dio descanso a Dembélé (Coutinho tiene ya en propiedad el disfraz de suplente), Sergi Roberto y Rakitic, además del sancionado Lenglet. Habían pasado 20 minutos y el equipo fiable y competitivo que había iniciado la autodestrucción del madridismo no comparecía en el Camp Nou.

Tanta alegría en una semana, finalista de Copa, a 12 puntos del equipo blanco en la Liga y el triunfo de los nietos de Cruyff en el Ajax echando al campeón de Europa, había generado un ambiente de conformismo. Solo Messi parecía consciente de que no se puede tirar contra el Rayo lo que tanto costó de conquistar frente al Sevilla y Madrid. ¿Los demás? Ni rastro.

Coutinho, cada vez peor

Especialmente Coutinho, quien a cada partido que juega parece peor. No hay señales de ese jugador chisposo, desequilibrante y con estupendo remate que asomó por Barcelona hace ya más de un año. Suárez lo intentaba, pero casi siempre lejos del área donde el Rayo montó un campamento de verano ya que reunía en muchas ocasiones hasta a nueve jugadores por detrás del balón. Todos, excepto Raúl de Tomás, un delantero venenoso.

Tan venenoso que solo necesitó una ocasión para batir a Ter Stegen con un preciso disparo desde fuera del área, que delató la tremenda debilidad defensiva, sobre todo en el flanco derecho de su zaga, donde Semedo anduvo despistado. Y, además, ese poco habitual centro del campo donde Arturo y Arthur acompañaron a Busquets no tuvo fluidez. Es cierto que no había espacio ante ese tupido 5-4-1 diseñado por Michel. Es cierto también que el objetivo rayista, y lo consiguió, era anular el carril izquierdo de Jordi Alba.

Pero el Barça tuvo pocas alternativas en esos aburridos primeros 45 minutos. Tan mal lo vio Valverde que intervino en el descanso. En realidad, ya había tomado la decisión antes de acabar esa primera mitad. Hizo calentar a Dembélé, consciente de que necesitaba alguien que sacudiera el tedio. El francés es un tipo cumplidor. En cinco minutos, y atacando el espacio por la banda derecha, revolucionó el partido, activó a Semedo, conectó con Leo y un penalti, discutido por los rayistas, permitió al Barça darle la vuelta a un encuentro anodino. Aunque el líder recurrió al juego a balón parado. Una falta y un penalti para remontar una mala tarde, que requirió también de la intervención de Valverde para cambiar el dibujo de un equipo plomizo. La velocidad de Dembélé empujó al Rayo a su casa hasta sellar el 3-1 de Suárez. Pero el técnico no olvida lo que sufrió al inicio. 

Barcelona, 3 - Rayo Vallecano, 1

<strong>Barcelona: </strong>Ter Stegen (5), Semedo (5), Piqué (8), Umtiti (5), Jordi Alba (5), Arturo Vidal (7), Busquets (6), Arthur (5), Messi (8), Suárez (6) y Coutinho (4).