El Barça explicado en 21 segundos

Corría el minuto 91 del partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey que enfrentó al FC Barcelona y el Sevilla en el Camp Nou cuando la actuación de los azulgranas, estupenda hasta ese momento, adquirió estatus de exhibición memorable. Todo sucedió en 21 segundos. En ese tiempo, el balón viajó desde el punto de penalti del área barcelonista hasta la red de la portería hispalense defendida por el bisoño Juan Soriano. Siete futbolistas del Barça (Arturo Vidal, Sergi Roberto, Carles Aleñá, Leo Messi, Luis Suárez, Gerard Piqué y Jordi Alba) participaron en la jugada, que constó de 16 toques (tres con la cabeza, 10 con el pie izquierdo y solo tres con el pie derecho) y desembocó en el sexto gol del equipo en una noche feliz. Fue también el gol número 50 de Messi en la competición. Y fue, probablemente, el mejor gol de los de Valverde en lo que va de temporada.

Pero fue también algo más que eso. Sostenía Oscar Wilde que toda expresión artística es, a la vez, superficie y símbolo. Y el gol de Messi, en tanto que obra de arte de belleza incuestionable (una compleja coreografía repleta de 'pirouettes', 'fouettés' y 'arabesques'), fue el mejor símbolo posible de esa idea de fútbol de asociación, bonito y productivo, que abandera desde hace décadas el FC Barcelona. La filosofía del club explicada en 21 segundos.

Sinfonía de pases

Todo empezó con un lanzamiento de falta que el sevillista Pablo Sarabia colgó sobre el área del Barça. Arturo Vidal despejó el balón de cabeza en el punto de penalti y Sergi Roberto se encargó de alejarlo del área con otro testarazo. Aleñá, nuevamente de cabeza, se orientó la pelota para salir a la carrera y con tres toques la dejó a los pies de Messi, que desde la banda derecha y a la altura de la línea divisoria protagonizó un cambio de juego hacia Vidal, ya desbocado en ataque. A partir de ahí la jugada se aceleró con un 'staccato' de pases al primer toque: Vidal a Suárez, Suárez a Piqué, Piqué a Suárez (de espuela), Suárez a Alba y Alba a Messi (de tacón). El rosarino controló el balón frente al área pequeña del Sevilla y la colocó a la derecha del portero.

El gol dio la vuelta al mundo, presentado como ejemplo de armónico despliegue colectivo, de precisión en el pase y de ambición ofensiva (el Barça acabó la jugada con cinco jugadores en el área rival, ¡en el minuto 91 y ganando 5-1!). La jugada lo tiene todo: despeje con la cabeza, conducción en carrera, desplazamiento largo, apoyo en corto, pared, taconazo, finta y definición de 'crack'. Un rico compendio de conceptos futbolísticos que reconcilió al aficionado azulgrana con el juego de su equipo en una temporada en la que el Barça ha sido muy a menudo más eficaz que vistoso.

El fútbol como espectáculo

"Al fútbol –decía Johan Cruyff- siempre debe jugarse de manera atractiva. Debes jugar de manera ofensiva, debe ser un espectáculo". Sobre ese principio ha sustentado el Barça los más resonantes éxitos deportivos de su historia (otra frase del profeta: "Represento una época que dejó claro que el fútbol bonito es divertido y que, además, con él se conquistan triunfos"). El miércoles, en un contexto de exigencia máxima, los azulgranas se aferraron a esa idea para darle la vuelta a la eliminatoria a partir del control de la pelota y el fútbol de fantasía.

Tras unos años de hegemonía en las competiciones domésticas y sequía europea, el barcelonismo tiene hoy hambre y sed. Pero, como escribió el poeta bohemio Pedro Luis de Gálvez, "no tiene sed de agua ni hambre de pan. / Tiene hambre de oro y sed de champán". No hay mejor pretexto para levantar la copa que brindar por goles como el de Messi.